Cuando la otra persona, o la situación en sí, nos hace sentir impotencia (o la vivimos), de forma automática surge la respuesta del EGO.
Ésta puede ser con llanto, grito, golpe o desconexión de la realidad, cada una de éstas o alguno de sus derivados.
Hagamos memoria y rápidamente veremos que es así.
Te pongo un par de ejemplos, solo como ilustrativos, no te quedes pegado a ellos.
El conductor de adelante va lento, no tienes como rebasarlo, además hizo una maniobra terrible y casi le chocas. Sigue lento, como de paseo en mitad de la jornada laboral. Tú quieres llegar más rápido. Te agitas, te pones tenso, sudas, estás ansioso, lo insultas, le gritas alguna cosa poco bonita, le muestras el dedo medio, tocas la bocina como si eso le diera alas al auto, desearías romperle la cara a ese maldito que te estorba en tu apurado transitar.
Tu hijita se niega a comer, le pides por las buenas, sigue sin comer. Le pides que coma, ahora subiendo el tono de tu voz, sigue sin comer. La amenazas con alguna reprimenda si no come, entonces ella juega con la comida pero no come. Gritas, ella hace pucheritos, como para largarse a llorar y no come. Gritas más fuerte, y de paso agregas alguna palabra fuerte, quizás hasta la zarandeas un poco o tomas el tenedor y quieres embucharle al menos un bocado, y ella sigue obstinada sin comer, ahora llorando y berreando amargamente.
EGO y sus reacciones… ¿las ves?
Revisa en tus recuerdos, en tus hábitos, en tu forma de hacer las cosas y verás al EGO trabajando, probablemente al mando de tu vida.
Responder desde el EGO es lo útil en una situación que es de extremo peligro vital, cuando nuestra vida está en juego y la reacción instintiva de supervivencia es la necesaria.
El EGO está allí para auxiliarnos en la supervivencia, cuando no hay otra forma posible e inmediata de responder.
Pero, responder desde el EGO ante el sentimiento de impotencia, sirve para aumentar el problema, hacer más pesada la sensación de debilidad, alejar de la resolución pacífica y saludable, enturbiar las relaciones, agravar la enfermedad.
Una buena manera de actuar fuera del contralor del EGO sería a través de un estado de conciencia donde tengamos buenos pensamientos y actuemos compasivamente con la persona que nos hace sentir impotentes.
Esto no implica negarse a lo que es justo, a detener al verdadero agresor, a que las autoridades pertinentes se encarguen de ajusticiar al perverso que nos daña.
No estamos tratando de cuestiones “graves”, sino las cotidianas, esos constantes enfrentamientos con tu pareja, esas peleas por dominio con tus hijos, esas bromas con tus compañeros, esas luchas constantes para demostrar tu poder, tu fortaleza, tu dominio, para no caer en la angustia de la impotencia.
Es en estas ocasiones diarias, de muchas veces al día, que te propongo lo de actuar con buenos pensamientos y compasivamente.
Una buena manera de entrenarse para alcanzar la maestría en la construcción del Shalom, puede ser el desear que el otro reciba un baño interior de Luz de Vida.
Este buen deseo no alcanza, pero es un bello inicio.
Así, en vez de ponerse ansioso y agredir cuando el conductor de adelante va lento, bien podemos desear que esté lleno de Luz, que su vida sea bendecida. ¡Todo lo contrario a las maldiciones y palabrotas que “naturalmente” diríamos, producto del EGO!
Puedes argumentar que no sientes esa compasión, que en verdad quieres mandarlo al demonio, que se pudra, que choque, lo que sea menos que le deseas Luz de Vida. Y sí, es comprensible. Tú y yo, todos tenemos mucho que des-aprender. Pero no pongamos esto como excusa para seguir haciendo lo mismo que es enfermo y malo. Comencemos el cambio, seamos constructores de Shalom.
Deséale el baño interno de Luz de Vida. Que el Eterno bendiga su existencia. Aunque no lo sientas. Aunque te parezca hipócrita de tu parte. ¿Cuál es el problema? Dios no te enjuiciará por desearle el bien al prójimo, aunque no te sientas compasivo realmente. Por el contrario, este ejercicio de accionar por la positiva en lugar de reaccionar desde el EGO te hará fuerte. Te dará el dominio real sobre tu vida. No serás todopoderoso, no te escaparás del sentimiento de impotencia, pero estarás mejor parado para no volver a la celdita mental del EGO.
Pero, no caigamos en trampas del EGO al pretender hacer esto.
Porque alguno puede hacerlo con la idea de recibir algo a cambio.
Por ejemplo, Dios me recompensará si hago esto. O el otro se correrá del camino y podré avanzar como yo quiero. O me siento bien conmigo mismo porque soy tan genial que no me ofusco sino que bendigo de corazón.
Todo esto sigue siendo EGO.
Porque lo hacemos para recibir algo a cambio, y ésta no es la idea correcta.
Hazlo, porque es bueno hacerlo.
Seguramente recibirás muchas cosas buenas, para empezar menos presión del EGO, más salud multidimensional, mejores relaciones humanas, mayor paz, entre otras cosas.
Pero que no sea el recibir tu meta, sino solamente un beneficio secundario, muy lindo, muy bueno, pero no lo principal, no tu sentido de vida.
Al desearle al otro Luz de Vida, estarás siendo tú bañado por ella.
Aunque no seas genuino al principio, el acto de entrenarte te dará esa clara armonía, unidad, conexión.
Desea el bien, hazlo.