Cuidado con dejarse llevar por lecturas superficiales.
Un buen amigo había leído una traducción del Mishné Torá, Libro de la Teshuvá, capítulo 2, ley 5; donde encontró lo siguiente:
“Es muy loable para una persona que se arrepiente de confesar en público y hacer que sus pecados conocer a los demás, revelando las transgresiones que cometió contra sus colegas.
Debería decirles: «aunque he pecado contra esto y lo otro, la comisión de los siguientes delitos …. He aquí, me arrepiento y expreso mi pesar.» Cualquier persona que a, por orgullo, encubre sus pecados y no revelarlos no lograrán arrepentimiento completo como [Proverbios 28:13] dice: «El que encubre sus pecados al no tendrá éxito.»
¿Cuándo se aplica lo anterior? En lo que se refiere a los pecados entre el hombre y el hombre. Sin embargo, en lo que se refiere a los pecados entre el hombre y Dios, no es necesario dar a conocer las propias transgresiones []. De hecho, revelando ellos es arrogante. Por el contrario, una persona debe arrepentirse ante Dios, Bendito Sea, y mencione específicamente sus pecados ante Él. En público, se debe hacer una confesión general. Es a su ventaja de no revelar sus pecados como [Salmos 32: 1] dice: «Bienaventurado aquel cuya transgresión es perdonada, cuya espalda está cubierta.»”
(Traducción desde el inglés aportada por el traductor automático de Google, puede contener imperfecciones).
Y estaba a punto de hacer una confesión masiva, pública, ilimitada de pequeños errores de su pasado en los que había jugado “bromas” a amigos suyos en la infancia o juventud.
Por las redes sociales, en un weblog, así abiertamente, para quien estuviera de paso y pudiera interesarle, la noticia de sus torpezas de chiquilín estarían a la luz.
Afortunadamente me lo comentó, e incluso se aferró a que esto había leído en un libro (de dudoso origen editorial, agrego inmodestamente yo) avalado por no se qué rabino y que por tanto él quería purgar su alma de esta forma.
La frase que subrayé más arriba era la que daba carbón a su fuego, para mantenerlo ardiente y a punto de incinerarlo públicamente.
Yo trate de razonar con él, de usar la lógica, de explicarle el proceso de la TESHUVÁ de manera coherente; pero, una y otra vez chocaba con ese muro de incomprensión (sostenido por el EGO, supongo) que terminaría por doblegarlo, dejarlo impotente, a merced de la burla, el escarnio, la humillación.
¿Era eso necesario?
Bueno… de acuerdo a la “lógica” manipuladora del EGO, por supuesto que es lógico. Ya que el EGO emplea lo que tenga a disposición para someter a la persona al sentimiento de impotencia, y así mantenerse en control de su vida.
A veces la impotencia se pronuncia como abandono, debilidad, victimización; a veces viene como arrogancia, presunción, fuerza externa pero sin cimientos que la soporten realmente.
Entonces, le explique con sencillez y VERDAD que es lo que debe entenderse en ese párrafo subrayado, y tenemos la acotación del Rahaba”d en la imagen que acompaña este texto (tomada del Proyect haSHUT de la Universidad de Bar Ilán).
La confesión del pecado contra el prójimo, al momento del arrepentimiento debe ser hecha ante la persona a la cual uno perjudicó, y posteriormente ante Dios. No ante rabinos, curas, clérigos, maestros, etc. Menos que menos ante el público en general.
Es sumamente importante el hecho de poder expresar al otro lo que hemos hecho, así como a Dios; PERO, al otro que hemos agobiado con nuestra conducta, no a cualquier otro.
Entonces, ¿cómo dice el párrafo subrayado que es loable hacerlo público ante los demás?
La respuesta es simple, clara, concisa y no da lugar a dudas.
Si el pecado del que uno se arrepiente había tomado pública consideración, entonces a la hora de la TESHUVÁ es loable que el pedido de disculpas también se haga llegar al público.
Obviamente que es el perjudicado quien debe recibir de primera mano el pedido de perdón.
Pero, el hecho de que algo ya conocido erróneo pueda ser clarificado ante los otros que lo supieron, entonces es la manera de proceder.
Pero, NO hacer público lo que debe permanecer en privado.
La auto inmolación pública no es parte de la cultura santa y saludable de los que seguimos el camino espiritual.
Recuerdo en una ocasión alguien confesó sus faltas a aquellos que fuimos victimas de tales acciones. Personalmente lo perdoné pero nunca más le di el mismo trato luego de haberme enterado por su boca lo que habia hecho en contra de mi persona.
Gracias
si, uno puede y debe perdonar, pero eso no implica volver a caer en las trampas del otro.
por otra parte, si uno sigue con cierto rencor, es necesario hacer lo posible para no tenerlo.
Si, no es fácil lidiar con el rencor. En aquel momento y mientras mantuve contacto con esa persona no niego haberlo sentido. Hoy en dia en realidad no me afecta, pero se puede decir que hay cosas que mejor se quedan en silencio.
lo q no se maneja, se guarda dentro y pued causar daños.
mejor sacarlo, de la manera sana.
La palabras de los jajamim deben ser entendidas, muchas veces, a la luz de otros jajamim, si les contara las «linduras» que he oído cuando alguien interpreta a su modo las palabras y en especial los actos de los grandes jajamim
cuente alguna¨!
Pues sobre todo lo que tiene que ver con las jumrot (severidades), como algunos jasidim acosumbraban a bañarse en agua fria y acostarse en nieve (claro en países de Europa) haya gente que ha leido esas historias y pretendian hacerlo mismo; o tambien, por que sí por que se siente más «tzadilkim», se ponen dos tefilim… olvidando que esas son cosas ecepcionales que hacen algunos jajamim para hacer tikunim (rectificaciones) muy concretas y personales, y la halajá básica, la elemental, la requerida no buscan estudiarla