Miedo al miedo

Hemos enseñado y aprendido mucho en este sitio acerca del miedo.
De su origen, de su función, de cómo manejarlo, de cómo evitar sus consecuencias, de sus modalidades, de su única raíz, de su diferencia con la precaución.
Sí, hemos dedicado mucho tiempo, energía y trabajo para tener más conciencia carca de este importante tema, y sin embargo, hoy retomamos un poco su estudio.
Te invito a repasar todo lo anterior y que encuentras en este hogar publicado, para seguir aprendiendo, para corregir, para mejorar, para obtener mayor Luz.

El miedo está presente en nuestra vida, sea que se manifieste con mayor o menor presencia en nuestra conciencia.
Es natural, es normal.
Deja la zona de la normalidad cuando se convierte en crónico, imposible de eludir, más allá de límites relativamente soportables.
Existen cinco miedos básicos, de los cuales se desprenden la infinidad de los otros miedos; a saber:

  • miedo a la imposibilidad física-material: muerte, enfermedad, accidente, encierro, pobreza, invalidez, vejez, debilidad, agresiones, hambre;
  • miedo a la imposibilidad emocional: soledad, sufrimiento, abandono;
  • miedo a la imposibilidad social: miseria, anonimato, rechazo, incapacidad de obtener logros valorados socialmente, burla, vergüenza, ser dejado fuera del grupo, exilio, destierro;
  • miedo a la imposibilidad mental: locura, senilidad, confusión, ignorancia, deficiencia perceptivo-cognitiva, olvido;
  • miedo a la imposibilidad seudo espiritual: a lo desconocido, al mal, a lo que hay después de la muerte, a seres fuera de la naturaleza, a brujería, etc.

Estos cinco tienen una única raíz en común: el miedo a no poder.
Al “no poder” se circunscriben todos nuestros miedos.
Es la expectativa a no tener el control, a perderlo, a ser incapaces de dominar x aspecto.
El miedo siempre es una mirada distorsionada hacia adelante.
No está enfocado en el tiempo presente, ni toma en cuenta los reales datos para evaluar los riesgos y probabilidades.
Lo que sentimos cuando sucede algo negativo o perjudicial ahora, no es miedo. Puede ser susto, impotencia, ira, pero no es miedo.

Por supuesto que la cautela o precaución NO es miedo.
Por el contrario, en la cautela se tiene en cuenta los posibles peligros así como la capacidad (poder) para evitarlos o reaccionar en caso de que se desencadenen.
En el miedo, es la falta de poder lo que espanta, lo que lo genera.

En base a esa expectativa de no poder, tomamos decisiones, seleccionamos, evitamos, huimos, agredimos, suponemos.
Por esto, el miedo puede convertirse en determinante de nuestras vidas.

Es necesario hacer consciente el miedo, admitir su presencia, reconocerlo, saber que está. Es muy perjudicial negarlo cuando existe. Tampoco es positivo minimizarlo y ridiculizarlo.
Lo más efectivo es admitir que lo sentimos, para luego desarmar su efecto al aceptar que es solamente una proyección nuestra de sufrir a futura alguna impotencia.
Es decir: reconozco que siento miedo, analizo y encuentro que me lo provoca la suposición de que no tendré el control en x situación futura. Pero, no es ahora que me está pasando, y por tanto no tengo ninguna forma de ejercer control sobre una situación que existe únicamente en mi fantasía. Pero sí puedo modificar mi fantasía, reubicarla dentro de los parámetros de la realidad.
Si amerita que ande con cautela, entonces convertí el sentimiento de impotencia en una herramienta saludable.
Si es una situación que deberé experimentar y en la que realmente no tendré el control, entonces podré optar por vivirla o evitarla. Si decido vivirla y no tengo el control, ¿de qué me sirve el miedo?

Con un ejemplo quizás se entienda mejor.
Estoy ahora en mi casa y me invitan a dar una conferencia en otro país. Deberé viajar en avión. Pero ahora no estoy abordo de ningún avión, estoy en casa, y sin embargo se dispara el miedo. El avión sufrirá un percance, cualquiera, y yo no tendré ningún poder allí. Caeré sin tener a mano nada que me salve. Seré un ente impotente, destinado al terror. Mi cerebro percibe mi miedo y dispara los mecanismos para evitar daños. Pero, no existe un peligro real, está solo en mi imaginación. Por lo cual, esos mecanismos en vez de ayudar a tranquilizarme, me agitan aún más. El cerebro percibe que el ánimo sufrido se incremento, por lo que automáticamente intenta rescatarme de lo que sucede. Pero eso no me sirve en la realidad, porque me hunde aún más en confusión y dolor. Y así continúa el ciclo negativo.
Si no hago algo saludable, con mucha dificultad abordaré el avión y estaré sufriendo todo el viaje, y seguramente que después también.

Como ves, la imaginación dio paso a reacciones en cadena que fueron incrementando el nivel de displacer.
Mayor desconexión de la realidad, menos LUZ alumbrando nuestro ser.
Más intentos desesperados del EGO por sostener la apariencia de control; pero que solamente servían para incrementar la sensación de impotencia.
Estamos así sometidos al miedo.

¡Alto!
Reconectémonos con nuestra NESHAMÁ, evitemos los jueguitos del EGO.
Sepamos que tenemos poder, pero que también somos impotentes.
Cuando estamos en condiciones de dominar, ¿por qué habremos de temer?
Y si la situación es de falta de control, ¿de qué nos sirve desesperarnos?
Claro, el EGO no hace este cálculo, solamente hace lo que sabe hacer: reaccionar con sus herramientas básicas.

Es esa reacción la que debemos detener antes de convertirla en acto, y en lo posible antes de que sustraiga energía vital y la derive hacia imaginaciones tóxicas, de mayor desconexión con la realidad.
Puedes decirte: “Ahora no estoy en el avión, estoy en casa, lo que imagino no es una realidad ni es un destino que ocurra. Sé que me genera miedo el volar, porque pueden pasar muchas cosas dañinas, la mayoría de las cuales van más allá de cualquier poder que yo tenga. Si quiero hacer el viaje, tomaré la decisión y me entregaré a lo que suceda. Controlaré aquello que está en mi dominio, y no me enfocaré en lo que no puedo controlar. Respiraré de la manera indicada, meditaré, rezaré, haré aquello que está en mí para que mi viaje sea placentero y luego ya no estaré sometido a mi mente secuestrada por el EGO. ¿Qué me quiere enseñar este miedo? ¿Qué puedo aprender de él? ¿Cómo hacer mejor mi tarea como constructor de SHALOM ahora que siento y sé que tuve este miedo?”.

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Jonathan Ortiz

Este texto es grandioso Moré. Es terapeutico, liberador, da luz!

Millón gracias!

Jonathan Ortiz

Bien leido se convierte en un «tourning point», una señal muy clara para no seguir perdiendo tiempo por el camino equivocado. Pareciera que pasamos más tiempo teniendo miedo de algo que afrontando las cosas a pesar del miedo.

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