En la perashá Nasó encontramos la siguiente orden:
«El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
’Manda a los Hijos de Israel que alejen del campamento a todo el que padece tzaraat, que padece de flujo y que se impurificó por un cadáver.
Alejaréis del campamento tanto a hombres como a mujeres; los alejaréis para que no impurifiquen el campamento de aquellos entre los cuales Yo habito.’»
(Bemidbar / Números 5:3)
Por tres motivos diferentes se produce este alejamiento del campamento de Israel:
- quien padece tzaraat: enfermedad de origen ético/espiritual que ya hemos explicado en numerosas oportunidades;
- quien padece de una enfermedad que le hace fluir líquido seminal de manera constante;
- quien ha estado en contacto con un cadáver.
El metzorá se encuentra en su estado de impureza a causa de acciones voluntarias, él ha actuado de manera contraria a la Ley, afectando con su accionar al prójimo, llevando la corrupción y la desconexión con la vida adrede entre los hermanos del campamento.
El zav, quien padece de flujo, está enfermo físicamente y llegó a esa condición por no haber tenido la prevención adecuada, por no cuidar su salud ni esmerarse en evitar aquellas cuestiones que le provocaran la afección. No está así por haber fallado en su plano ético/espiritual, pero ciertamente tiene algo de responsabilidad en su condición. Está desconectado de la vida al perder de manera constante semen, y también por estar en desequilibrio a causa de su enfermedad.
El impuro por contacto con cadáver, puede que esté en ese estado voluntariamente, pero no se le puede achacar ninguna cuestión negativa; por el contrario, probablemente esté impuro porque su contacto con el cadáver haya sido para encargarse del sepelio, velatorio o entierro. Es decir, su desconexión con la vida no se debe a una acción negativa, lo que lo diferencia de los dos anteriores.
Debido a la gravedad de cada uno de estos es su alejamiento:
- el metzorá es apartado por completo del campamento;
- el zav no puede estar en Ierushalaim, o en las inmediaciones del Santuario cuando todavía no se había erigido el Templo en Ierushalaim;
- el impuro a causa de cadáver no puede ingresar al monte del Templo.
Así vemos que aquel que por su conducta impropia, de confrontación a lo ético/espiritual, no tiene cabida entre sus hermanos, apartado al máximo del centro de santidad; en tanto y en cuanto no proceda a una TESHUVÁ íntegra, que le restituya a su estado original saludable, y reciba el perdón divino.
Quien no supo cuidar de su salud y por ello fue alejado de la zona de la santidad, también debe hacer TESHUVÁ, pero ya no enfocado en una provocación ética/espiritual, sino en mejorar su conducta cotidiana, no dejarse llevar por la indolencia, la pereza, la comodidad, la apatía sino que debiera admitir sus puntos oscuros, dejar de dar excusas por ellos y entonces dedicarse a trabajar para crecer como persona integral.
El tercer caso, realmente no tiene en principio nada por lo cual ser reprobado, y sin embargo debe tomar conciencia de que todos estamos a merced de la muerte pero no tenemos que estar enfocados en ella, sino en hacer lo que es bueno y justo, llenar de vida el mundo, hacer que cada instante sea valioso para que entonces cuando nos llegue el tiempo de partir, nuestra vida sea nuestra herencia que dejamos tras de nosotros.