Dentro de un rato sale mi omnibus hacia una ciudad del interior de mi país.
Viajo al encuentro de una pequeña comunidad, que ha conocido tiempos mejores, tiempos de mayor esplendor, tiempos de más miembros, tiempos de más actividad.
Viajo al encuentro de estos hermanos míos, que difícilmente en el año acceden a practicar acontecimientos comunitarios judaicos.
Es un viaje en el espacio, un recorrido de algunos cientos de kilómetros.
Pero es también un viaje en el tiempo, al retorno hacia las fuentes, hacia el reencuentro con esa esencia pura e inamoviable que nos forma a todos.
Un viaje hacia el alma.
Hacia el alma de esas buenas personas que me recibirán para conmemorar juntos el Iom HaKipurim, hacia las luminosas almas de esos judíos que se aferran con amor a sus raíces, y que de la mejor manera posible para ellos sobreviven a la cruda realidad que se les opone.
Y también me aproximo hacia mi alma. Hacia un punto de reflexión sincera y descarnada, en el cual debo confrontarme en el inequívoco espejo que me presenta el Todopoderoso, para que me vea honestamente, sin excusas, para que perciba los errores, las manchas y también lo pulcro que está ahí. De modo tal de transformarme en este sacro día, y salir renovado mañana a la noche, como una nueva persona, mejor, más próxima al Eterno, más amoros de mi prójimo, más puro.
Esta tarea de perfeccionarnos, de aprovechar el espejo celestial que Él nos impone este día, es para todos nosotros, para todos los Hijos de Israel.
Aprovechar positivamente este día, es actuar con prudente sabiduría.
Aceptar el yugo celestial, es una demostración de verdadera libertad interior, que fortifica toda libertad exterior.
Usar Iom Kipur como un trampolín para el crecimiento personal, es entender el motivo por el cual Él lo ha señalado y santificado.
Sí, me espera un torutoso viaje, incómodo, peligroso, fatigante, molesto, de unos cientos de kilómetros dentro de mi país, y de cientos de momentos para mejorar dentro de mi alma.
Tú puedes hacer un viaje similar, rumbo a ti mismo, al encuentro de tu prójimo, al abrazo con el Padre celestial.
¿Estás preparado para la aventura?
Quiera el Eterno que de este Kipur hasta el siguiente haya cambios positivos, para nosotros, para todo Israel, y para la humanidad.