Sin embargo, más allá de este uso
enfermizo del "pensar positivo", existe otro que es efectivo y provechoso,
el cual muy brevemente expondremos a continuación.
Adiestrar el ojo
"Todo el que posee la virtud de Ain Tová
(buena mirada),
pertenece a los discípulos de nuestro patriarca Avraham. Y por otro
lado, todo el que posee Ain Raá
(mala mirada), pertenece a los
discípulos del malvado Bilam" (Avot
5:19, o 5:22).
Hay tres niveles de Ain Tová:
-
Una persona que sabe ver “la mitad llena del vaso”,
aunque reconoce que está medio lleno. Él también ve lo negativo,
pero no se desentiende de lo positivo.
-
Una persona que ve la realidad como un todo, que es
bueno. Hay personas que aprecian lo bueno y lo malo que hay en el
prójimo, y cuando tienen que resumir, a fin de cuentas, dicen: “Es
una buena persona”. Ellos siempre le dan más importancia a lo
positivo.
-
Una persona que sabe ver lo positivo incluso en lo
negativo. No se desdibuja el límite entre el bien y el mal, sino que
se está en un nivel que se comprende que “para siempre es Su bondad”
(Irmiá / Jeremías 33:11).
La psicología empírica1 reconoció lo que la Tradición conocía
hace siglos: el papel fundamental de nuestros aspectos cognitivos
(nuestros pensamientos y creencias) y su impacto en
las conductas y el
comportamiento personal.
Es natural que la persona busque una consonancia entre sus pensamientos
y creencias y sus acciones, pues el espíritu humano en su diversidad
anhela reencontrar la unidad primordial.
Esta vinculación tiene una faceta negativa:
Cuando los pensamientos y/o creencias respecto a sí mismo son
perniciosos, la tendencia será a actuar negativamente. Es como si
el sistema de pensamiento/creencias (sus pre-conceptos)
generara su propia realidad2. Y cuando esa realidad, y sus
sentimientos, son lesivos, la persona vive una tortura permanente de la
que también cree no poder escapar, pues de algún modo siente que está
preso de un destino fatal. Cuando en realidad, es su propio sistema de
pensamiento/creencias el que lo pone una y otra vez en situaciones
tortuosas.
Así pues, en estos casos la solución al malestar no se halla modificando
las condiciones externas, sino aprendiendo a "pensar/creer
positivamente", para de esa manera quebrar el ciclo de continuas
repeticiones de lo dañino.
En un ejemplo concreto: si a un niño se
le ha hecho creer y pensar que es tonto y que no tiene derecho a avanzar
en la vida ni a tener dignidad, ¿acaso no fracasará reiteradamente en su
escolaridad, no demostrará con hechos su "tontera" y además cargará con
lastimosa ostentación un rótulo que reza "vean: soy tonto"?
Hoy en día son conocidos y empleados en
la práctica clínica conceptos tales como expectativas, percepciones, actitudes,
preferencias, atribuciones, decisiones, creencias y significado. Y se
han desarrollado herramientas terapéuticas de gran efectividad en el
manejo de cuadros como la ansiedad, los trastornos de pánico y la
depresión.
Así que, el alcanzar un "buen ojo" es una opción abierta para aquel que
la quiera tomar.
La buena mirada
"Trata de juzgar como meritoria a
toda persona" (Avot 1:6).
Buscar la bondad que es inherente a la persona
(uno o el prójimo) es más que una actitud,
es un verdadero requisito para el éxito en la vida.
Los padres debieran estar a la búsqueda
de la bondad de sus hijos a cada instante, incluso cuando sus hijos les
hacen sufrir, pues es solamente reconociendo lo bueno implícito en sus
hijos la manera para que estos adquieran una apropiada autoestima y
desplieguen una vida de buenos valores. Si los padres tildan
negativamente a sus hijos, o les van colgando etiquetas negativas, están
sembrando el terreno para la baja autoestima, para la percepción
distorsionada de su ser, y para que sus hijos sean fecundos en fracasos
y estériles en alegrías.
Los educadores debieran atisbar por la
faceta positiva de sus educandos, para llegar verdaderamente a ellos. Un
maestro con látigo, enseña a no aprender. Un maestro que no busca la
faceta positiva de sus alumnos, no tiene cómo formar personas que se
planten en la vida positivamente, sino que a lo sumo puede ser un
trasmisor de información más o menos desechable.
