Nos podemos dejar llevar por diferentes impulsores, de acuerdo a su origen en la multidimensionalidad que nos hace.
Entonces, desde el plano de lo físico-material no mueven los instintos, las necesidades fisiológicas, las pulsiones más primitivas de nuestro ser.
Tenemos desde el plano de lo emocional que nos hace actuar aquello que sentimos, como también lo que nos emociona. Es de suponer que no sería frecuente encontrarnos con estas conductas cuando hemos crecido y madurado, pero lo cierto es que abundamos en ellas. Es que, no vamos analizando y permitiendo que la mente analítica tome el control de nuestra vida, sino que vagamos por el océano de sensaciones y emociones, permitiendo que sean éstas las que nos dictan el comportamiento.
Por aquí se encuentran también las fantasías, los deseos, muchísimo de lo más añejo de nuestro Sistema de Creencias. El contenido del Sistema, no está compuesto mayormente por información racional, sino de una mezcla poco sensata de sentimientos, pautas tribales, mensajes confusos de nuestros mayores, fragmentos de ideas y un montón de otros trozos de información pegada sin ordenamiento.
Luego, tenemos en el plano social los mandatos de la misma, aquello que nos prescribe el ordenamiento institucional, las reglas de convivencia, el mundo de los padres que hemos ido internalizando desde pequeños y nos dirige desde la oscuridad del subconsciente. Por supuesto que aquí se incluyen todos los fenómenos que nos determinan a ser parte de una manada, una oveja más entre las ovejas. Acá están las normas morales, las costumbres reverenciadas, reglas de urbanidad, todo aquello que nos hace ser engranajes de la maquinaria social.
Más también, está el plano mental, de lo racional, lo analítico, lo creativo, lo recordado y sistematizado.
Por sobre todos está el plano espiritual, de aquel que no llegamos a tener certeza ni pruebas, pero que es el que más genuinamente somos. Dese aquel plano nos llegan instrucciones para al buen vivir, uno que está en armonía con el cosmos, que nos permite desarrollarnos, ser agradecidos, conectados, trascendentes.
Para que estas instrucciones profundamente sumergidas alcancen nuestra a nuestra razón y las tengamos presentes, es necesario despertar la conciencia de lo espiritual y no permitir que se vuelva a dormir.
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