"…cada uno lo hará con el presente de su mano, conforme a lo que Hashem tu Elokim te haya bendecido." (Devarim / Deuteronomio 16:17)
De acuerdo a una somera lectura de este párrafo, podemos asumir que cada persona tiene y vive lo que es correcto que posea y viva. Lo más difícil radicaría en el entendimiento que logremos de nosotros mismos y de nuestra situación, para aceptar su equidad intrínseca.
Pero, sin duda, la persona de gran comprensión halla que siempre se debe estar en paz consigo mismo, con la sociedad y con Dios, pues nada hay para reprochar o recriminar o anhelar en exceso desmedido, en tanto todos nos manejemos dentro de los parámetros de justicia establecidos por el Eterno.
Siendo coherentes y justo, lograremos que aquel que goza de armonía interna, fácilmente irradie ese equilibro entre sus semejantes, y nos será sencillo conformarnos con la bendición que Dios nos haya otorgado.
Buscando el beneficio de otros, por medio de la generosidad y el buen ejemplo, estaremos en camino de apartar lo que es la satisfacción del egoísmo vacío, que resulta siempre en sufrimiento y humillación.
Profundizando esta semana:
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¿Quién es responsable por nuestras decisiones?
- ¿Qué pone delante de nosotros la Torá esta semana, para que decidamos?
Respuestas para la semana anterior:
- El segundo de la Keriat Shemá: Vehaia im Shamoa.
- Porque en esencia expresa el mismo contenido que el anterior, pero en un grado más pragmático, más humanizado.
Destellos de la parashá
Moshé nos recuerda esta semana lo que distingue a los seres humanos del resto de las criaturas: el libre albedrío.
Esto significa que somos responsables, queramos o no, por nuestras decisiones, sean correctas o incorrectas.
En caso de actuar apropiadamente, la recompensa son las bendiciones del Eterno; mientras que el que sigue por los senderos del mal, lo que se acarrea son desventajas y maldiciones.
Los Hijos de Israel al tomar posesión de la Tierra Prometida debían acomodar su medio físico para alejar toda posibilidad de idolatría, que es sinónimo de todo lo perverso, maligno y falso que se manifiesta; pero, al mismo tiempo debían fomentar el respeto y aprecio incondicional a Dios, Su Torá y Sus Mitzvot.
Respecto a estas últimas, se deja expresa constancia que tenemos absolutamente prohibido agregar o eliminar las que han sido dictadas por Dios en Su Torá. Si una persona, se denomina profeta y propone que el pueblo abandone la Torá o que practique idolatría, se lo debe ajusticiar con todo el rigor prestablecido. Pues, con sus acciones y prédicas lo único que logran es atraer destrucción al Mundo, en lugar de Paz y armonía.
A pesar de las bendiciones que Dios dará a los justos y buenos, se nos recuerda que es obligatorio ayudar al menesteroso, al necesitado, pues, que existan personas sufrientes o carenciadas no implica que sean indignas de compasión o que sean pecadores, sino que su situación es lo más apropiado para ellos en ese momento.