Dijo el ofuscado Labán a su pariente Iaacov:
«¿por qué me has robado mis dioses?»
(Bereshit / Génesis 31:30)
¡Qué triste la vida de aquel que pone su confianza y “fe” en los dioses!
Porque todos, absolutamente todos, somos NESHAMÁ, es decir, chispa divina, parte del Creador, espíritu, esa es nuestra esencia trascendente que reposa en este cuerpo material.
Ese Yo Esencial no mienta, ni deja que engañemos.
Desde el fondo de lo que somos nos habla, nos conduce, aunque no le prestemos ninguna atención y nos dediquemos a abrumarla con la vanidad y brumas del EGO.
La NESHAMÁ sabe que todos los dioses, incluso cuando hacemos de Dios un dios, son falsedad y desesperación.
Nos anuncia, sin falta y sin piedad, que estamos caminando el camino del olvido, abrazados con nuestra fe a un peso muerto.
Denuncia nuestra deslealtad, al Padre así como a lo más luminoso que somos.
Lo sabemos, lo sentimos, aunque no sea consciente ni lo admitamos a viva voz.
Porque, indudablemente los miles de millones de adoradores del EGO, todos los religiosos (incluidos por supuesto los ateos), se esfuerzan en mantener su parodia pero anhelan como el sediento en medio del desierto beber de la Fuente de Vidas, el encuentro con el Creador.
El dolor es inmenso, por ello, se agrupan, se predican, se amenazan, se persiguen, regalan folletos, prohíben lo permitido, exigen el exterminio de los judíos, boicotean a Israel, insisten con suplantar al pueblo judío, descalifican a los que elevamos una voz cordial y cuerda, se atreven a cualquier disparate insistiendo con la fidelidad a sus dioses, sean uno o muchos.
Hacen guerras (a las que torpemente llaman “santas”) y recorren el mundo como misioneros, para atraer conversos a sus filas.
Así creen romper las cadenas de la impotencia que los está corroyendo.
Pero, la NESHAMÁ sigue firme en su declaración, ésta no varía.
Los dioses, incluso Dios cuando lo hacen un dios, son falsedad y estorban la sincronía sagrada del Yo Vivido con el Yo Esencial.
Esto conlleva amargura, angustia, todo tipo de manifestaciones emocionales, mentales y orgánicas que de ser correctamente analizadas indican la necesidad de romper con los dioses y ser libres, para servir con lealtad y plenitud al Uno y Único.
Así andan, o andamos, atrofiados en nuestra plenitud.
Agarrados a nuestros dioses, sean de los declarados religiosos o de los más terrenales (plata, fama, belleza, honores, etc.).
Perdiendo las energías en mantener una charada que no da vida, pero sí la resta.
Temiendo que nuestros dioses sean robados, aunque gritemos como energúmenos que nuestros dioses salvan, hacen milagros, son todopoderosos, etc.
En cualquier momento nuestros dioses pueden ser robados, porque son vanidad, reflejo de nuestro EGO transformado en deidad exterior.
Sí, así en esa desesperación andamos por la vida.
¿La solución?
Es obvia, no es ahora tiempo de repetirla, porque ya la hemos anunciado y explicado decenas de veces.
http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/terafim-trofeos-del-ego