Es sabido que el Rav Avraham Twerski,
que también es médico y famoso autor de libros de reflexión y autoayuda,
además de ser director de un centro de rehabilitación para personas
alcohólicas y adictos a otras drogas, emplea esta mirada positiva como
clave para los tratamientos exitosos.
Él sabe que toda persona tiene una esencia bondadosa, sin importar su
pasado ni contexto, y que si uno está buscando esa esencia, en el otro
se genera una respuesta positiva, de apertura y crecimiento.
Sin embargo, ¿cómo reconocer algo bueno
en una persona que está en una carrera de auto destrucción desde hace
décadas?
¿Cómo hallar Luz en una vida plagada de oscuridad, y que la esparce con
violencia de todo tipo entre los que están en sus cercanías?
La práctica del Rav Twerski demuestra que esa esencia individual de
integridad siempre está presente en la persona, solamente que espiando
detrás de más o menos pesadas capas de desvergüenza.
Si se es persistente y optimista para darle su oportunidad, finalmente
la esencia de Luz emergerá y dará un nuevo camino a la vida de la
persona.
Si esto acontece con personas sumidas en
la miseria de la dependencia y la corrupción personal, ¿cómo habremos de
dudar que sea posible para personas con una vida menos lacerada?
La persona sabia, reconoce el diamante
detrás del aspecto de carbón.
En resumen,
la buena mirada sobre el otro,
tiende a darle al otro una oportunidad e incentivo para escalar
posiciones en su autoestima,
y como resultado,
nos devuelve un mensaje de agradecimiento sincero que nos hace crecer
igualmente en nuestra vida.
Y si la buena mirada es sobre nosotros
mismos...
El Yo tironeado
"Elías se acercó a todo el pueblo y dijo:
-¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el Eterno es Elokim, ¡seguidLe!
Y si Baal, ¡seguidle! Pero el pueblo no le respondió nada."
(1 Melajim / I Reyes 18:21).
Elías, en nuestro texto, representa la conciencia que quiere despertar,
o el terapeuta que trabaja para el desarrollo de la persona.
Seguir a Elokim, representa el andar por la senda de la corrección, con
autoestima saludable, en pos de una vida de sentido y trascendente.
Seguir al Baal, representa la tendencia a la inmovilidad, a la
depresión, al pesimismo, a la vida que en poco se despega de la
animalidad tan natural al ser humano.
El pueblo, representa a la persona...
Otro aspecto que conlleva sufrimiento, y que es muy común, es cuando las
acciones desplegadas por la persona no coinciden con sus pensamientos
y/o creencias. Cuando así acontece se presenta una situación de
"disonancia cognitiva" o incongruencia, esto es, un conflicto de la
persona consigo misma (que puede aflorar a la
conciencia o permanecer en estado inconsciente), pues dentro de
sí tiene al menos dos tendencias divergentes que lo hacen transitar por
un camino intermedio que no lleva a ninguna parte.
Un ejemplo simple de comprender:
la persona que sabe que fumar es malo pero sigue fumando.
Por más que dé excusas y pretextos, por más que intente tapar la
realidad, sabe que sabe que el fumar la está dañando gravemente. Quizás
no lo aparente, pero en su interior está bullendo un conflicto entre
este saber y su conducta mantenida de fumar.
Claro está, este
sentirse tironeado en su "Yo" es sumamente displacentero, por lo que
se intentan numerosas defensas, o para no percibir el malestar, o para
justificarlo y mantener la conducta y/o actitud negativa3.
Se actúa sin molestarse en pensar en lo que se hace, pero sí que se
toman molestias para elaborar razonamientos que sirvan para justificar
(ante los demás y ante nosotros mismos) lo
que se hace.
Es que el ser humano no suele incurrir en el uso de la
razón para pensar realmente4, pero parece un poco obsesionado
por hallar "coherencia". Y también acostumbra a desesperarse por
conseguir y mantener las apariencias que agraden a ojos ajenos5.
Con estos dos escollos para el pensamiento verdadero6, es que
una vez que se ha tomado una decisión,
cuesta reconocer que tal vez se esté equivocado.
