Esta semana corresponde leer la parashá llamada Ree ("Mira") que es la cuarta del quinto tomo de la Torá, el sefer Devarim, conocido en español como "Deuteronomio".
Nuestra parashá comienza (Devarim / Deuteronomio 11:26) con la palabra Ree -Mira-.
Dios en Su Torá de continuo nos recuerda nuestra misión de asociarnos a Él en la tarea de dar sentido a lo creado (Bereshit / Génesis 2:19-20), y de perfeccionar la realidad (Bereshit / Génesis 2:3 y tefilá Aleinu).
La única manera que tenemos para cumplir con nuestra parte, es la de encarar el mundo con responsabilidad y comprometidamente, asumiendo cabalmente nuestra tarea (que es cumplir con los mandamientos que Él nos ha dado, 7 para los gentiles y 613 para los judíos).
Así pues, cuando Él ahora nos dice Ree, nos está conminando a enfrentar la vida, a no huir de nuestras obligaciones, a no buscar falso refugio en las ilusiones, a no olvidar que cada instante que desperdiciamos es una oportunidad perdida para mejorarnos y mejorar al mundo.
Tristemente, muchas son las personas que se asilan y aíslan en "islas de la fantasía", que ellos mismos construyen o que asumen de otros.
Entre los primeros están por ejemplo los que abusan del alcohol, o los que viven una vida de ficción auto-impuesta que lejos está de reflejar su verdadera identidad.
Entre los segundos podemos mencionar a los que se aferran fanáticamente a dogmas de fe, a postulados extremistas que se basan en el fervor enceguecido a ciertas doctrinas que conllevan la negación de lo racional.
Por su parte, desde siempre el judaísmo ha acentuado el compromiso ineludible de interactuar con la realidad, y de la imposibilidad de apartarse de ella.
Esto se refleja en dos de sus características:
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Para que la persona alcance su máximo refinamiento, al mayor grado que potencialmente puede llegar, necesariamente debe cumplir con los mandamientos, que están referidos en su 99% a acciones concretas.
¡Así es!
De 613 preceptos (que son exclusivos para la nación judía), 611 son gestiones que es menester ejecutar, o actos perniciosos de los cuales hay que abstenerse.
Dos mandamientos exclusivamente apuntan a las creencias: saber que Dios existe y no aceptar ninguna otra deidad aparte, además, sumado, escindido de Dios.
Y a pesar de que saber que Dios existe no ser una acción en sí mismo, es precisamente este mandamiento el que obliga a cumplir el resto de los 613, ya que aquel que SABE que Dios existe, ¿cómo habría de ignorar que Él está demandando el cumplimiento de Sus mandamientos?
Por lo tanto, van de la mano TODOS los mandamientos y la interacción con la realidad.
Ahora bien, por ser actos modificadores de la realidad, cuanto más y mejor se cumple con los mandamientos, menos perjuicio afecta a la persona y mejor se está dispuesto para beneficiarse de lo que es eternamente bueno. -
La persona ha de reconocerse en cada momento como hijo de Dios, y de acuerdo a este alto rango actuar.
Pero también ha de aceptar que está naturalmente formado con tendencias negativas, con deseos que lo tienden a alejarlo de lo que es bueno y apropiado.
Para vivir de modo saludable, la persona tiene que apreciar sus virtudes sin dejar de advertir la presencia de su lado oscuro, para de ese modo batallar contra él y superarse.
Aquel que pretende escapar de sus inclinaciones negativas, realmente nunca escapa, pues las inclinaciones negativas son una parte integral de la naturaleza humana.
El escapista puede cambiar de lugar físico, o puede negar que está sometido a sus impulsos nocivos; pero, ¿acaso se puede escapar de sí mismo, de quien está siendo?
Donde quiera que vamos, llevamos nuestras tendencias malas.
Donde quiera que huyamos, estamos inmersos en la realidad.
La única manera de vencer lo negativo que hay en uno, es armarse con la Torá y los mandamientos y salir a la guerra contra lo más escabroso que está en nosotros, que somos nosotros. Esa es la manera también de traer paz y redención a la sociedad.
Así pues, es indispensable que la persona sepa que hay enfermos para visitar, necesitados que socorrer, huérfanos que ayudar a crecer, extraviados que conducir, guerras que pacificar, mentiras por desenmascarar, idolatría por erradicar, falsos salvadores por apartar, doctrinas perniciosas que enderezar, la Verdad por hacer pública, odios por exterminar, envidias por convertir en admiración, justicia por hacer, a Dios para servir, deseos lesivos nacidos en el propio corazón que controlar, etc.
Es decir, todo lo que conforma la realidad, que no siempre es de color de rosa, o como una sueña que debiera ser.
Y es precisamente a esa realidad descarnada que los mandamientos intenta mejorar, por medio del mejoramiento de la persona (y sociedad) que los cumple.
Por eso Dios nos ordena: Ree -Mira-.
Nos está diciendo: Descubre tus ojos, permite que Mi luz entre con sus mensajes.
Tal como expresara el salmista inspirado:
"Abre mis ojos, y miraré las maravillas de Tu Torá."
(Tehilim / Salmos 119:18)
Es decir, primero que se abran los ojos espiritualmente.
Luego contemplar el mensaje eterno y perfecto de la Torá.
Luego mirar fuera de ti, lo que acontece, lo que te rodea.
Y al mismo tiempo mirar dentro de ti (reflexiona).
De ese modo, dejamos de lado las fantasías perniciosas, aquello que queremos ver (o no hacen ver) y que nos oculta la realidad, y tras liberarnos de esa manera, reconocer nuestro lugar en el mundo, y la tarea que tenemos que realizar.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Relato
Entre los cabalistas se cuenta que en cierta ocasión un joven preguntó a su padre:
-¿Cómo sabemos si los sueños son la realidad, o esta vida es lo real?
Y el padre respondió:
-En el mundo de la ilusión, nunca nadie ha sido llamado a la lectura de la Torá.
Preguntas para meditar y profundizar:
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¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?
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Según un relato alternativo, el padre le responde: ‘Porque en el mundo de la ilusión, nunca nadie se preguntó si ese mundo era realidad o ficción‘.
¿Cómo se pueden entender ambas respuestas del padre?
¿Es posible compatibilizarlas, para hacer con ellas una sola respuesta? -
Era momento crítico en la vida de David el rey, quien además en ese instante estaba siendo ofendido y lastimado por un hombre perverso.
Sus soldados quisieron castigar al sublevado, pero David les dijo: "Quizás el Eterno mirará mi aflicción, y me concederá el Eterno bienestar a cambio de sus maldiciones del día de hoy." (2 Shemuel / II Samuel 16:12).
¿Cómo ha de entenderse correctamente esta sabia enseñanza?
¿Cómo se puede aplicar a nuestras vidas? -
El salmista dice: "Mientras mis huesos se quebrantan, mis enemigos me afrentan diciéndome cada día: ‘¿Dónde está tu Elokim?’" (Tehilim / Salmos 42:11).
¿Como se asemeja esta descripción a la historia de la nación judía, y a las persecuciones actuales (físicas y espirituales) contra el Estado de Israel y los judíos?