Enseñó Abraham Joshua Heschel:
La fe no es el aferrarse a un santuario, sino un peregrinaje sin fin del corazón.
Tengamos en cuenta que el autor NO uso la palabra fe, pues no escribió en español.
Por tanto, no tenemos que considerar que está haciendo referencia a la fe como aquella condición por la cual uno cree en absurdos y detiene todo razonamiento y se abstiene de razonamiento.
Por el contrario, la EMUNÁ, que erróneamente la gente traduce como «fe», es todo lo contrario, tal como la frase que citamos está precisamente indicando.
La EMUNÁ, es la convicción, la firme creencia sustentada en el razonamiento y comprobación, el entrenamiento para alcanzar la sabiduría, el paso siguiente más allá de todo el esfuerzo mental que hemos realizado.
La EMUNÁ NO es atarse a una loca fantasía ni ser esclavo de dogmas e ideas absurdas. No es estar aislado y asilado en un refugio, temeroso del mundo, huyendo de la duda, negando el asombro del aprender.
Sino que la EMUNÁ es avanzar, caminar, cuestionar, preguntar, estudiar, analizar, desaprender, aprender, volver a aprender, desarmar, rearmar, renovar, en un peregrinaje que no tiene fin.
Tengamos esto en cuenta y no nos dejemos cautivar por los piratas de la fe, aquellos que usan erróneamente el sagrado concepto de EMUNÁ para convertirlo en mera fe, en unas cadenas para tener prisioneros a los que adoctrinan en los dogmas de su secta, sea cual sea ésta.
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