Vaierá, «Y se presentó», es la cuarta sidrá de la Torá, la podemos encontrar entre los versículos 18:1 y 22:24.
Suele ser acompañada por la lectura profética en 2 Melajim 4:1-37.
Avraham Avinu, a la sazón de 99 años, está en su tercer día posterior a su circuncisión. Sufre por la dolorosa intervención quirúrgica, pero también por no estar siendo activo en la recepción de huéspedes, tarea a la que se había dedicado con esmero desde mucho tiempo atrás.
En lo más caluroso y sofocante de la jornada, levanta su mirada y ve a tres beduinos viniendo por el sendero, él no lo sabe, pero son enviados de Dios.
De inmediato se incorpora y corre hacia ellos, para atenderlos muy generosamente, aunque hasta hace un instante atrás estaba postrado de dolor. Sin embargo, la dedicación a ser generoso hace que Avraham olvide su dolor, hasta que éste desaparece.
Es que, la mitzvá de Ajnasat Orjim, hospitalidad, aun con tres vagabundos desconocidos, tiene positivos efectos poderosos que son insospechados. Quizás, el hecho de que Avraham demuestre su total y completa falta de interés en obtener ganancia de su buena acción, es lo que repercute positivamente en los efectos en su vida. Es decir, si somos genuinamente generosos, la retribución divina estará en nuestas vida, aunque tal vez no lleguemos a percatarnos de ello.
Si continuamos con el resumen, los visitantes dicen a Avraham que al año siguiente tendrá un hijo con su esposa Sará, ella, que se encuentra detrás de las cortinas, se ríe, pero no de sorprendida alegría, sino desconsoladamente, porque ella hace rato sabe que no puede concebir, pues, fue estéril toda su vida y para completar la imposibilidad, ahora tiene 89 años, muy lejos de poder tener hijos propios.
Entonces, Dios les pregunta si hay algo que Él no pueda hacer.
Luego, cuando los visitantes están partiendo, Dios revela a Avraham que destruirá las malignas ciudades de Sedom, Amorá, Adma y Tzevoim.
Avraham los padecía como molestos vecinos, sin embargo, trata desesperadamente de interceder en favor de esas ciudades para que la catástrofe divinamente decretada no ocurra.
Es así que se produce un breve pero intenso intercambio entre Avraham y Dios, donde el patriarca intercede y regatea para salvar las vidas de los malvados. Dios acepta perdonar a las ciudades si hubiera en ellas al menos diez personas justas, pero ni siquiera ese número llegaba a haber en esa urbanización sumida en el egoísmo y la negación de la bondad. Si te interesa conocer exactamente cuál fue el pecado de Sodoma, te invito a que busques en el nuestro sitio, que es serjudio.com, pues encontrarás información valiosa y relevante.
Solamente Lot (el sobrino de Avraham), su mujer y sus hijas serán salvados, a pesar de haber vivido mucho tiempo entre los ruines, aún hay esperanza de que no estén completamente perdidos en el mal. Los dos enviados de Dios están a punto de ser torturados y vejados por los malignos ciudadanos, Lot los defiende, aun entregando a sus hijas en lugar de sus invitados y protegidos. A último momento, ocurre un hecho misterioso, que lacera y perturba a los que intentaban violar a los emisarios celestiales, terminando el confuso episodio con la huida de Lot, su esposa y dos de sus hijas. Las otras hijas y familia escogieron quedarse en el espléndido y millonario entorno de Sodoma, sin comprender que ya no habría más abundancia y riqueza, cuando esa noche fuera la feroz catástrofe.
Mientras, una lluvia de azufre y fuego destruye las perversas ciudades. Lot y los suyos tenían prohibido mirar para atrás; sin embargo, la mujer de Lot gira su cabeza para mirar la masacre y queda transformada en estatua de sal.
Las hijas de Lot, que están guarecidas en una cueva con su padre, suponen que todo el mundo está destruido y que es su deber repoblar la tierra, entonces emborrachan a su padre y mantienen relaciones ilícitas con él. De la hija mayor nace Moav y de la menor Ammon, de los que saldrían pueblos famosos de la época y con interrelaciones muy conocidas posteriormente con el pueblo de Israel. Digamos, como comentario al margen, que el Mashiaj es descendiente de esta relación ilícita de Lot con su hija, pues una parte de su simiente proviene de Moav.
