Vaerá («Aparecí»), es la sidrá 14ª de la Torá; 2ª del sefer Shemot. Entre 6:2 y 9:35. Se acostumbra acompañar por la lectura del profeta Iejezkel (28:25 – 29:21).
Continúa narrando la historia de Moisés y su misión de liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto.
Veamos su contenido.
Se nos dice que Dios recuerda el pacto realizado con los patriarcas, y presta atención al sufrimiento de los israelitas. Por supuesto que es un lenguaje metafórico, usado para que podamos entender que recién en este momento Dios ha manifestado Su plan de redención de los israelitas.
Es evidente que Él sabe todo, conoce todo, atiende todo, y en especial las penurias de los israelitas; sin embargo, desde el punto de vista de los israelitas, Dios había desaparecido del mapa. Solo en esta oportunidad, con el comienzo del trabajo de Moshé, se enteran de que Dios está trabajando para darles libertad y llevarlos a la tierra de los patriarcas.
Así pues, Dios envía a Moshé para que comunique a los Hijos de Israel que Él los sacará de Mitzraim y se transformará en su Dios.
Sin embargo, ellos no escuchan.
¿Será que no confiaban en el ex príncipe egipcio, devenido ahora en salvador de judíos?
¿Tal vez están embrutecidos por la angustia y la ignorancia, y no creen que es posible que Dios los venga a rescatar?
¿Quizás quieren hechos concretos, mensurables, y no solamente lindas promesas que nunca se han cumplido?
Cualquiera sea la razón de su falta de escucha, Dios ordena a Moshé que se presente ante Faraón para pedirle la libertad de los Hijos de Israel. Moshé se resiste, pretendiendo ser torpe para hablar, pero la orden de Dios es inamovible, y es reiterada.
Además, Dios le dice a Moshé que ahora podrán ver actuar a la faceta de Él, a la que nosotros conocemos como «Adonai», la que se escribe con la yud he la vav y la he.
Moisés se presenta ante los líderes de Israel y les cuenta lo que Dios le ha dicho, pero ellos no le creen. Moisés se presenta ante el faraón y le ordena que deje salir al pueblo de Israel, pero el faraón se niega.
En el capítulo 7, encontramos que Aarón (de ochenta y tres años) es el encargado de hablar frente a Faraón, por orden del Eterno, y va junto a su hermano (Moshé, de ochenta años de edad)) sabiendo que sus ruegos frente al dignatario serán desatendidos, y que pronto H’ demostrará su inmenso poder sobre Mitzraim. Tal como fuera advertido, a pesar de que frente a Faraón hacen maravillas (el bastón se convierte en serpiente y viceversa), los magos de Faraón duplican la señal, de esa forma pretenden demostrar el poco poder del Dios de los israelitas. La serpiente – vara de Aarón devora a la de los brujos, demostrando que el poder de los enviados de H’ es real y no simples estratagemas o magia de salón.
Ante la negativa de faraón, Dios comienza a enviar las primeras plagas sobre Egipto como aliciente para que el ánimo de faraón y su pueblo quede abatido, entonces quiera dejar salir al pueblo de Israel.
Pero, el faraón se niega a cambiar su decisión, a pesar de que las aguas de Mitzraim para los que no eran hebreos se transformaron en sangre, inútil para beber, lavar, etc. Dios ya había anunciado la renuencia de faraón, la dureza de su corazón, por lo que continuará enviando más plagas sobre Egipto.
Llegados al capítulo 8, encontramos que sobrevino la plaga de la rana.
Los magos pudieron imitar ambas plagas, haciendo con sus trucos e ilusiones, que nuevamente faraón haga oídos sordos a los requerimientos de Moshé.
Sin embargo, con la llegada de la tercera plaga, la de los piojos, los brujos egipcios tuvieron que conceder que un poder muy superior al de ellos era el único que podía hacer esto. Pero, el corazón de Faraón estaba endurecido y no se percataba de los males que estaba atrayendo sobre sí y su pueblo.
En el noveno capítulo encontramos que, las plagas no afectan a los israelitas en Goshen, en tanto el resto de la población cada vez sufre más.
Dios envía luego las plagas de animales salvajes, peste y granizo. Antes de cada una, Moshé exhorta a Faraón a tomar consciencia de lo que está sucediendo, y que acepte dejar salir a los israelitas, pues no quiere el sufrimiento de los egipcios. Sin embargo, el Faraón no escucha y persiste en su posición negativa.
Luego de cada plaga, Moshé regresa a solicitar la libertad para su pueblo, y así detener el sufrimiento de Mitzraim, pero el Faraón sigue siendo intransigente.
Preguntas:
1. ¿Qué plagas son mencionadas en esta sidrá?
2. ¿Cuándo los brujos egipcios reconocieron su impotencia y el poder de H’?
3. ¿Quién no sufre de las plagas?
4. ¿Quién tenía su corazón endurecido? ¿Por qué es así?
5. ¿Dónde vivían los israelitas?
6. ¿Por qué los israelitas no escucharon a Moshé con sus promesas de Libertad?
7. ¿Por qué no lo escuchó el Faraón?
8. ¿Quién era el encargado de «Relaciones Públicas» de Moshé?
9. ¿Qué pedía Moshé siempre?
10. ¿Cómo vemos la bondad de H’ a pesar de las plagas que envía?