Cuando todo lo que hace Dios lo reconocemos que es para bien

La frase que he elegido para inspirar este post es «La vida es un 10% lo que nos sucede y un 90% cómo reaccionamos a ello», tan habitual entre aquellos que enseñan a encarar la vida de manera proactiva.
Realmente, no tengo bien en claro quien fue el primero en usarla, sin embargo, ya es de patrimonio colectivo. Según dice Google, es de Charles Swindoll, escritor y educador estadounidense, y sigue diciendo Google, es conocido por sus libros motivacionales y sus enseñanzas sobre liderazgo y espiritualidad.

Quien haya sido su creador, es cierto que la frase ha inspirado a personas en todo el mundo, pues es un ejemplo de su sabiduría práctica y con capacidad para motivar a encontrar el éxito y la felicidad en la vida.
Es un recordatorio poderoso de que nuestra actitud y perspectiva son clave para enfrentar los desafíos de la vida. Como maestro cabalístico judío, puedo decir que esta enseñanza está en línea con la sabiduría de la Torá, que nos enseña a encontrar la luz en la oscuridad y a ver los desafíos como oportunidades para crecer y mejorar.
Por tanto, quizás habría que continuar profundizando en las fuentes de la sagrada tradición judía, pues no me cabe duda que allí estará la verdadera semilla de esta frase. Te dejo a ti la tarea, si tienes tiempos y voluntad de realizarla.

Mi mensaje de inspiración para aquellos que leen esto es que siempre se puede elegir cómo reaccionar a las situaciones que se presentan en la vida. Aunque a veces puede ser difícil mantener una actitud positiva, es vital recordar que nuestra respuesta a los desafíos puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar emocional y físico. Al centrarnos en lo que podemos controlar, y dejar ir lo que no podemos, podemos encontrar la fuerza para superar incluso los desafíos más difíciles.

Una frase sabia de la espiritualidad judía que se alinea con esta enseñanza es «Todo lo que Dios hace, es para bien». Esta frase, de Rabi Akiva (aunque inspirado por sus maestros), nos recuerda que incluso cuando las cosas parecen malas, hay una razón más grande detrás de ellas, siempre y cuando no haya un humano que libremente optó por causar un mal. El resto de lo que percibimos como malo, está en nuestra capacidad rebuscar hasta reconocer la mano bondadosa de Dios. Que lo que nos hace sufrir, no tiene por qué ser bueno, que está bien que suframos, no nos sintamos culpables; pero, tampoco nos quedemos atrapados en el sufrimiento y tengamos confianza de que eventualmente es para bien.
Al confiar en que todo lo que ocurre en la vida, y no es provocado por el humano, es para nuestro bien, podemos encontrar la paz y la serenidad necesarias para enfrentar cualquier situación.

Mi llamado a la acción para aquellos que leen esto es que se tomen un momento para reflexionar sobre cómo reaccionan a los desafíos en la vida. ¿Están respondiendo con una actitud positiva y enfocándose en las soluciones, o están dejando que las dificultades los abrumen? Al centrarse en la forma en que reaccionamos a los desafíos, podemos tomar medidas para mejorar nuestra perspectiva y encontrar la fuerza necesaria para superar cualquier obstáculo.

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