Resulta, a simple vista, como más fácil y menos doloroso
defender la propia postura, sin criticarla y sin permitirse ampliar
el espectro de posibilidades, porque así se puede mantener la creencia
de ser una "persona coherente". Además, al amurallarse detrás de la
propia creencia no criticada, y al poner uno y otro pretexto para
mantenerla firme y sin vacilaciones, la persona logra adormilar sus
sentimientos de disonancia, y se llega a auto-convencer de que ha
elegido bien...
tiene fe en eso, más su espíritu no duerme satisfecho7
aunque su
conciencia entontecida puede que sí...
Viviendo de esta manera, el ser humano es esclavo de sí
mismo.
Optimismo
"Fue más fácil sacar a los hebreos de Egipto, que Egipto del corazón de
los hebreos".
En el lenguaje
de la calle, por optimismo se entiende la tendencia
a ver de las cosas su aspecto más favorable.
En la literatura de
auto-ayuda se equipara con el "pensamiento
positivo", aquel de poner un tapiz muy bonito sobre la fea mancha
de humedad en la pared, sin preocuparse por subsanar lo dañado o mejorar
lo perfectible.
Es el manto de insensibilidad que se logra a fuerza de repetirse a uno mismo,
una y otra vez hasta auto convencerse, que todo está e irá bien,
independientemente de cómo estén sucediendo las cosas en la realidad8.
En psicología, tanto la que surge de la Tradición como de la
científica-laica,
el optimismo/pesimismo es un concepto distinto y
más específico que los anteriores.
Alude a la forma en que nos
explicamos a nosotros mismos los hechos de la vida y a reconocer nuestra
parte en ellos, en especial cuando esos sucesos son contratiempos, fracasos y la
adversidad.
El psicólogo experimental Martin Seligman
estudió y trabajo en el campo del aprendizaje, y sus profusas
investigaciones lo llevaron a formular uno de los modelos más
explicativos e instrumentales sobre la depresión, conocido como el modelo de
"indefensión aprendida" ("learned
helplessness")9.
En base a este modelo, el pesimismo es un estilo de pensamiento
caracterizado porque la persona se explica la adversidad como algo:
-
permanente (todo
me sale mal siempre),
-
general (todo
lo mío está mal) y
-
culpable (yo
soy el problema).
Esta forma de concebirse10
desarma a la persona, la deja en estado de indefensión y sumida en la desesperanza.
La persona cree firmemente que nada hay que pueda cambiar las cosas, y
así no hace nada para cambiar su vida, ni reconoce los elementos
facilitadores para cambiarla, y tampoco aprovecha los cambios que se
pueden suceder involuntariamente.
Se ha enceguecido a cualquier otra opción diferente a su creencia11.
Se ha aprisionado a su creencia de fracaso personal, y pareciera
aferrarse con cariño a esa tenebrosa imagen de sí mismo.
Por el contrario, el estilo optimista de pensamiento explica la
adversidad como:
-
transitoria (que
ocurra esta vez, no implica que esto signado para el fracaso; esto
también va a pasar),
-
específica
(es un inconveniente en esta porción de mi vida,
no en toda ella) y
-
externa a la persona
(puedo tener mi parte de responsabilidad en el
mal rato que estoy pasando, pero yo no soy culpable de todas las
desgracias que ocurren).
Esto permite mantener viva
la esperanza, abierta la percepción y menos oscurecido el pensamiento,
de esta manera es posible sentir que el cambio no es insostenible.
La esperanza hace que la
persona esté dispuesta a levantarse si ha caído, a continuar
esforzándose, a intentar alternativas y a no dejarse dominar por la adversidad12.
Optimismo y resiliencia
"Tú,
oh enemiga mía, no te alegres contra mí; pues aunque caí, me levantaré.
Aunque yo habite en tinieblas, el Eterno será mi luz."
(Mijá / Miqueas 7:8).
El término
resiliencia proviene de la física de los materiales y es
usado en psicología para referirse a la capacidad de recuperación frente
a la adversidad. Nuestro espíritu está capacitado para hacer frente a
las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido o
incluso transformado, en un nivel superior de comprensión y
espiritualidad.
En palabras del más sabio entre los hombres: "porque
siete veces cae el justo y se levanta, pero los impíos tropezarán en el
mal." (Mishlei / Proverbios 24:16).
