Responsable: Lic. Prof. Yehuda Ribco (Kislev 6, 5762 - 20/11/01) |
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Beshem H' El Olam |
Llegar a ser quien puedo ser |
Estimado More: Veo que sigue habiendo artículos de gente que busca la conversión, y preguntan lo que ya está contestado. "El movimiento se demuestra andando" reza un dicho popular, y ¿qué verdadero interés muestran los que preguntan lo ya preguntado sin molestarse en indagar? Primero se estudia, luego se pregunta... primero se Atiende después se Entiende. Y en tu página hay mucho que investigar. En un texto anterior <<La conversión vista por un gentil>> dije que "no soy ni seré judío" Entonces, dirá alguno, ¿cómo puedo opinar? ¿cómo puedo entender lo que se siente cuando notas que algo te falta? ¿cuándo se piensa que has nacido en un sitio o en una familia no adecuada? ¿cuándo sientes gritar tu alma judía encerrada en un gentil cuerpo? ¿Sabré yo entender lo que es sentir tus pensamientos volar constantemente a judaísmo?... Sí... lo puedo entender, simplemente: Yo dije todas estas frases. ¿Entonces? ¿Cómo digo que no seré judío? Si me lo permites me gustaría dar mi justificación a esa afirmación. Tú sabes de mi evolución sabes que cuando te escribí
por primera vez soñaba con ser judío, toda mi vida, aunque intercalando
ciertos "períodos de descanso" tuve este deseo. ¿Mi vida? A la espera de que algún día existiera una sinagoga en mi ciudad, intentaba ser lo mas judío que pudiera, cada sábado encendía una vela, intentaba estudiar y lo hacía con kippa ya que había leído una recomendación de un rabino aconsejando este acto de humildad (poner la kippa, decía él, era recordar que Dios estaba por encima de nuestra inteligencia, un recordatorio que debemos tener presente a la hora de estudiar la tora) Evitaba comer lo que iba sabiendo que era alimento prohibidos (Hasta que comprobé que es casi imposible vivir cumpliendo kashrut sin una comunidad judía cerca) y cada vez que sabía de una nueva mitzvot también intentaba cumplirla. Estudiaba hebreo por libre de forma autodidacta (con muy poco éxito, por cierto) decoraba el salón de casa con menorah, y... cuanto más sabía más quería ser... No entendía muchas de los mandatos pero... estaba dispuesto a aceptarlo todo. Y quedaba embobado cuando lograba apreciar la profundidad de la sabiduría que se escondía en la mishna (por citar un libro y poner un ejemplo) Quería ser digno de ser parte del pueblo hebreo, y eso no es fácil (léase cualquier libro de historia). ¡Qué orgullo necio el quererse incorporar a una historia tan rica de hechos dignos como la judía sin estar preparado! Hay una historia, llena de sufrimiento y de gloria... Para frenar un poco mi tendencia, estudiaba todas las religiones, todas; unas me agradaban más que otras... algunas las compartía casi al 100% y sin embargo siempre volvía al judaísmo... a pesar de algunos problemas que me tiene causado. El amor al judaísmo me había llevado a rechazar a la religión en la que había nacido, antes incluso de poder razonar, motivar, tal rechazo. Después descubrí que sí había razones de peso que justificaran tal rechazo, pero fue posterior (y, años mas tarde, daría lugar a la serie de cartas titulados <<Esos judíos... ¿contumaces?>>) Es decir, me gustaría decir que busqué en las raíces de mí ex-religión al descubrir la falsedad de la misma, eso sería lógico y lo justificaría... pero la honradez me lleva a admitir que, muy a mi pesar, que el proceso fue en sentido inverso No es un juego; el presunto converso que viene con ideas preconcebidas; que intenta adaptar el judaísmo a lo que él conoce sin molestarse en conocer; el que se cree merecedor de llamarse a sí mismo hijo del pacto sin haber hecho mérito alguno, siquiera el paso por un guiur. El que quiere entrar sin saber, sin entender, no va a tardar en llamar a la tradición necedad... que pensarían si alguien viene a mi casa y me dice que es de mi familia, pero me cambia todas mis costumbres, mi casa... ¿cuántos de los que escriben han leído alguno de Los Libros? ¿Cuántos conocen algo de la halaja a la que dicen desear estar sujetos por el resto de su vida?... ¿qué presuntos conversos están familiarizados con palabras como brit milá, hatafat dam brit, tevilá, beit din?... Pero volvamos a mi