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La parashá Vaieshev relata la historia de Iosef, el hijo favorito de Iaakov, y los conflictos que surgen con sus hermanos por los sueños proféticos que tiene. Iosef es vendido como esclavo por sus hermanos celosos y llevado a Egipto, donde es comprado por Potifar, un oficial del faraón. Allí, Iosef se destaca por su inteligencia y honestidad, pero es acusado falsamente por la esposa de Potifar de intentar seducirla y es encarcelado. En la cárcel, Iosef interpreta los sueños de dos compañeros de celda, el copero y el panadero del faraón, prediciendo que el primero será restituido a su cargo y el segundo será ejecutado. La parashá también narra el episodio de Yehudá y Tamar, la nuera de Yehudá, que se disfraza de prostituta para engendrar hijos con él, ya que sus dos primeros maridos habían muerto sin dejar descendencia. Tamar da a luz a dos gemelos, Peretz y Zeraj, de quienes desciende el rey David.
La parashá de esta semana nos habla de la importancia de la comunicación y la armonía familiar. Iosef y sus hermanos no logran entenderse ni respetarse mutuamente, y esto genera una situación de violencia y sufrimiento que afecta a toda la familia. Iosef es víctima de la envidia y el odio de sus hermanos, que lo venden como esclavo y lo alejan de su padre. Sus hermanos, a su vez, cargan con el remordimiento y la culpa de haber cometido una gran injusticia. Iaakov, el padre, sufre la pérdida de su hijo amado y se sume en la tristeza y la depresión. Todos ellos sufren las consecuencias de una falta de comunicación y de amor.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Que debemos cuidar y valorar a nuestra familia, que es el núcleo de nuestra sociedad y de nuestra identidad.
Que debemos evitar los celos, el rencor y la violencia, que sólo traen dolor y destrucción.
Que debemos buscar el diálogo, el perdón y la reconciliación, que son los caminos de la paz y la felicidad.
Que debemos confiar en Hashem, que tiene un plan para cada uno de nosotros y que puede convertir el mal en bien, como lo hizo con Iosef, que pasó de ser un esclavo a ser el gobernador de Egipto y el salvador de su familia. Y, si no sucede lo que esperamos, no amargarse más de lo que ya se pudiera estar, sino asumir la realidad y hacer con los medios a disposición lo mejor que se pueda.
Que debemos tener emuná y esperanza, que son las fuerzas que nos ayudan a superar las dificultades y los desafíos de la vida; en tanto, hacemos todo lo que está a nuestro alcance para andar por caminos de justicia y bondad.
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