El justo mide con justicia las situaciones y a sí mismo, no se deja
llevar por falsas impresiones del momento, ni se ahoga en su
desesperación. Sabe que el mal es un componente de la vida, y que es
posible canalizarlo para alcanzar por su intermedio el bien. Por eso es
capaz de encontrar fuerzas para sobreponerse a las desdichas, y hasta
puede encontrar una llama de esperanza en medio de la oscura tormenta.
Es más, el sentido real del verso es: "porque el justo cae y aprende a
levantarse, es que alcanza su estatus de justo"13.
Pero el impío, en el sentido de aquel que es indiferente a sí mismo y a
la supra-realidad que nos alienta, cuando es alcanzado por una
calamidad, se hunde y no encuentra herramientas ni ganas para volver a
levantarse y continuar en la brega.
Teniendo esto en mente, podemos comprender cabalmente el comentario de
nuestros Sabios, que explica el verso en
Bereshit / Génesis 1:31:
"'Bueno'
es el ietzer hatov -tendencia positiva-, pero - 'muy bueno' es el ietzer
hará
-tendencia hacia lo negativo"
(Bereshit Rabá 9).
Que significa: cuando se puede canalizar las tendencias negativas para
convertir sus fuerzas en acciones positivas, es entonces cuando se
alcanza un grado superior de existencia. Pues, se ha aprendido a
dominarse antes sus tendencias y pasiones, y se puede trabajar con doble
energía en pos de alcanzar metas superiores, trascendentes,
espirituales.
La posibilidad de actuar fortaleciendo
factores o condiciones positivas constituye un paso importante en lo que
se denomina prevención primordial, mucho antes de que esté constituida
una personalidad tendiente al fracaso, se pueden y deben tomar acciones
para evitar su aparición o reducir su influjo negativo en la vida.
Podemos mencionar algunos mecanismos básicos para trabajar en fortalecer
la resiliencia.
Una persona que esta entrenándose para actuar movida por esta capacidad,
sea porque es un niño o un adulto en tratamiento psicológico, debe ser
capaz de decir sinceramente:
-
TENGO...
-
...personas en derredor en
quienes confío y que me quieren incondicionalmente.
-
...personas que me ponen límites
para que aprenda a evitar los peligros o problemas.
-
...personas que me muestran por
medio de su conducta la manera correcta de proceder y tratan que
aprenda a desenvolverme solo.
-
...personas que me ayudan cuando
estoy enfermo o en peligro o cuando necesito aprender.
-
SOY...
-
...una persona por la que otros
sienten aprecio y cariño.
-
...respetuoso de mí mismo y del
prójimo.
-
...feliz cuando hago algo bueno
para los demás y les demuestro mi afecto.
-
PUEDO...
-
...encontrar a alguien que me
ayude cuando lo necesito.
-
...buscar el momento apropiado
para hablar con alguien o actuar.
-
...controlarme cuando tengo
ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.
¿Algunas de estas cualidades le han
faltado en su infancia, o carece de ellas ahora?
Optimismo:
resiliencia, la esperanza y el sentido
"Hay esperanza para tu porvenir; tus
hijos volverán a su territorio, dice el Eterno."
(Irmiá / Jeremías 31:16).
El psicólogo Al Siebert, en su libro "The Survivor
Personality", relata y analiza una serie de casos de sobrevivientes de
eventos adversos. La mayor o menor resiliencia depende estrechamente del tipo
de explicación que la persona se dé para su tragedia. A mayor optimismo,
mayor resiliencia.
Es posible pasar por experiencias límites y fortalecido, crecido y
renovado. No depende de la experiencia en sí, sino de la visión que la
persona tenga de ella.
La psicología cognitiva y la psicología existencial
se dan la mano en este punto en la Logoterapia.
Su creador, el judío y vienés Viktor Frankl, fue un sobreviviente de los
campos de concentración durante el Holocausto, estuvo sometido a las
experiencias más extremas imaginables: su familia y allegados
sacrificados ante sus ojos por los miserables asesinos.
Su vida misma era despreciada y zarandeada por los avatares que lo
llevaron al borde del exterminio infame.
Pero él, sobrevive, y más aún, recoge con entereza la cosecha que fuera
cosechada con pesadas lágrimas.
