El Eterno nos ha ordenado ser constructores de SHALOM, es decir actuar en todo momento siguiendo las líneas de la bondad (jesed) y la justicia (din).
Esa orden ha sido dada a través de Sus profetas de diversas épocas y con variados mensajes, pero el fondo sigue siendo éste: “humano, construye SHALOM”.
También está inscrito en nuestro ADN espiritual, pues es el código ético/espiritual por el cual se rige la NESHAMÁ (chispa de Dios en cada persona, espíritu).
El mismo código que fuera revelado como los mandamientos que el Creador diera a Adam, desde el origen de la humanidad; que luego repitiera a Noaj/Noé, tras el Diluvio; y que quedará por siempre registrado en la memoria colectiva cuando se los reiteró a Moshé/Moisés en aquel evento inigualable que fue la entrega de la Torá al pueblo judío en el monte Sinaí.
En un maravilloso resumen queda plasmado así:
“¡Oh humano, el Eterno te ha declarado lo que es bueno!
¿Qué requiere de ti el Eterno?
Solamente hacer Justicia, amar Bondad y caminar humildemente con tu Elohim.”
(Mija/Miqueas 6:6-8)
Bondad y Justicia, sin pretender saber más que el Creador; porque esto es lo que Él requiere de la persona.
De toda persona.
Este camino es el que nos permite convertir a este mundo en el Paraíso Terrenal.
Es el que nos brinda una plétora de dicha y bendiciones en esta vida y en la vida eterna.
Es cumplir la Divina Voluntad, para que nuestra voluntad sea cumplida.
Por supuesto que el código de conducta manifestado por el Eterno tiene múltiples mandamientos, Siete para cada gentil (cualquier persona que no es judía, sin importar lo que crea, sienta, suponga, delire) y los que correspondan de los 613 mandamientos de la Torá para cada persona judía.
Pero al hacer una abstracción de todos los mandamientos, el núcleo sigue siendo el mismo: la construcción de SHALOM con pensamientos, palabras y acciones de Bondad y Justicia.
Sí, también esos pilares que son el amor al Creador y el amor al prójimo se componen de estas moléculas de santidad como lo son la Bondad y la Justicia.
Siendo tan poderoso el mandato, tan valioso el premio, tan indispensable su función, tan único el mandante, tan beneficioso para todo lo existente… y sin embargo es tan difícil que el mensaje penetre la mente y se haga carne en cada persona.
Porque la gente corre a abrazarse a religiones e ideologías, se inventa excusas, delira con mágicos dioses y súper poderes, racionaliza sus conductas enfermas, justifica sus bobaliconadas, desmiente sus maldades y se está alejando de su esencia, de su verdadera identidad con todo ello.
Entonces estamos llenos de mitos, creencias absurdas, fe en idioteces, acciones aberrantes, destrucción y caos, palmaditas en la espalda para asegurarnos en nuestra senda de maldición… triste y patético destino el que estamos armando, ¡en lugar de construir SHALOM!
Es hora de hacer la verdadera revolución, que es retornar a nuestra esencia y ser leales a quien en perfección somos.
Volvamos a la tarea de construir SHALOM, sin más demoras ni excusas.
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