Avraham, más tarde, se muda a Guerar donde Avimelej, rey de aquel lugar, le arrebata a Sará.
Después de que Dios increpa al rey en sueños, la libera, e intenta amigarse con el poderoso Avraham.
Luego la parashá nos relata que, tal como les fuera prometido, Avraham y Sará tienen un hijo en su ancianidad, y lo nombraron Itzjak, voz del verbo “reír” o ‘burlar’, ya que la gente se reía ante esta situación extraña, dos viejos con un hijo recién nacido.
Avraham celebra grandemente el día que Itzjak es destetado.
Pasados unos años, su esposa la pide a su marido que eche a la esclava y concubina Agar y a su hijo Ishmael de la casa, porque la conducta e influencia de Ishmael perjudica grandemente el sano desarrollo de su hijo Itzjak. Avraham se apena de tener que echar a su otro hijo de su lado, pero Dios le había dicho que debe escuchar a su esposa en todo lo que ella le diga, especialmente referido a la correcta crianza de su anhelado hijo, aquel del cual proviene el linaje sagrado de Israel.
Avraham los insta a abandonar la casa, pero les da lo suficiente para que lleguen a otra ciudad, en donde podrán vivir con holgura y en contacto con el patriarca. Sin embargo, Agar tuerce el camino, buscando hacer su propio interés, pero pierde el sendero y termina al borde de la muerte en el desierto.
Ishmael estaba agonizando por la sed, entonces, Agar llora y ruega a Dios. Él envía un ángel que le muestra a la mujer un manantial que fluía ahí, frente a ella. Además, le augura un futuro de poder para su hijo y su descendencia, quienes estarán siempre a la sombra del linaje de Sará, herederos materiales y espirituales de los bienes dados por Dios al patriarca.
Continúa la parashá contándonos que Avimelej se da cuenta de que Dios prospera a Avraham, por lo cual sella un pacto con él.
Pasan los años, y Dios pone la última y más terrible prueba a Avraham, ya que le ordena que Le eleve a su hijo Itzjak, quien actualmente cuenta con 37 años de edad.
Avraham obedece de inmediato lo que él entendió fue la orden de Dios: sacrificar a su hijo.
Estaba dispuesto a ello, por más que moralmente no concordaba y le representaba una pérdida irreparable, puesto que, iba a matar a su hijo y además, le fue prometida abundante descendencia a través de él.
A pesar de que Avraham se obstinaba en contra de los sacrificios humanos, tan comunes en aquellas épocas, ahora iba a cumplir lo que él entendió era la orden de Dios.
La parashá nos relata cómo llegaron al sitio del sacrificio, el diálogo entre padre e hijo, la preparación, hasta que Avraham ató a su hijo al lugar del sacrificio, elevó el cuchillo para matarlo, cuando un ángel lo detiene, pues, ha pasado certeramente la dura prueba de fidelidad.
Por su confianza en el Eterno, Éste promete a Avraham que aunque los descendientes pequen, siempre podrán retornar a Dios y salvarse de sus enemigos.
Avraham hace sonar el Shofar, extraído del animal que sacrificó en lugar de su hijo.
Finalmente, la parashá trae la lista de la genealogía de la familia cercana de Avraham, que incluye el nacimiento de Rivka.
Preguntas:
1. ¿Qué mitzvá provocó que se aliviara el dolor de Avraham?
2. ¿Por quiénes regateó Avraham y qué podemos aprender de esto?
3. ¿Qué había de cómico en la situación de ver a Sara amamantando a su hijo?
4. ¿Por qué fueron echados Agar e Ishmael de casa de Avraham?
5. ¿Cuál fue la más dura prueba para Avraham?
6. ¿Cómo aprendemos de esta parashá que la Torá no predica el machismo?
7. ¿Cómo aprendemos que las malas compañías envician a las personas?
8. ¿En qué fecha se supone se llevó a cabo el sacrificio de Itzjak? ¿Cómo lo sabemos?
9. ¿Qué otras pruebas atravesó Avraham en su vida? (Algunas se hallan presentes en este resumen)
10. ¿Quién fue Rivka y por qué nos interesa su procedencia?
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