En la Diáspora este shabat leemos Bejucotai, que es la última parashá del tercer libro de la Torá, Vaikrá/Levítico; en tanto que en Israel leerán el comienzo del cuarto libro, Bemidbar/Números. Nos encontramos desfasados porque en Israel, la festividad de Pesaj terminó un viernes de Abril, mientras que en el resto del mundo la misma duró un día más, por lo cual ese shabat en Israel continuaron con el ciclo regular de la Torá (y podían comer jametz), mientras que a nosotros nos tocó leer la porción correspondiente al octavo día de Pesaj (y seguían vigentes las reglas de la festividad).
Seguramente resulta confuso y extraño que algunos judíos celebren la misma fiesta en fechas un poco diferentes, con algunas costumbres también distintas, o que la lectura pública de la Torá no sea la misma, dependiendo del lugar de residencia. Sin embargo, de alguna forma logramos mantenernos unidos y nos reconocemos como pertenecientes a la misma Tradición a pesar de siglos de divergencias. Es que, la esencia es la misma.
Son estas cosas maravillosas y complicadas que tiene el judaísmo que nos impulsa a no quedarnos cómodos en la rutina, porque debemos indagar, preguntar, tomar conciencia, darnos cuenta del paso del tiempo, de los lugares que habitamos, de la diversidad cultural y aprender a mantenernos leales a nuestra identidad.
Como estamos comentando de tiempos, recordemos que ya llegamos al día 42 de la cuenta del Omer, lo que significa que en tan solo una semana alcanzaremos su fin, tras lo cual inmediatamente comenzará la festividad de Shavuot .
Shavuot significa semanas, puesto que hemos estado contando cada uno de los días de estas siete semanas que vinculan Pesaj con la fiesta de la entrega de la Torá (Shavuot).
Además, al finalizar este shabat, esta semana, inicia la más moderna de las fiestas incorporadas al calendario judío, que es Iom Ierushalaim. Celebramos la tan querida y esperada reunificación de la ciudad de Ierushalaim/Jerusalén, que permitió a los judíos volver a tomar posesión de la que fuera milenaria capital de su nación. Desde aquel día de junio de 1967 los ocupantes extranjeros ya no pudieron impedir que los judíos rezaran en sus sitios sagrados, pudieran transitar sus calles y vivir en sus moradas ancestrales. Al tomar control el Estado de Israel, con ánimo generoso y pacífico, se respetaron los lugares sagrados de las religiones, se dio acceso a todas las personas de bien, se le devolvió parte del brillo que supo tener hace miles de años, a pesar de las agresiones de extraños que siguen tratando de prohibir la presencia judía en su capital eterna.
Como podemos comprobar, estamos en un período lleno de alegrías, conexión con eventos importantes del pasado, promesas de un mejor futuro que esperamos nos acompañe con buenas noticias y bendiciones. Que pronto se cumpla este versículo que se encuentra en la parashá de la semana, en el cual Dios promete que:
«וְנָֽתַתִּ֤י שָׁלוֹם֙ בָּאָ֔רֶץ וּשְׁכַבְתֶּ֖ם וְאֵ֣ין מַֽחֲרִ֑יד וְהִשְׁבַּתִּ֞י חַיָּ֤ה רָעָה֙ מִן־הָאָ֔רֶץ וְחֶ֖רֶב לֹֽא־תַעֲבֹ֥ר בְּאַרְצְכֶֽם:
Daré paz en la tierra; dormiréis, y no habrá quien os espante. Haré desaparecer las fieras dañinas de vuestra tierra, y la espada no pasará por vuestro país.»
(Vaikrá/Levítico 26:6)
Nuestra parashá es una de las dos en la Torá que contienen visiones terribles de lo que podría llegar a ocurrir al pueblo judío si éste no fuera leal al cumplimiento de los preceptos de la Torá. (La otra parashá es Ki Tavó, que está hacia el final del libro Devarim/Deuteronomio, y es realmente escalofriante su contenido en la sección de las “maldiciones”).
Esta sección recibe el nombre de “Parashat haTojejá”, del reproche, debido a que nos encontramos con las horribles consecuencias que podrían surgir de las acciones negativas de las personas. Tradicionalmente esta sección es leída por el oficiante en voz apenas audible y velozmente, además suele ser el rabino o el mismo oficiante quienes son convocados para esta aliá (persona llamada para bendecir la lectura de una porción de la Torá).
Sin embargo, también nos traen promesas de bendiciones, que se alcanzan con el cumplimiento de los mandamientos, una de las cuales es la que hemos citado recién: paz y seguridad para los que habiten en eretz Israel.
Según enseñan los maestros contemporáneos, ya iniciamos la época en la cual hemos comenzado a disfrutar de las bendiciones del Eterno.
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