reflexión personal. Durante años sólo hubo un motivo que me impidió el inicio del proceso de mi conversión... la ausencia de sinagoga en mi ciudad y sólo había una causa que me retuvo en mi país e hizo que no intentara vivir en un kibbutz (uno de mis sueños de juventud): una enfermedad que exigía ciertos cuidados (de la cual, afortunadamente, ya me he operado y curado). Y de donde salía tanta "judeofilia"... es una buena pregunta que muchas veces he intentado explicarme... pero ni yo mismo lo entiendo... en mi familia no hay antecedentes de tal cosa, que yo sepa... si es posible que hace 500 fuera el origen de mi apellido... pero ¿debe eso influir para algo? De las tres generaciones que he conocido de mi familia ninguna se ha preocupado de nada de esto, incluso tengo algún familiar que muestra desagrado por lo judío, aunque la tónica general es la indiferencia. ¿Entonces? Es esa la pregunta más dura de contestar... máxime cuando hay cosas que me resultan verdaderamente difíciles de compartir con el judaísmo... Posteriormente me casé... y las cosas cambian... ¿o no?... No en mi caso. Hubo, y hay, un respeto mutuo, pero no comparte conmigo "este mundo" El hecho de que apareciese Internet en mi vida (que en mi caso es de hace 3 años) supuso la oportunidad de conseguir mayor información... pero sobre todo una mayor facilidad para relacionarme... "mi soledad de gentil aislado" podía cesar. Para mí fue una auténtica bendición. Sin embargo resultó muy diferente de cómo lo había pensado... Entablamos un diálogo; me costaba mucho trabajo aceptar que yo era gentil, tenía tan asumido que era judío... ¿te acuerdas Yehuda? Ahora me parece un infantilismo indigno de mi edad... También me costaba trabajo entender el porqué se dificultaba la conversión; gustaba discutirte que en otros tiempos no había sido así... intentaba rebatir el escrito del Rabino Bitton con argumentos del tipo: "Judit se había convertido por amor a su suegra"... (el escrito del rabino explica que una conversión con un interés diferente a la propia conversión, la invalida, así, por ejemplo, no es válido la conversión de la persona que sólo lo hace por casarse) Encontré a sectores del judaísmo que, aun exponiendo las dificultades de la conversión, me animaban a hacerlo... pero también dudaba en qué grupo hacerlo (hay que decir que me despistó bastante la situación de división del judaísmo en diferentes movimientos) Una masorti me decía que ya lo decidiría más tarde, pero yo quería tener las cosas claras desde el principio... Sin embargo, al tiempo que discutía y analizaba contigo sobre la conversión y diferentes opciones, no me gustaba el hecho de que algunas corrientes en boga la "descafeinaran", me parecía menos auténtica si la facilitaban, creía que tan alta meta debía costarme un gran esfuerzo conseguirla. Y, de pronto, me encuentro que se produce una curiosa situación, paradójica como pocas: dejo de tener el deseo que he mantenido durante 28 años; Y no es que al conocerte me alejaras del judaísmo, o me espantaras con el mismo... no, me siento igualmente ligado... pero sin ganas de convertirme. ¿Qué pasó? ¿Habré aprendido algo de tus artículos? ¿Habré madurado? ¿Me habré rendido? ¿Habré renunciado? ¿Lo habré meditado con serenidad? ¿Pienso ahora que la insistencia de los rabinos para recomendar la no conversión es algo más que una mera prueba?... Una cosa pesa mucho... una pregunta tuya... ¿para qué? ¿Para qué quieres convertirte? ¡Ah! ¿El deseo ciego ante un espejo se ve como un capricho? No, no creo que en mi caso sea esto último; Para empezar
no sé como reaccionaré si un día hay una sinagoga en mi ciudad... pero
si sé de un descubrimiento, que a muchos les parecerá una obviedad: En resumidas cuentas... la pregunta central es: ¿Para que se quiere la conversión? Mientas no encuentre respuesta a esta pregunta no seguiré adelante, aunque si continuaré esforzándome en crecer cada día, en aprender y aplicar lo que voy sabiendo. Como verás no tengo muy claro si esta carta te la he escrito a ti, a tus lectores... o a mí mismo... ¿tiene importancia? Dios te bendiga Yehuda y a todos tus lectores (a los que no he querido ofender, ni desanimar... y, si alguno lo piensa, es que nada ha entendido) ICP. |
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