El silencio para meditar y encontrar las palabras oportunas, y solo ellas, es bueno para el sabio;
¡cuánto más para el necio!
Lástima que para el torpe de entendimiento es más fácil la cháchara destemplada,
así como el mutismo lelo,
más que los consejos de vida.
Ya lo decía mi abuelita: “en boca cerrada no entran moscas”,
pero le faltaba agregar: “ni sale muerte”.