Gracias por comunicarte.
Como ya respondí en lo
referido a las navidades, los judíos
no tenemos necesidad de fiestas ajenas para tener suficientes ocasiones para
celebrar.
Tenemos las fechas judías, las de nuestras patrias, las personales y
familiares; como para adoptar festejos que incumben a creencias totalmente
ajenas.
Aunque, es cierto que Año
Nuevo tiene un tinte un tanto diferente al de Navidad.
Ésta es simplemente una fiesta religiosa cristiana.
El Año Nuevo festejado el primer de enero, por imperio del predominio
mundial económico, militar, social, cultural de países con raigambre
cristiana, la mayoría de los países han adoptado el calendario gregoriano
como calendario civil. Así mismo el Estado de Israel. Así también los judíos
que estamos en contacto y relación con el mundo.
Por lo tanto, primero de enero es el comienzo del calendario CIVIL y no
gregoriano.
¿Que coinciden? Y... ya dijimos, es merced al imperio...
Pero, hay un punto muy
interesante en tus brillantes observaciones, que me gustaría tratar.
No conozco en otros países, pero aquí, en Uruguay, cuando es el 31 de
diciembre, desde las ventanas de oficinas públicas, privadas, etc. se lanzan
los almanaques viejos, y se alfombran las calles con los días manchados del
año que está expirando.
Creo que en Buenos Aires hay una costumbre similar.
¿Qué podría estar reflejando esa costumbre?
Piénsalo un instante.
Pues algo similar a lo que tú has dicho.
El año pasado ¡por suerte se terminó!
Es la alegría de sacarse de encima un fardo muy pesado y hediondo.
Es el regocijo del esclavo que se libera del yugo.
Así es considerado el año que pasó... y si así es... ¿qué clase de vida
están llevando?
¿El pasado se extingue?
¿Lo pasado fue tan malo que hay que arrojarlo?
¿Para eso vivir?
¿Para ansiar un día más, un año más, que cuando finaliza se siente como
podrido, o al menos, como vacío?
Y... sí... se celebra el Año Nuevo, como una promesa de mejor... pero en
mente ya se guarda la idea de lanzar el calendario ahora nuevo dentro de un
año, cuando ya de nada valga... como de nada (parece) vale nuestra vida...
Es triste... muy triste...
Y es por eso, me parece, que hay tanto jolgorio.
Fiestas.
Bebida alcohólica.
Cohetes y petardos.
Mucha comida.
Mucho hablar de alegría.
Mucho ruido, y nunca mejor dicho, para pocas nueces...
Las pocas que se siente que tiene la vida así vivida...
¿Se entiende?
Es triste... por algo en los cumpleaños se acostumbra dar regalos al
festejado, y a festejar con fiestas festejantes... mucha alegría en la
máscara... para tapar el lagrimón que cae por la rendija del corazón herido
por la hiel del vacío...
¡Qué diferencia con
Rosh
HaShaná!
¡Qué diferencia!
En esa fecha se valora el pasado.
Se lo atesora (y no porque los judíos -supuestamente- seamos tacaños)
Se da valor a nuestro pasado, pues eso es nuestra vida.
Y se lo usa como trampolín para el futuro.
Para llegar al próximo Rosh HaShaná, y mirar para atrás, y encontrar cuánto
hemos avanzado, cuántas hojas del calendario estamos guardando en los cofres
de nuestro corazón...
Y en Rosh HaShaná se celebra, pero con moderación.
En lugar de alcohol, parrandas, cohetería... hay kidush
-santificación- sobre una copa de vino, hay remembranzas, hay cantos en
familia, hay esperanza de progresar merced al esfuerzo... hay rezos y
peticiones, hay corazón contrito por el Juicio, hay alegría porque un año ha
pasado, pero nos ha enriquecido espiritualmente...
Lo nuevo no necesariamente es
mejor.
Depende de lo qué sea.
Depende de cómo sea vivido.
Depende de lo qué construyamos con nuestras oportunidades.
Ojalá que el año civil que
comienza traiga todo lo positivo que no trajo el que se va, y que sepamos
construir Shalom.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga.
Yehuda Ribco
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