Shabbat: 2 Adar 15, 5765, 26/3/05 -
Shabbat
Zajor
Comentario de la Parashá Tzav
No
abochornar
No había un lugar especialmente designado en
el Santuario para traer el sacrificio de Jatat
(ofrenda por el pecado).
Esto es significativo.
Esta ofrenda era presentada por alguien que hubiera pecado, y ahora deseara
arrepentirse.
Si la Torá hubiera delimitado un lugar exacto y exclusivo en donde debiera
pararse el que ofrecía esta ofrenda, entonces la persona quedaría señalada
como pecadora, y eso quizás la llevaría a no querer arrepentirse, con tal de
no pasar el bochorno del momento y el estigma posterior.
Pero, ya que el Jatat se ofrendaba en el sitio del Korbán Olá,
nadie podía saber si el que estaba ofreciendo el sacrificio estaba allí por
haber pecado, o no.
De esta manera, el asunto permanecía privado entre la persona y el Eterno, y
el pecador era resguardado de esa manera el bochorno público.
Si la Torá, perfecta e inmutable, deliberadamente elude el humillar a otros,
entonces nosotros debemos ser precavidos para no avergonzar a nuestro
prójimo.
Tengamos en cuenta que nuestros Sabios dicen
(TB Baba Metziá 59a) que cualquiera que insulta
a su prójimo en público no tiene lugar en el Mundo Venidero.
¿En qué se basan los Sabios para esta dura afirmación?
La razón es simple.
Una persona puede asesinar a otra con un cuchillo una sola vez.
Pero, puede asesinar una y otra vez al otro con sus palabras humillantes.
Así pues, antes de herir, asesinar, con nuestras palabras, mejor contenerse,
silbar, salir a pasear, o aprender a
comunicarse auténticamente.
Con la lengua se puede destruir mucho, pero también es posible construir
inmensas obras de bien.
Por otra parte,
cuando le sea llegado el momento del arrepentimiento sincero,
no se aparte de la buena decisión por el miedo al qué dirán,
o a los sentimientos de vergüenza,
o a los juicios tajantes.
Recuerde que el
ietzer hará muchas veces se disfraza de
santurronería,
y trata de imponer de manera extremista pautas que son en sí
correctas,
pero que en manos del ietzer hará son herramientas
que sirven para apartarlo del lado del bien,
de la senda de los justos.
La vergüenza es un buen utensilio, cuando sirve para que la persona sea
recatada, pudorosa, humilde.
Pero cuando la vergüenza se lleva al extremo, es una herramienta del
ietzer hará para desanimar a la persona, quitarle los deseos de
superarse, amargarle el buen ánimo.
Y así, el ietzer hará no vacilará en decirle: "Te has equivocado, y
eso es espantoso".
Y la persona lo cree, y se siente tan lejos del Bien, que entonces prefiere
hundirse en la depresión y/o el pecado.
Cuando lo cierto es que por más errores que haya cometido,
siempre tiene a su alcance el camino hacia el crecimiento espiritual.
En resumen,
una de las habilidades para vivir con salud,
es no abochornar,
ni al prójimo,
y especialmente,
ni a uno mismo.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
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Relatos, anécdotas y enseñanzas
Rabí Akiva Eiger una vez invitó a un hombre a
sus casa un viernes a la noche.
A la hora de comer, un hermoso mantel blanco cubría la sabática mesa.
Cuando el hombre pobre levantó su copa de vino, se le resbaló de su mano, y
el rojo vino recorrió el puro mantel, dejando una sucia mancha.
Al ver al hombre retorcerse en su silla, lleno de bochorno, el rabino
inmediatamente levantó su copa, y accidentalmente vertió vino sobre
el mantel. Y exclamó con sorpresa: "Bueno, parece que la mesa o el piso se
están agitando, ¿no?".
Él mismo se mostró despreocupado, y manchó un precioso mantel antes que
permitirse humillar a otra persona.
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