Su estrategia de supervivencia, que más tarde fue pilar de su escuela
psicológica: darle un sentido a la vida, y en particular cuando se está
sufriendo.
El pudo reconocer dos tipos de muerte:
una, era la muerte activa, que provenía de las acciones concretas
(balazos, golpes, asfixia, envenenamiento, etc.)
del odio malvado de los sucios opresores, que liquidaban por placer a
los Hijos de Dios;
la otra, era la que veía en las caras de sus camaradas de esclavitud
muertos pasivamente, que para ellos la muerte se apresuraba
cuando perdían sus esperanzas y dejaban de dar sentido a las cosas de su
vida.
El salmista nos dice una gran verdad,
que debemos ser atentos para comprender cabalmente: "El
que va llorando, llevando la bolsa de semilla, volverá con regocijo,
trayendo sus gavillas." (Tehilim /
Salmos 126:6).
Aquí no dice que ocultemos o falsifiquemos nuestros sentimientos... ¡eso
sería vivir en una crasa mentira, que aumentaría perniciosamente nuestro
sufrimiento!
Lo que está expresado es que aunque tengamos dolor, y aunque ese dolor
nos cale hasta los huesos, es menester que laboremos positivamente, que
plantemos semillas de positividad. Pues, esa es la única manera que
tarde o temprano habrá cosecha positiva para recoger.
Si enfrascado en el ocultamiento de los sentimientos, o deplorando la
vida por estar sufriendo, uno deja de involucrarse activa y sabiamente
con la realidad, termina cosechando nada, miseria, dolor, vacío... más y
más de aquello que nos hace doler.
En palabras del libro de Iyov: "Como he visto,
los que aran iniquidad y siembran sufrimiento cosechan lo mismo."
(Iyov / Job 4:8).
Si con el corazón dolido actuamos pero negativamente, y poblamos nuestra
vida de acciones perniciosas, el resultado es uno y único: cosecharemos
dolor.
Pero, aunque sufriendo las semillas que sembramos son de Luz,
recogeremos Luz.
Cuando desde el dolor podemos dar
sentido a las cosas de nuestra vida14,
es probable que no ocurra un hecho milagroso que nos salve de
afecciones/cadenas externas,
pero sin dudas,
habremos salido victoriosos del trance.
Optimismo y
autoestima
"Cuando Elokim creó al hombre, lo
hizo a semejanza de Elokim." (Bereshit
/ Génesis 5:1).
La mayoría de los comportamientos negativos (y sus
resultados nefastos) se basan en un sentimiento aguzado de propia
inferioridad, de sentirse o creerse de poco valor respecto a los otros.
Si explicamos los hechos de la vida a partir de nuestra visión
distorsionada, que nos ve débiles, desvalidos, inútiles, y considera que
las circunstancias son gigantes, los problemas insolubles, entonces,
todo camino para una solución positiva se ve clausurado y queda
solamente el dejarse morir en la desesperanza.
Así pues, en la propia visión ya se encuentra el retoño del resultado.
Hay un ejemplo clásico de la Torá:
Tras cuarenta días de indagación, los
exploradores enviados por Israel a reconocer la Tierra prometida,
regresaron al encuentro de los hebreos. La mayoría de los exploradores
dieron noticias acerca de la tierra y de sus habitantes, que no eran
relatos objetivos, sino nacidos en la debilidad de su corazón. Ellos se
creían indefensos, solamente aptos para aceptar órdenes de amos con
látigos en mano; se veían como insectos antes gigantes súper-poderosos,
tal como está dicho: "vimos allí gigantes,
hijos de Anac, raza de gigantes. Nosotros, a nuestros propios ojos,
parecíamos langostas; y así parecíamos a sus ojos."
(Bemidbar / Números 13:33).
Nótese el detalle que la Torá no deja pasar de largo, dijeron "nosotros
a nuestros ojos parecíamos langostas", es decir, ellos se creían poca
cosa... y concluyen por tanto que "los otros nos consideraban así
también, como poca cosa".
Al oír los hebreos, que también padecían de una profunda bajo
autoestima, la perspectiva tenebrosa dada por los exploradores lloraron
amargamente por su destino, indignados querían regresar al
desierto, o a la pesada carga de la esclavitud abúlica de Egipto.
