Es natural y saludable que atendamos las necesidades de nuestro cuerpo,
así como brindarle el placer permitido y que lo fortalece,
pues nos beneficia en esta y otras dimensiones.
Tal como enriquecernos en los planos emocional, social e intelectual;
pues somos todo esto, en tanto habitantes en este mundo,
por lo cual el equilibrio depende de sostenernos y agraciarnos.
Sin embargo, cuando el hombre dedica su vida exclusivamente,
o con especial consagración,
a lo que irremediablemente perderá,
hay algo que no está bien.
Vamos por nuestras rutas ignorando los bienes espirituales,
de deleite eterno,
enfocados y atormentados por lo que pasará,
despreciando la felicidad a cambio de breves ratos de diversión.
Es mejor si elevamos nuestra existencia,
haciendo que en cada dimensión de nuestro ser,
sea la NESHAMÁ quien orienta y así manifestaremos una vida de plenitud certera
en esta vida así como en la eternidad.
Cuerpo, emoción, sociedad y mente colaborando en sincronía
bajo la batuta del espíritu,
haciendo que el Yo Vivido sea carruaje del Yo Esencial.
¡Cuánta felicidad!