Shabbat: Tevet 7, 5766; 6/1/06 -
Semana del ayuno de
Asará
beTevet
Un
comentario a la Parashá Vaigash
Esencia
y máscaras
En la parashá de esta semana, los hermanos,
más específicamente Yehudá el líder, recuerdan que Iosef, en su
personificación del mandamás egipcio, había dicho:
"'Si vuestro
hermano menor no viene con vosotros, no veréis más mi cara.'"
(Bereshit / Génesis 44:23)
En cierta manera, estas palabras eran su reto, su prueba hacia
los hermanos.
Pues, ellos debían demostrar que existía el tal hermano menor que ellos
habían mencionado, pero que estaba ausente.
Además, debían exhibir que eran capaces de viajar con suficiente armonía como para traerlo
en paz hasta Egipto. Que habían cambiado y que ya no eran los hermanos
pendencieros y envidiosos que lo habían lanzado a él al oscuro pozo y a la
dura esclavitud.
Además, era también una manera para poder reconocer que el padre y el hermano menor confiaban lo suficiente en ellos como
para admitir este viaje en conjunto. Pues, si padre o hermano menor
desconfiaban de la honorabilidad de los hermanos, difícilmente el hermanito
viajaría con ellos.
En cierta manera, la frase que citamos era también algo así como su
amenaza hacia los hermanos.
Pues de no traer al hermano, no habría realmente comida.
Además, ellos estarían demostrando que no eran dignos de confianza, pues
decían algo y luego no lo cumplían.
Y además, era la clara amenaza de que terminarían en prisión de por vida, o algo peor, si
aparecían nuevamente en Egipto sin Benjamín.
Pero, en cierta manera este enunciado de Iosef era también
una profunda enseñanza hacia sus hermanos (y de paso para nosotros).
Tal como si les estuviera diciendo:
Ustedes que no supieron comportarse
correctamente con el hermano menor en el pasado, tienen ahora la
oportunidad de redimirse mediante la teshuvá -el sincero
arrepentimiento-.
Pueden revivir aquella situación, y tomar ahora una decisión errónea
como antaño, o una acertada que cambiará para siempre sus vidas.
Si escogen bien, se limpiarán de una enorme carga, de mucho
resentimiento y dolor.
La decisión depende exclusivamente de ustedes, son ustedes los que
escogerán si me volverán a ver como hombres íntegros o si continuarán
cargando su pesada culpa de por vida.
Cuando dijo "no volveréis a ver mi rostro",
la idea era que eventualmente volverían a ver al príncipe
egipcio, que era la careta más imponente que ocultaba la verdadera personalidad de
Iosef; pero, para volver a ver a Iosef el hermano,
al Yo
Auténtico, ellos debían hacer teshuvá, y ese era
el mensaje oculto de la frase.
Y he aquí una gran enseñanza para nosotros.
Si nos concentramos en lo esencial y hacemos lo correcto para obtener bendiciones de paz,
la serenidad insuflará vida a en nuestras vidas.
Si nos enfocamos en nuestro Yo Esencial o Auténtico para comunicarnos con el
Yo Auténtico del prójimo, sin dejarnos engañar por los Yoes Vividos1,
por las caretas que nos ponemos por miedo, entonces lograremos un enlace
vital que nos fortalece.
Si hacemos que nuestro hermano menor, aquel que no está contaminado por los
valores pasajeros, por las modas, por los adoctrinamientos, ese hermano
menor que permanece casto y puro, si hacemos que él vaya con nosotros, que
se manifieste, entonces podremos hallar el verdadero rostro de nosotros y de
nuestro semejante.
Es un hecho que todos cargamos con algún resentimiento, más o menos profundo, más o menos
consciente, más o menos activo y perjudicial.
Desde incluso antes de nacer nos van depositando sentimientos, ideales,
sueños, agresiones, libretos que no son nuestros, pero que se van
convirtiendo en una máscara que encubre nuestra auténtica identidad.
Nos vamos familiarizando con las máscaras de aquellos que nos rodean y vamos
por la vida creyendo que las máscaras que presentamos son nuestra identidad.
¡Pero ciertamente que esto no es así!
Nuestra identidad esencial no se ve disminuida o crece con los influjos
externos, es un núcleo estable y permanente (incluso nos sobrevive luego de
la muerte a Este Mundo).
Pero tristemente la mayoría vivimos una vida de engaños, voluntarios pero en
general involuntarios, provocados por enfocarnos en las máscaras en vez de
en la identidad esencial.
Como esas máscaras nacen a partir de las máscaras de los otros, nuestros
sentimientos de los sentimientos de otros, nuestros pensamientos negativos
de pensamientos negativos de otros, etc., debemos hacer un profundo proceso
de reparación, de teshuvá, para retornar
a nuestra esencia y de esa manera hacer nuestra parte para redimir al
mundo.
