El EGO produce caos en nuestro interior
y por tanto en nuestra relación con lo exterior;
sea en la acción o en la interpretación de la realidad.
Sus herramientas para llamar la atención y sustraernos de la sensación de impotencia,
perturban y alteran,
con llantos, gritos, pataleos, y sus derivados,
ejercidos con la única consideración e interés
que es cumplir ciegamente con su función: eliminar la sensación de impotencia.
No construyen SHALOM,
lo perjudica.
Al tomar conciencia del EGO
y no actuar bajo su mando,
ni dejar que sea él quien interprete los hechos,
podemos llevar una vida de mayor plenitud y felicidad.
Entonces, debemos entrenarnos para dejar fluir el primer impulso,
el automático,
aquel que proviene del EGO,
para luego evaluar las opciones con paciencia, calma y firmeza,
y entonces elegir y llevar a cabo nuestra verdadera misión: construir SHALOM en todo momento, interno y externo.
Así, la LUZ de la NESHAMÁ se abre paso a través de las cáscaras y máscaras,
y es el espíritu quien se encarna y comanda,
y no el EGO.
La conciencia de nuestra identidad no nos asegura que seamos un «producto terminado», sino un ser en continuo mejoramiento. El continuo mejoramiento es «la meta». Gracias por el articulo.
exacto!