«El judío comunista envió a su hijito a un colegio estatal, supuestamente laico.
Una tarde volvió el niño con una gran sonrisa, y el padre le pregunta qué pasaba.
El hijo responde que estudio sobre religión.
Interesado el padre le pregunta que es eso que aprendió. El hijo responde: que hay un Padre un hijo y un espíritu santo que nos aman.
Enojado el padre le enseña: No niño, eso es un cuento. Solamente está el Padre, que es el Dios en el que nosotros no creemos.»
Incluso estando tan lejos, el espíritu del judío está ligado al Eterno.