"Teshuvá", en el contexto de valores y
ética se traduce generalmente como "arrepentimiento". También puede ser
entendida como "respuesta" o como "reparación".
Todas estas acepciones que de cierta manera ya hemos usado hasta ahora, pero
de hecho, la traducción literal es "retorno".
¿A qué o quién retorna el que retorna, el que hace teshuvá?
Pues, retorna a su auténtica identidad, a su Yo Esencial, a la chispa de
divinidad que nos da vida.
Retornando, re-encontrando cada uno de nosotros nuestro Yo Esencial, estamos
también encontrando el camino para cumplir cabalmente el mandamiento que nos
dice:
"[Haz de saber
que] Yo soy, el Eterno tu Elokim que te saqué de la tierra de Egipto, de
la casa de esclavitud"
(Shemot / Éxodo 20:2)
En nosotros está continuar liberarnos o seguir siendo los esclavos del sentimientos adversos,
y así ir por la vida como un derrotado, que no está libre para gozar y
crecer.
Padeciendo esclavitud emocional, mental y espiritual, que nos llevará a
in-cumplir de cierta manera el precepto que nos ordena:
"No tendrás
dioses [poderes] ajenos delante de Mí."
(Shemot / Éxodo 20:3)
¿Cómo es esto?
Pues, el que está esclavo de "poderes ajenos", que es adicto a todo tipo de
dependencias (personas, cultos tóxicos, Jesús, drogas, Internet, fama,
dinero, etc.), está ante-poniendo su "droga" al Eterno.
Por ejemplo, el ambicioso que está fervientemente detrás de la adquisición
de dinero, ¿acaso es íntegro de corazón y acciones para con el Eterno?
Quizás sea una buena persona, excelente ser humano y hasta alma caritativa,
pero si su fervor está puesto en el dinero, está esclavo de su dependencia.
Tal como este esclavo, son todos los otros que dependen (en un sentido
profundo y existencial) de valores, objetos o personas que no son el Eterno.
Aprendamos entonces que está en nosotros el optar por dejar el pesado pero conocido
camino del dolor, para comenzar el del retorno, y posterior crecimiento.
Aprendamos a vivir menos nuestras máscaras, y menos a juzgar las máscaras de
nuestro prójimo, para poder re-encontrarnos un poco más con el prójimo
verdadero y con nuestro Yo verdadero.
Para lograrlo, primero debemos hacer caso al
salmista:
"Apártate del mal
y haz el bien"
(Tehilim / Salmos 37:27)
Cuatro son los niveles para comprender este
profundo consejo, tal como cuatro son las etapas para desarrollar este
versículo a plenitud en nuestras vidas4:
-
En nuestro interior así como en el mundo,
el mal está mezclado y confundido con el bien.
Recordemos que el fruto del árbol del Conocimiento se llamaba "del bien
y del mal" (Bereshit / Génesis 2:9), es decir, de ambos confundidos en
un sólo elemento. Si hubiera sido solamente fruto para conocer el mal,
el Eterno no se habría avergonzado de mencionarlo así...
Siendo que la luz y la oscuridad se funden en un abrazo caótico
(Bereshit / Génesis 1:4), ¿cómo discernir a simple vista cuál parte del
fruto es para bien y cuál no lo es?
El primer paso para crecer es darse cuenta de este hecho: a veces lo que
llamamos "bueno" es tan solamente una apariencia de bien, y lo que
consideramos "malo" en su esencia tampoco lo es.
Cuando no podemos discernir lo que es luz de lo que es oscuridad, no
hallamos oportunidades de crecimiento, estamos varados y en caos
(Ieshaiá / Isaías 57:20).
Por eso es imprescindible aprender a diferenciar realmente lo bueno de
lo que no lo es, sin engaños, sin trampas al solitario, sin mediatintas.
Saber esto, es el primer paso.
En la práctica es hacer el esfuerzo consciente para cumplir los preceptos "de no hacer" y cumplir los
"harás", sin dar excusas ni justificaciones para no cumplir unos u
otros.
Por ejemplo: darte cuenta que puedes estar guardando rencor en tu
corazón y que por consiguiente no estás amando realmente a tu prójimo como a ti mismo2.
-
El segundo paso es apartarse de lo
negativo ANTES de proceder a hacer lo bueno.
Es como tener un campo para arar y sembrar pero que está plagado de
malas hierbas, que absorberán todos los nutrientes que destinemos a
nuestro sembradío y no le darán oportunidad de vivir.
Así pues, en ocasiones la destrucción es imprescindible paso previo para
le construcción.
La crítica es indispensable para el crecimiento.
