«La felicidad no es algo hecho. Viene de tus propias acciones.»
Esta frase fue dicha por el Dalai Lama, quien no es exactamente el mejor exponente de la espiritualidad sagrada, ni tampoco de una conducta límpida. Pero, como bien nos enseñan nuestros sabios de bendita memoria: «La sabiduría que no es de Torá, puede provenir de cualquier fuente. Acéptala de quien viene«.
Así pues, queridos socios en este camino de aprendizaje, les pido que hoy nos podamos enfocar en la idea de que la felicidad es algo que podemos crear a través de nuestras propias acciones. No tenemos que pretender que es algo que simplemente se nos da, sino que es algo que debemos cultivar activamente en nuestras vidas.
De hecho, si esperamos que otro sea quien nos haga feliz, estamos condenados a padecer tristeza.
En la Cábala, aprendemos que cada uno de nosotros tiene el poder de manifestar nuestras propias realidades. Esto significa que podemos crear nuestra propia felicidad a través de nuestras acciones, tanto internas como externas. Si queremos ser felices, debemos tomar medidas para hacerlo realidad. El mundo de limitaciones obrará para impedir que nos conectemos con la Fuente de Todo, pero en nuestra actitud se encuentra el elemento que nos posibilitará la conciencia de esa conexión, que es constante.
Como mensaje de inspiración, les insto a que tomen medidas para cultivar su propia felicidad. Esto podría significar hacer cosas que te gusten, pasar tiempo con amigos y familiares, hacer ejercicio, meditar, o cualquier otra actividad que te haga sentir bien.
Pero, la más importante, es hacer el bien con el prójimo, algo que el otro realmente precise, y no esperamos ABSOLUTAMENTE NADA a cambio. Si practicas este instrumento, y no te agobias con él, eventualmente reconocerás lo infinitamente poderoso que es.
Una de las enseñanzas más importantes de la Cábala es que cada uno de nosotros tiene un propósito único y significativo en la vida. Como dice el sabio de espiritualidad judía, el Baal Shem Tov, «Cada persona tiene una chispa divina dentro de ellos y es nuestra tarea encontrar y avivar esa chispa.»
Les pido que reflexionen sobre cuál es su propia chispa divina y cómo pueden cultivarla para llevar una vida más feliz y significativa, esto es, que tienes en particular tú que puede contribuir para mejorar en algo la vida de tu prójimo, sin esperar nada a cambio. No tienen que ser grandes cosas, no es tu responsabilidad encontrar la cura a todas las enfermedades o quitar el hambre del mundo; pero sí es responsabilidad tuya conocer tu potencial y desarrollarlo al máximo permitido y con ello brindar algo de bienestar genuino y desinteresado al prójimo.
Recuerden que la felicidad no es algo que simplemente sucede, sino que es algo que podemos crear a través de nuestras propias acciones.
¡Les deseo a todos una vida llena de felicidad y realización! ¡Que cada uno de ustedes encuentre su propia chispa divina y la cultive a través de sus acciones!
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