Bo y la pelea final de Rocky

Shalom, queridos lectores.

Esta semana llegamos a la Parashá Bo, donde el desenlace del enfrentamiento entre Dios y Faraón finalmente ocurre. Tras las últimas tres plagas —langostas, oscuridad y la muerte de los primogénitos—, Egipto queda devastado, y Faraón, quebrantado, permite la salida de los hijos de Israel. Pero este momento de liberación no llega sin esfuerzo ni preparación.

¿Saben qué me recuerda esto? Rocky II. Sí, Rocky Balboa, el luchador que no se rinde. Después de su primera pelea contra Apollo Creed en la película original, donde mostró su fortaleza pero no logró la victoria, Rocky tiene una segunda oportunidad. Esta vez no se trata solo de resistir; se trata de ganar, de darlo todo y reclamar su lugar como campeón.

En la Parashá Bo, los hijos de Israel están en su propia “pelea final”. Las plagas han desgastado a Egipto, pero ahora es el momento de dar el golpe decisivo: tomar el cordero pascual, marcar sus puertas con su sangre, preparar matzot y estar listos para partir en cualquier momento. No es solo un acto práctico; es una declaración de fe y valentía. Es decir: “Estamos listos para ser libres, para asumir la responsabilidad de nuestra redención.”

Rocky también llega a su momento decisivo. Su entrenamiento es más duro, su determinación más firme. Cuando sube al ring, no solo pelea contra Apollo; pelea contra las dudas, el miedo y la inseguridad que lo han seguido toda su vida. Y con cada golpe, demuestra que está listo para ser campeón.

Así como Rocky necesita ese último esfuerzo para triunfar, Israel también debe pasar por el acto de fe supremo: confiar en Dios, seguir Sus instrucciones y estar preparados para lo desconocido. No es suficiente que Dios libere a Su pueblo; el pueblo debe estar dispuesto a liberarse, a dar los pasos necesarios para abandonar la esclavitud no solo física, sino también mental y espiritual.

En nuestras vidas, la Parashá Bo nos recuerda que siempre enfrentamos nuestros propios momentos “Apollo Creed”. A veces, parece que la lucha es interminable, que nunca veremos la victoria. Pero, al igual que Rocky y los hijos de Israel, debemos seguir adelante. La redención —ya sea personal, espiritual o comunitaria— no llega sin esfuerzo ni sin enfrentar nuestros miedos.

La pregunta es: ¿estamos listos para subir al ring? ¿Estamos preparados para dar ese paso final hacia nuestra libertad?

Bo nos enseña que la redención es un regalo, pero requiere de nuestra participación activa. Como Rocky, debemos entrenar, prepararnos, y cuando llegue el momento, darlo todo. Y cuando lo hacemos, descubrimos que la verdadera victoria no es solo salir del “Egipto” en el que nos encontramos, sino convertirnos en los campeones que siempre estuvimos destinados a ser.

Shavua tov, y que esta semana tengamos la fuerza para enfrentar nuestras batallas y avanzar hacia nuestra redención.

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