Lo que recibimos como dádiva, puede satisfacer algunas de nuestras apetencias, pero difícilmente satisfará profundamente.
Es un pan de la vergüenza, que avergüenza, aunque llene el estómago, haga olvidar el hambre, aparente logro, pero en el fondo sentimos y sabemos que falta ese algo que le da sentido y sabor, que es el haberlo conquistado con nuestro poder.
Si quieres disfrutar, entonces esfuérzate, haz tu parte, construye, que tendrás tu pan y el placer.
Siembra, cosecha, muele, amasa, cuece, reparte, come, disfruta y el agrado te acompañará un buen rato.
Un buen mensaje que deberiamo oír los que pertenecemos a una sociedad tan industrializada