El
extirpar nuestras cualidades nocivas como antesala para poblar
nuestro ser de virtudes. Renunciar a pensamientos, palabras y acciones
negativas que nos perjudican sin sentido y dañan sin motivo verdadero al
prójimo.
En la práctica es esforzarse por cumplir los preceptos de "no hacer" y complementarlos
de inmediato con los "harás".
Por ejemplo: no guardes rencor en tu corazón para que ADEMÁS puedas
efectivamente amar
a tu prójimo como a ti mismo.
-
Cuando hemos evolucionado un poco más,
estamos en condición de vivir esta frase de otra manera, con más dulzura en
nuestros juicios, reconociendo que no estamos libres de errores, lo que
significa que si cometemos un error o pecado no por ello somos malos. Si
llegamos a ser auténticos en esta vivencia, tampoco juzgaremos
severamente a nuestro prójimo, y encontraremos la manera de encauzarnos
y encauzarlo sin entrar en penosos conflictos o altercados personales.
Mala es la acción, no la persona que la comete (Kohelet / Predicador
7:20).
De esta manera, hacemos bien y en esta acción constructiva nos estamos
apartando del mal, pues "incluso una pequeña
luz dispersa una gran oscuridad" (Jovat HaLevavot 5:5).
Al mismo tiempo, cuando actuemos bien no nos henchiremos de falso
orgullo, ni nos sentiremos en falta o culposos si no alcanzamos la meta,
pues sabemos que que el mal siempre está presente, pero vive solamente
si nosotros le damos vitalidad.
Este tercer nivel no es fácilmente accesible para la persona que no ha
desarrollado una personalidad centrada, humilde, pues no es común que se
nos enseñe a juzgar con equilibrio ni a ser gratificadores con mesura.
Pero si lo alcanzamos, el mal pensamiento, la mala palabra, la mal
acción, el mal sentimiento no tendrán mucha fuerza para obstaculizarnos
al hacer lo que es bueno.
En la práctica es cumplir los preceptos "harás" de tal manera que ya
casi no se tenga que necesitar con urgencia ciertos preceptos de los de "no hacer"
(especialmente los de índole ética, en relación al prójimo).
Por ejemplo: como amas a tu prójimo como a ti mismo con tanta
autenticidad y vigor, entonces ya CASI ni siquiera sientes que algún rencor pueda
guardarse en tu corazón.
-
Por último, el cuarto nivel es propio de
una persona que alcanza a vivir como un tzadik, una persona que
hace que su vida gire en torno a la justicia compasiva.
Quizás no lleguemos a este nivel, pero podemos actuar algún día con el
ánimo de alcanzarlo.
¿Cómo se interpreta y vive el "apartarse del mal para hacer el bien"
para este nivel?
Es hacer un proceso de conversión o reciclaje, para decirlo en un
término moderno. En este nivel se desprende la chispa de divinidad que
está en lo malo3, o se descubre la
finalidad positiva. Se recicla el desecho en material productivo. Se
descubre el valor de lo despreciado. Se usa el poder para el bien. Se
confía en el Eterno y no en dependencias endebles que son ídolos vanos.
El apartarse entonces no es un alejarse, sino un desvanecer el mal para
convertirlo en bien.
En este nivel la conciencia está tan limpia de juicios duros, y tan
apegada al Eterno, que no ofende ni teme. Cumple con los preceptos de la
Torá con integridad y vive a plenitud.
Es, sin dudas, una persona verdaderamente libre.
En la práctica es cumplir y ayudar a cumplir los preceptos de "no hacer" y los "harás",
porque así el Eterno lo demanda.
Por ejemplo: ayudar al que te guarda rencor en su corazón a liberarse de
esa carga oscura y deprimente para que ambos puedan amarse mutuamente.
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj! ¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir
shalom!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
1-
El Yo Esencial o Auténtico de cada uno es uno y único, una chispa de
divinidad que nos forma. Los Yoes Vividos son múltiples en cada persona.
Incluso aquella persona que se aferra a una sola máscara, a un solo Yo
Vivido, no deja de estar oculto detrás de diversos antifaces pero que se han
amalgamado defectuosamente en uno que representa su personalidad.
2-
"No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu
pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Eterno."
(Vaikrá / Levítico 19:18).
3-
Recordemos que el mal también es una creación del Eterno, por tanto su
finalidad siempre es para bien. A veces no se puede desarrollar la chispa de
divinidad en lo negativo, y permanece en oscuridad esperando ser redimida.
4-
Cada una de estas etapas o niveles está como rectificación o complemento
para cada una de las cuatro personalidades básicas,
lea aquí
para tener una idea al respecto.
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
HACIENDO CLIC
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AQUÍ.
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