Es habitual que el EGO quede al mando de la vida de la persona y la someta a sus caprichos.
Vive sumergida en sentimiento de impotencia, manipula, siente miedo, escapa, disfraza su realidad, busca dioses fuera, o líderes fuertes, cosas a las cuales aferrarse (supersticiones, religiones, partidos políticos, hinchadas deportivas, equipos deportivos, etc.) que le hagan mitigar sus pesadillas y angustias.
¿Entiendes cómo y por qué hay tanta corrupción en el mundo?
No es por una cuestión diabólica o mágica, es simplemente como estamos diseñados y la manera que tenemos de accionar primitivamente.
El EGO de cada una de las “ovejas” que está sometido al EGO del “pastor”.
Nuestras debilidades, reales o sentidas, nos hacen buscar el cobijo, la protección, la salvación, y desesperados corremos a las garras de los lobos que se disfrazan como pastores.
Tristemente nos recuerda el sabio proverbista: «Lo que el impío teme, eso le vendrá; pero a los justos les será dado lo que desean.» (Mishlei / Proverbios 10:24).
Lo que el EGO lleva a temer, suele ser lo que sobrevendrá.
Si la persona quiere escapar de la soledad, manipula para no estar solo, se esconde del aislamiento, terminará tarde o temprano solo, aunque esté rodeado de gente.
Aunque haga cualquier sortilegio y fórmula mágica pretendiendo controlar a su dios y de ese modo milagrosamente sentirse controlando al universo, terminará avasallado por las fuerzas que no puede controlar… si ni siquiera puede controlar lo que siente, cómo se siente, cómo se somete al EGO…
Y así con cada pesadilla que se le cruce, tarde o temprano se hará realidad. A no ser que cambie la pisada, que evapore al EGO, que viva de acuerdo al AMOR.
Lo mismo, exactamente igual, ocurre con el aprovechador, el pastor de la manada. Pudiera parecer que está por encima de sus miedos, que tiene el poder, que se aprovecha con libertad de la indefensión de los otros.
En lo superficial, eso puede ser exacto. Es un poder evidente el que tiene sobre otros, pero es solo una apariencia.
Su poder descansa sobre pies de barro que en cualquier momento se despedazan y provocarán la caída del poderoso.
Tal como en el sueño del emperador que interpretara el vidente Daniel: “Tú, oh rey, veías y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.” (Daniel 2:31-34).
Cuando algún poderoso alcanza su dominio empleando las herramientas del EGO, el suyo es un falso poder. Como el de dictadores o imperios que dominan por la fuerza de las armas, de las mafias que atormentan con su violencia, de los grupos de influencia que dictaminan orientaciones con manejos económicos poco honestos, los chicos pendencieros que escapan de su debilidad atormentando a otros, etc.
Detrás de todas estas máscaras de poder, detrás de todos estos uniformes de dominio, hay hombres débiles, miserables, desgraciados, temerosos, incapaces de vencer a su EGO.
Estamos metidos en un juego macabro en donde gente pendiente de lo que otra gente ve, opina, juzga, critica, proclama, denuncia, reclama, ordena, manipula.
Un jueguito recíproco de manipulaciones, en donde alternativamente podemos ser víctima, agresor o salvador. Y vamos dando tumbos, buscando salvadores, salvando o agrediendo y detrás de estas tres imposturas, siempre el EGO.
El Rav Kook enseñó: “hay gente libre que tiene alma de esclavo y hay esclavos que están sus almas llenas de libertad; quien confía en sí mismo es libre, en tanto que el que está pendiente de la aprobación y beneplácito de otros, es un esclavo.”
Todos nacimos para ser libres, solamente atados a los mandamientos del Eterno.
Pero allí, en medio, se interpuso el EGO.
Éste nos lleva a buscar a quien manipular y por quien ser manipulado.
Si viviéramos con confianza en nuestra misión sagrada, con amor y respeto por nuestra identidad, con aprecio a nuestro legado, entonces no estaríamos en derrota, en exilio, esclavizados. Pero, no confiamos, no amamos, no respetamos, no cuidamos, y por ello nos sometemos.
Así, en un gran fracaso nos amparamos en dogmas y doctrinas, creencias y religiones, filosofías e idealismos, proponemos dar otras mejillas pero alzamos las armas (como los cruzados del cristianismo), clamamos por paz pero estamos manchados de sangre (como los islámicos, “religión del amor” llaman a la suya, pero solo predican y actúan el salvajismo más cruel y sádico), nos envolvemos con rituales pero carecemos de solidaridad (como tanto religioso pero carente de espiritualidad).
Es una imagen que se repite, una y otra vez, en cada época, en cada lugar.
Desde antaño los profetas del TANAJ la denuncian y profetizan, una y otra vez.
Y son los profetas quienes proponen la solución: la TESHUVÁ, que es el proceso del sincero arrepentimiento (que ya estudiamos varias veces aquí).
Por ejemplo, el profeta Amós clamaba:
«¡Buscad al Eterno y vivid!…
Vosotros que convertís el derecho en amargura y echáis por tierra la misericordia,
buscad al que hizo las Pléyades y el Orión, que a las tinieblas convierte en mañana, y que hace oscurecer el día hasta que se hace noche. Buscad al que llama a las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. ¡el Eterno es su nombre!
…
¡Buscad el bien y no el mal, para que viváis!
Así estará con vosotros el Eterno Elokim de los Ejércitos, como decís.
Aborreced el mal y amad el bien.
Estableced el juicio en el tribunal…«
(Amos / Amós 5:6-8, 14-15)
Así pues, hay que arrepentirse, volver a la senda correcta.
Dejar de lado al EGO para vivir de acuerdo al AMOR.
No se brinda por gracia, ni cae en paracaídas desde el cielo.
No es obra de espíritus santos ni de revelaciones majestuosas.
No se produce con bailoteos, parloteos y ensalmos cabalisteros.
No depende de la aprobación de un jeque religioso, ni del acuerdo de los poderosos.
Todo esto es manifestación del EGO.
Sino que se produce con un trabajo constante, sin pausa, respetuoso, de construcción de shalom.
No lo hacemos de un día para el otro.
Cada momento con acciones de bondad y justicia.
Con un pensamiento genuinamente positivo.
Con comunicación auténtica.
Con lealtad al Eterno y especialmente solidaridad con el prójimo.