¿Quién te cura?

El EGO está para salvarnos cuando estamos en estado de real indefensión, pero nos habituamos desde pequeñitos a su modo de trabajo y entonces lo aceptamos como rey en lugar de mantenerlo como un siervo útil como último recurso.
Esta confusión de roles nos lleva a vivir una vida ilusoria.
Por esto, sufrimos, nos amargamos, luchamos inútilmente, tenemos dioses, somos religiosos, manipulamos, somos violentos, mentimos, nos negamos a crecer, obstaculizamos nuestra conexión con el Uno y Único Dios, perturbamos nuestra vida, perjudicamos nuestro lazo con el prójimo y tantas otras cosas más que son lisa y sencillamente signos y síntomas de nuestra enfermedad.

Es calamitoso, porque estando enfermos ni siquiera tomamos conciencia de nuestra situación, somos ignorantes de nuestro mal, y por tanto difícilmente hagamos lo necesario para ser felices, fuertes, benditos, de bendición, sanos.
Como el mal que nos corrompe es un hecho, no es imaginario, estamos de continuo enmascarando los síntomas. Debemos hacer de cuenta de que todo está bien. O achacar culpas. O encontrar chivos expiatorios. O justificarnos para mantenernos en nuestra celdita mental, en esa zonita de confort que es espantosa pero que conocemos y nos da cierta estabilidad.
Inventamos excusas para seguir enfermos, ¡si hasta declaramos impíos, pecadores, locos, enfermos, herejes a los que tienen un rayito de conciencia y despiertan a sus miserias para emprender aunque sea un poquito el camino de la espiritualidad!

Pero, el enfermo se aferra a su malestar como si fuera precioso. Se fanatiza aún más en su religión. Anda por el mundo haciendo de misionero, sea con modales amables o con cruzadas sangrientas y crueles. Todo vale para el enfermo con tal de mantenerse acurrucado en su cloaca a la que llama “salvación”. Tiene tanto miedo. Es tan esclavo del EGO, al que adora como un dios. Está tan derrotado y carcomido por esa pestilencia que le cuesta aceptar que tiene oportunidad de liberarse y sanar.

A veces es necesario que lo muevan un poquito, con dulzura pero severidad, para que se dé cuenta como se está hundiendo más y más en la enfermedad.
Por ahí, quien sabe, pueda abrir un poquito un ojo y darse cuenta de lo terrible de su estado de exilio espiritual, de decadencia multidimensional, de lejanía del camino de la NESHAMá.
¿Quién lo puede saber?
Tal vez el amoroso zarandeo fuertecito pueda ayudarle a romper alguno de los eslabones que lo tienen atado al EGO. Son eslabones tan frágiles, pero al mismo tiempo tan duros.
Pero, es posible.
¡Claro que es posible!

Pero, salir de la celdita mental, curar de la enfermedad terrible, solamente lo puede hacer cada uno por sí mismo.

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
2 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
Cecilialopez

Mi nombre en hebreo es OrA soy observante del judaismo. Asisti A una sinGoga varios años amo al pueblo judio aclamo A HAchen por el por eso quiero seguir aprendiendo gracias.

0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x