Este sábado por la mañana no se lee una parashá del ciclo anual de lecturas, sino aquella porción que dictamina la Tradición para el día de la festividad de Sheminí Atzeret, en la diáspora, que se encuentra en Devarim/Deuteronomio 14:22 – 16:17; además de leerse en un segundo sefer el Maftir en Bemidbar/Números 29:35 – 30:1. En Israel la lectura es diferente, puesto que también se celebra este día al unísono la festividad rabínica de Simjat Torá; nosotros fuera de Israel la celebramos al día siguiente.
Shminí Atzeret es una festividad en sí misma, que no debe confundirse como un día más de Sucot. Por tanto, no se debe vivir en la Sucá, ni bendecir los Arbaat haminim, ni cualquier otro de las costumbres asociadas a la festividad inmediatamente previa.
Fuera de Israel, por una complejidad de nuestro calendario, acostumbramos a comer al menos una comida en la Sucá este día, si las condiciones del tiempo lo permiten; pero no bendecimos por la mitzvá de estar en la Sucá; ni tampoco se esmeran a dormir en ella, aquello que sí lo hacen los días anteriores.
Según nos cuenta la Tradición, Dios regaló este día al pueblo judío para que celebren, sin otro motivo más que estar en familia, reunidos, festejando, compartiendo, regocijándose, porque de esa forma, metafóricamente, también alegran a Dios. ¿Acaso hay alguna alegría más poderosa para un padre o madre que ver felices a sus hijos?
Es por ello que el Creador nos pidió que nos quedáramos otro día ante Su Presencia, sin correr nuevamente a conectarnos con las cosas de este mundo material.
Con el paso del tiempo surgió en nuestra Tradición el celebrar también en esta fecha, en Israel, Simjat Torá. Es cuando finalizamos el ciclo anual de lectura de Torá e inmediatamente lo recomenzamos, demostrando que es un ciclo interminable de conexión con el mundo espiritual y que nosotros estamos comprometidos con ello. Es así que festejamos, cantando, bailando, disfrutando junto a la Torá. Afirmamos que su mensaje es eterno y siempre vigente, que siempre podemos aprender algo nuevo y refrescar nuestras almas con sus enseñanzas. Esa es una de las grandes virtudes de la Alegría de la Torá, no solamente el baile y la buena mesa que disponemos para agasajar los sentidos corporales.
Por razones muy añejas de organización del calendario, Simjat Torá se festeja al día siguiente fuera de Israel.
No es casualidad que Sheminí Atzeret y Simjat Torá estén juntas, pues no encontramos una manera más pura y dulce que responder al cariño de nuestro Padre Celestial, que pidió que nos quedáramos este día extra junto a Él, que agradeciendo con mucha alegría por ese regalo espléndido que nos dio, que es Su Torá. Bailamos abrazados a Su Palabra, festejamos con todo demostrando el sincero amor por Él y Sus dones recibidos.
Todas las personas son llamadas a la Torá en la lectura de la mañana de Sheminí Atzeret, incluso los menores, quienes suben acompañados por algún mayor que hace la berajá junto a ellos. Así manifestamos nuestro cariño, sin excepciones y la equivalencia de cada uno ante Dios.
Como dato extra, durante el rezo de Musaf de esta fiesta comenzamos a rezar pidiendo por lluvia en Eretz Israel, ya que desde Pesaj veníamos pidiendo solo por rocío.
Según dicen los Sabios, el pedido de lluvias lo hacemos al ir finalizando el prolongado tiempo de festividades de Tishrei, para que sea un signo de aguas de bendición, que traigan vida al mundo y no destrucción.
¡Shabat Shalom y Jag Sameaj!