Consideraban mejor la esclavitud, en la cual les hacían sentir vivamente
en las carnes su condición despreciable (que ellos
creían real), que afrontar con la vista firme y la mano fuerte
los riesgos de ser responsables y dueños de su vida.
Según nos relata el midrash (TB Taanit 29a),
Dios les decretó: "así como han llorado en
balde esta noche, llorarán esta noche por las generaciones".
Como resumen a la historia,
quien planta pesimismo,
cosecha derrotas...
Optimismo y salud
"Te pidió vida, y se la concediste;
vida extensa, eternamente y para siempre."
(Tehilim / Salmos 21:5).
El significativo impacto del optimismo en el manejo de la adversidad ha
quedado demostrado con claridad en los casos de mejorías prácticamente
"milagrosas" de pacientes con negativo pronóstico o definitivamente
desahuciados. Los casos relatados por el médico cirujano Bernie Siegel
muestran que existen pacientes desahuciados por sus médicos que se
recuperan aún frente a pronósticos fatales próximos. Y, como dice Siegel,
"sus recuperaciones no eran suerte, ni un milagro, ni se trataba de
errores diagnósticos".
Se estima que el estrés intenso o prolongado juega un rol importante en
más de la mitad de los problemas médicos.
Así pues, no solamente salud mental o emocional reposa en la autoestima
adecuada, y en el optimismo que genera, sino también una mayor
resistencia a afecciones físicas, así como una mejor salud integral.
Tensiones
del corazón
"Dobleguen la
preocupación/ansiedad del corazón del hombre, pero con buena palabra
alégrenla." (Mishlei / Proverbios
12:25).
En el verso, tres son los sabios consejos del
proverbista respecto a las preocupaciones que atosigan el corazón de la
persona:
-
Doblegar la ansiedad.
Esto se consigue dedicándose con generosidad al prójimo. Poniendo la
mente y la mano desinteresadamente al servicio del prójimo, quitando
la mirada sobre el "ego", no haciendo del "yo" el centro del
universo, es como se va apagando la ansiedad del corazón15.
Pero también meditando para rezar con integridad pidiendo la ayuda
del Todopoderoso.
Hay que recordar, cuanto más me miro, más dudas y deseos me genero,
cosa que me hace dudar más y desear más, cosa que...
-
Detener la ansiedad.
Usar las buenas palabras, aquellas que son parte del pensamiento
realmente positivo y que detienen los círculos tóxicos.
-
Hablar acerca de la ansiedad.
Recurrir a un experto, en la psique humana así como en Torá, para
poder derramar el contenido del corazón y recibir apoyo,
asesoramiento o un reflejo que nos permita reconocernos y crecer.
El término estrés (creado en la década del
cuarenta por el psicólogo Hans Selve), es generalmente mal
entendido y empleado, por lo cual, usemos la palabra "tensión".
Sin tensión no hay vida, pues orgánicamente es necesaria cierta tensión
que nos mantiene activos, la sangre circulando, etc. Sin tensión,
tampoco hay reacción a peligros externos que nos acechan.
Pero, cuando la tensión es la reacción permanente de la persona, como si
viviera en constante peligro inminente, su cuerpo se deteriora, sus
energías psíquicas se desperdician, su vida se desgasta.
Es necesario entonces aprender a vivir
con la cautela básica necesaria, pero sin tensionarse para lograr un
perfecto estado "de nada". Pues, la misma tensión por conseguir la
perfección, genera fracaso, provoca la derrota.
Uno de mis recientes pacientes es un
joven deportista, diestro en varias disciplinas y amante de las
bicicletas.
Desde hace un tiempo, tras una caída que sintió profundamente pues no
pudo ganar una carrera muy valorada, el joven vive una constante tortura
al montar en su bici. Ya no disfruta como antes. Cada pedaleada es un
tormento, pues está pensando "me voy a caer", "me voy a fracturar", "me
va a pasar por encima un automóvil", "algún perro saldrá y me morderá",
"no veré un pozo y me iré a pique", etcétera.
Está en constante tensión, y sus travesías ya no generan placer, sino
sufrimiento.
Tal es su tensión para no caer ni sufrir accidentes, que ¡oh
casualidad!, casi cada semana tiene algún incidente más o menos lesivo.
