La gente que realmente piensa, y le interesa un poco divagar filosóficamente, a veces se cuestiona acerca de qué es verdad y cómo se puede intentar comprobarla.
Hay otra gente que está afiliada de manera servil a sus creencias, esclavizada a su Sistema de Creencias, por tanto, no pregunta acerca de la verdad porque consideran que ellos ya están en posesión de la misma.
En el judaísmo clásico es sabido que la Verdad es inaccesible, porque es el sello de Dios, signo de Su «identidad». Por tanto, imposible de alcanzar, como todo lo que es Dios. Él es incomprensible, inimaginable, inentendible; todo lo que decimos de Él son pobres palabras que ni siquiera rozan una infinitésima parte de Su realidad. No hay palabras, ni imaginación, ni fantasía que nos permita conocer algo de la Divina esencia. Solo tenemos aquello que Él se encargó de revelarnos a través de Sus profetas, a cuya cabeza está Moshé. Luego, los verdaderos Sabios nos explicaron aquellas profecías, las pusieron en un idioma comprensible, pero ni ellos, ni nosotros, tenemos la capacidad de acercar nuestro finito intelecto a su infinito Ser (aunque Dios no es un ser, ni existe, pero de alguna forma tenemos que hablar para tratar de al menos comprendernos entre nosotros).
La sugerencia es que tomemos que en nuestra psique operan instrumentos, que por lo general no son visibles para nosotros.
Nuestros conocimientos previos, opiniones, creencias, fabulaciones y perspectivas nos hacen creer en cosas sin cuestionarlas. Como si en determinado momento nos fuimos armando ciertas ideas que pasan a dictar como interpretamos lo que pasa, o incluso de cierta forma determina lo que está pasando. Como si la verdad fuera relativa, no porque ella cambie, sino porque somos incapaces de alcanzar a conocerla. Por tanto, nos vamos atando a ideas, a formas de ver el mundo, de sentirnos y después nos cuesta ir haciendo cambios, ya que hay que enfrentarse y revisar aspectos que están bien profundo en nuestra mente.
A veces podemos cambiar ese mundo interno que nos hace ver el mundo general de determinada manera, pero precisamos trabajar muy profundamente en nuestras creencias y aceptar que no tenemos la verdad y que podemos cambiar y está bien hacerlo.
Entonces: ¿cómo podemos hacerlo?
Con humildad, aceptando el diálogo, no haciéndonos fanáticos de ninguna cosa, preguntando para conocer, no tener miedo a estar equivocados, cambiar cuando sea necesario hacerlo, no tomar nada como verdad porque otros lo digan o lo acepten como tal, ni siquiera aceptar que algo es verdad porque le dice una figura de autoridad. Hay que ejercitar le pregunta crítica, que es la que trata de conocer para saber, en la medida de lo posible, en vez de ser cómodos y quedarnos en nuestra cajita.
Otra cosa que me parece muy corrientemente afecta la visión que tenemos de las cosas, y por lo tanto de lo que creemos, son los sentimientos y las emociones. Es evidente que así sea, pues no están separados de la mente, son una parte primitiva y abisal de la misma.
Tenemos trabajo por delante.
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