¿Saramago te enseña espiritualidad?

Todo lo que está mal con algo que tiene toda la pinta de estar muy bien:

«Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos»
José Saramago

No sé exactamente de qué habla el señor Saramago, pero me supongo (lo cual es un error mío de comunicación) que está refiriéndose a algo “espiritual”, o la conciencia, o algo del estilo.
Entonces, acá vienen los evidentes errores de tan magna frase catastrófica, pero aplaudida por las masas ignorantes.

Primero, el autor.
Es sabido del odio de este sujeto despreciable hacia los judíos y hacia el Estado de Israel.
Su maldad es tan grave que no duda en proteger criminales mientras se burla de verdaderas víctimas.
No abundaré en el asunto, simplemente que un ser tan oscuro como éste, sumergido en el estiércol de su Sistema de Creencias corrupto y perturbado, difícilmente tenga alguna aproximación válida para enseñar verdades de la dimensión espiritual.
Sí, hasta el pozo más hediondo quizás albergue un rescoldo de luz, pero no le podemos dar la autoridad como para moralizar o predicar acerca de lo que no sabe y que activamente repudia.
O sea, nada que escuchar de este sujeto al respecto de verdades espirituales.

Segundo, el autor.
Es sabido que las verdades espirituales NO se obtienen a través de inspirados locos, filósofos onanistas del pensamiento, desequilibrados morales que manipulan con astucia emocional (como el sujeto cuyo alias es Osho).
La Verdad, esa que sí existe y no podemos alcanzar, nos fue revelada para que la vislumbremos por quien es Verdad. Cuando el Eterno, quien es Verdad, reveló Su Torá a Moshé, cimentó las bases para que dejemos las vacías especulaciones filosóficas, abandonemos el vicio de la “opinosis”, enseñemos de acuerdo al sentimiento del momento, para que nos enfoquemos en recibir la enseñanza de los maestros, quienes a su vez fueron instruidos por sus maestros, y así en una sagrada cadena que une este momento con la revelación en Sinaí.
Saramago, el cómplice del terrorismo, el enemigo de Dios, el aborrecedor del judío y del judaísmo, dudosamente ha recibido enseñanzas espirituales de maestros aptos. Difícilmente haya sido receptor de partículas de Verdad, y tan solo habla de su hueca “verdad”, llena de confusión, egoísmo, torpeza, inmoralidad.
Por tanto, quizás suene maravillosa la dichosa frase que estamos comentando, porque de últimas el personaje es escritor y tiene habilidad para manipular las palabras; hasta puede chocar sin querer con alguna molécula de Verdad y resbalar con ella para que otros la reciban sin quererlo; pero sin dudas no debemos ir a buscar apagar nuestra sed con aguas de un pozo envenenado. Por más que tomemos agua, no nos estamos llenando de vida sino ahornándonos en muerte.
En resumen, el que quiere Verdad que sea discípulo de un maestro discípulo de un maestro que esté conectado con la Revelación en Sinaí.

Tercero, “algo que no tiene nombre”.
Si este hombre está hablando de cuestión espiritual, ese algo (que no es un algo en realidad) se suele llamar NESHAMÁ, la cual traducimos como espíritu, Yo Esencial, chispa Divina.

Cuarto, “dentro de nosotros”.
La NESHAMÁ NO está dentro de cada uno de nosotros, de hecho, no está en ninguna parte, puesto que no es parte del tiempo/espacio.
La NESHAMÁ podemos imaginar que la sentimos en nuestro interior, pero no se ubica en lugar alguno en este universo.

Quinto, “eso es lo que realmente somos”.
Bueno, aquí el escriba parece que sin querer no se equivocó y profirió un eco de enseñanza verdadera.
Porque la NESHAMÁ es lo que cada de uno de nosotros es, mientras vivimos en este mundo, antes de habernos encarnado, y cuando abandonamos los lazos terrenales.
Ese Yo Esencial supera hasta lo inimaginable el modesto Yo Vivido que estamos siendo durante nuestra vida terrenal.
Sin embargo, y aquí está el error de Saramago, realmente no somos ese espíritu.
Es muy, pero muy difícil explicar aquello que está por fuera del tiempo y el espacio, de hecho, es incomprensible e incluso inimaginable.
Por tanto, solo podemos ayudarnos con metáforas, tratando de aprehender lo imposible de atrapar.
Para ser breves y sencillos, lo que sentimos como un “soy”, como un “Yo”, es solamente una ilusión. Todos formamos parte de una Unidad, la IEJIDÁ. somos esas chispas del Divino, y aunque terrenalmente nos identifiquemos como individuos, no existe la tal individualidad. Somos elementos inseparables de la Unidad inseparable.
Si no lo entendiste, está bien.

Sexto, “existe”.
No me pondré a filosofar, no es lo mío y no me gusta.
Pero la NESHAMÁ no existe, sino que es.
¿No entendiste? Está bien.

Séptimo, el autor.
Hace años, gracias a Dios, ese costal de huesos que fuera llamado José Saramago ya no puede seguir inoculando su visceral veneno de serpiente, porque fallecido está.
Espero que en su último instante haya podido hacer TESHUVÁ, aunque tarde ya fuera para corregir la miseria que desperdigó por doquier.
Ahora está siendo sin ser, integrado quizás a la eternidad habiendo sufrido su merecido, cosechado su siembra. Pero no sé los cálculos del Eterno, ni cómo Él juzga.
Lo que importa es ver como construimos SHALOM a partir de estos mensajes tan nefastos, que se hermanan a los otros llenos de miserable odio con los que desparramó maldición por el mundo.
Y el error que estamos tratando de hacer ver con este punto es que pongamos las cosas en la perspectiva de la eternidad, entonces podremos evaluar, quizás, con un poco más de humildad las cuestiones que nos suceden. No juzgar desde nuestro Sistema de Creencias, no ser esclavos del EGO, sino romper las limitaciones de acuerdo a nuestras posibilidades para aproximarnos a la mejor versión de nosotros mismos.

Gracias por haber leído hasta aquí, a seguir estudiando para cumplir.
Shalom y bendición

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