«Entonces soñó, y he aquí una escalera puesta en la tierra, cuya parte superior alcanzaba el cielo. He aquí que los enviados de Elohim subían y descendían por ella.
Y he aquí que el Eterno estaba parado a la cabecera de él y dijo: -Yo soy el Eterno, el Elohim de tu padre Avraham [Abraham] y el Elohim de Itzjac [Isaac]. La tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Tus descendientes serán como el polvo de la tierra. Te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur, y en ti y en tu descendencia serán benditas todas las familias de la tierra. He aquí que Yo estoy contigo; Yo te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.»
(Bereshit / Génesis 28:12-15)
Es posible unir el cielo con la tierra, sincronizar la vida mundanal con la existencia espiritual.
Es necesario conocer nuestro Yo Vivido, sus mecanismos, sus hábitos, tomar conciencia de nuestro ser en su multidimensionalidad, para luego aplicarse enfocado y poderoso a seguir las reglas y orientaciones que provienen del Yo Esencial (NESHAMÁ, espíritu), tanto en su faceta ética como en la que corresponde a los mandamientos divinos.
Entonces, el Yo Vivido es un vehículo para la manifestación del Yo Esencial.
Todo depende de la conducta adecuada, no de la fe.
Conducta en los tres niveles de presencia de la NESHAMÁ, la cual se viste de pensamientos, palabras y acciones.
Pensar éticamente, expresarse a través de la comunicación auténtica, actuar construyendo SHALOM.
Es un combo posible y sofisticado, que posibilita hacer de este mundo el paraíso terrenal.
Pero, el EGO secuestra el pensamiento.
Ya no se está pendiente de la guía luminosa y saludable de la NESHAMÁ, sino de las ordenanzas y látigos del EGO.
Hundiéndonos en impotencia nos alejamos de nuestro verdadero poder.
Así, la creatividad se corrompe y pasa a trabajar fabricando excusas para la pereza o el mal proceder.
La crítica se emplea para demoler y no colaborar con la edificación.
El análisis descompone sin intención de reconstruir en una mejor figura.
La estereotipia te invade, etiquetando a todo y todos, encajonando sin flexibilidad.
Las ideas son abrumadoras.
El sistema de creencias plagado de adoctrinamiento, miedo, confusión, adoración de ídolos, impotencia.
Es el terreno fertilizado por el EGO y dispuesto para que crezcan las hierbas venenosas que trastornan la existencia.
En esa realidad comandada por el EGO, difícilmente los emisarios celestiales suban por la escala, al encuentro de la NESHAMÁ y dudosamente desciendan trayendo fortaleza y confianza.
El hombre queda atrapado en su terrenidad, limitado en sus limitaciones; en lugar de ser el infinito limitado por la realidad práctica.
Así crece la angustia y la desesperación.
Brotan falsas esperanzas, ilusiones de supuesto poder.
O, por el contrario, se agregan más premoniciones ominosas y brumas que entorpecen el disfrute saludable.
Porque no hay conexión ni sincronía entre lo que hace el Yo Vivido y la realidad del Yo Esencial.
Triste presencia, que puede te sea conocida.
¿Acaso hay que ver caerse en pedazos el mundo que formas para hacer lo necesario y rectificar la vida?
¿Será necesario, como siempre, esperar a perder lo que no se valora para entonces llorar por no tenerlo y recién ahora valorarlo?
¡Tantas cosas buenas que te rodean y que no aprecias!
¡Demasiado por agradecer, pero te dedicas a llorar por lo que sientes que te falta!
Para huir de tus angustias, probablemente te vistes de lo que no eres, ni de lo que sientes.
Finges desbordada felicidad, pintando risas y lujos en tu débil cáscara que muestras para afuera.
Para tapar el hoyo oscuro, que crece cada día, que te consume, que te agobia.
O gritas y das ordenes con actuada suficiencia.
Haciéndote pasar por el líder, exigiendo perfección en ti y en los demás.
Para esconderte de tus falta de confianza, teniendo tu autoestima por el piso y esquivando pisarla a cada paso.
El EGO, siempre él que se interpone entre nosotros y nosotros, entre la LUZ de la NESHAMÁ y el Yo Vivido.
Pero, cuidado, el EGO no es el enemigo, sino solamente un amigo trastornado y perplejo que ha perdido el rumbo.
Tienes, eres, LUZ.
Comienza a criticar menos y disfrutar de lo permitido más.
Demanda menos, comparte más.
Agradece por cada cosa y apártate de lo prohibido.
Haz el bien generosamente y no esperes beneficiarte por hacerlo.
Trabaja por ser la mejor versión de tu mismo y no la peor versión que te decreta tu sociedad.
Estudia, reza, labora.
La vida material es limitada, en tanto que la espiritual no tiene fin.
Cuando unes ambas, encuentras la plenitud en esta vida y la delicia en la eternidad.
En esa perashá se indica como HaShem comienza a ser Elokim para Yakov, así como lo fue para Abraham y Itzjak: es decir como el comienza a encontrar y a relacionarse con su dimensión espiritual plenamente: y por eso llegará a ser Elohe Yakov