Tanto empeño pone en pasar sin problemas, tanta es la energía
desperdiciada en alcanzar un nivel de accidentabilidad cero, que
entonces no le queda restos anímicos para el disfrute, y para peor,
tampoco su cuerpo resiste esta constante tensión perniciosa.
¿Cuál creen que debiera ser la actitud
más positiva para afrontar esta situación?
Respuestas por favor a:
carta@serjudio.com , con el título "consejos para el ciclista".
Gracias.
Cunde el pesimismo
"La falta de concepto de pecado en la sociedad moderna
está relacionada directamente con el aumento de la criminalidad, la
falta de preocupación por otros y los sentimientos de desesperanza y
falta de sentido de la vida" (Dr. Karl Menninger).
A pesar de los avances en ciencias y tecnologías, y de la mayor riqueza
potencialmente accesible, el pesimismo nos embarga como nunca antes en
la historia de la humanidad. Las estadísticas de salud muestran que la
depresión ha crecido en un 1000% en el último medio siglo.
Es improbable que este explosivo
crecimiento tenga sus orígenes en lo biológico o en lo genético.
Pareciera tener más sentido y ser más factible explicar el
fenómeno desde un punto de vista psicológico y espiritual.
La hipótesis sería que nuestro modelo de conducta16 se basa
imágenes de desesperanza e indefensión.
Ambas son emergentes de la baja autoestima.
La baja autoestima con sus pensamiento pesimistas y su reducida o nula
capacidad de dar sentido trascendente a la vida, corta las alas de la
esperanza y desarma a la persona para enfrentar la vicisitudes de la
vida.
Así pues, el enemigo es la baja
autoestima,
y una de las armas para combatirla es el optimismo.
De la oscuridad a la Luz
A
Iosef/José, sus hermanos: "Lo tomaron y lo
echaron en la cisterna. Pero la cisterna estaba vacía, sin agua."
(Bereshit / Génesis 37:24).
Según desarrolla el Talmud (Baba Kama 17a),
en el vacío del pozo andaban serpientes y escorpiones.
En nuestro texto, el agua simboliza el pensamiento positivo,
principalmente el que emana de la Torá.
El pozo representa la mente humana, que está concebida para contener
agua, pero cuando ésta falta, se llena de pensamientos nocivos, de
tendencias negativas que conducen a la persona por caminos de extravíos.
Éstos son las serpientes y los escorpiones.
Iosef representa a la persona, que puede dejarse morder y picar por las
alimañas, los pensamientos negativos, y entonces ser perjudicado en su
vida. O él puede esforzarse y llenar su pozo de agua. Cuando el agua va
llenando el pozo, menos alimañas lo habitan, y menos daño recibe la
persona, más energía tiene, y por tanto mejor vive y más agua puede
acarrear al pozo...
El pesimismo es un hábito
mental y un estilo explicativo
fuertemente arraigado en nosotros.
Se va formando y consolidando desde nuestras más tempranas experiencias,
y va atrayendo para sí fuerzas emocionales y espirituales que de otro
modo estarían siendo productivas.
Los patrones negativos de conducta,
entre los que ahora destacamos el pesimismo, habitualmente fluyen en forma
automática y del que difícilmente tomamos clara conciencia,
nos sentimos mal o nos afectan sus consecuencias, pero no damos con la
tecla al momento de reconocer el origen de estos malestares.
Precisamente por lo automatizado que está y por la rapidez con que un
preconcepto negativo atrae a otro y así hasta abrumarnos.
El
punto débil de la apelación "piensa positivo" está en suponer que la
gente pensará positivo por el simple hecho de decirle: ¡piense positivo!
Evidentemente el tema no es tan fácil ni tan simple.
Pero se puede ejercitar el adecuado "pensamiento
positivo", es cuestión de tener voluntad para comenzar, que ya el resto
vendrá por sí solo.
Para llenarse de vida, hay que meterse al pozo más o menos seco, y tener
una pizca de coraje para darse cuenta de que las serpientes y los
escorpiones no nos dañaran a no ser que les demos permiso para hacerlo.
Sin dudas, una manera efectiva de avanzar, es actuar
positivamente, aunque los preconceptos indiquen otra cosa... llene el
pozo de agua...