Enseñamos varias veces la diferencia entre miedo, susto y precaución.
Puedes ver el último post al respecto, que publicamos esta misma semana, en el siguiente link: https://wp.me/p3cYr1-4fX
Te propongo ahora seis estrategias para fortalecerte por sobre el miedo, es decir, usarlo para ser más fuerte y temer menos.
1. ¿De qué estoy tratando de protegerme?
Esa fantasía de una impotencia futura, cosa que es siempre el miedo, no nace de la nada, sino que tiene uno o más causas que se esconden en nuestra mente inconsciente. Algo en el fondo de nuestra mente nos hace creer que seremos impotentes en el futuro y que por tanto es necesario temer ahora y llenarnos de angustia y dudas.
Entonces, te propongo que te tomes tiempo y analices qué es lo que te está generando ese miedo.
Quiero que lo entiendas bien: NO tienes que estar enfocado en eso que fantaseas que te da miedo, sino en qué de ti te hace fantasear con ese miedo.
Quizás con un ejemplo podamos entendernos mejor.
Vamos a suponer que el miedo es a perder el trabajo, aunque no haya ningún indicio en la empresa de que ello pudiera ocurrir, ni tú hiciste alguna cosa que lo amerite, ni que la situación del país pueda llevarte a esa situación.
Sin embargo, el miedo está presente y no te deja vivir en paz, lo cual puede redundar en que finalmente agobies a tu jefe, cometas errores, y «sin intención» provoques que realmente te despidan.
Lo que te pido que analices no es «tengo miedo a perder el trabajo», sino que hay en tu mente inconsciente que te hace imaginar que te van a despedir. Cuando comienzas a bucear en tu mente, revuelves en tu Sistema de Creencias, por ahí te encuentras con que lo que te pasa es que no estás feliz ni satisfecho con tu trabajo, que no te animas a pedir un aumento, que no te atreves a renunciar para buscar algo más acorde a tus deseos, o lo que sea que vayas a encontrar cuando bucees en tu mente. Entonces, quizás te des cuenta de que te estás queriendo proteger de confrontar con tu jefe a la hora de pedirle el aumento, o de enfrentarte a estar sin trabajo porque no te tomaron del que deseabas y ya habías renunciado a este, o lo que fuera que descubras dentro de ti.
2. ¿Qué puedo aprender de mi miedo?
Cuando te contemplas desde fuera y te das cuenta como reaccionas ante el miedo, cuando ves qué imagen estás transmitiendo, cuando percibes lo débil que estás si te sometes al miedo… ¿qué estás aprendiendo acerca de ti gracias a este miedo que te está atrapando?
En el ejemplo que dimos de quedar sin trabajo, la idea es que veas cosas acerca de ti y tu relación con tu trabajo, tus expectativas, tus recursos, tus debilidades, aquello que haces bien y aquello que haces mal, etc.
3. ¿Cómo puedo relatar aquello que me da miedo de tal forma que no me lo dé?
Ya que el miedo siempre es un relato fantasioso que hacemos acerca de una imaginaria futura impotencia, es necesario cambiar el relato que nos hacemos. Dejar de contar las cosas en tono de tragedia, no seguir relatando el asunto como si fuera una realidad presente, aprender a pensar en positivo y a hablar también en positivo. Es decir, desactivar el poder que le damos al miedo cuando lo narramos de forma tremenda, realista, cuando no existe más allá de nuestra mente.
4. ¿Qué está en mi poder hacer?
Tienes que explorar lo que está a tu alcance para hacer, elaborar alternativas, NO quedarte con el mismo relato repetido una y otra vez. Apartarte de aquello que te mantiene esclavizado y que en verdad no existe, para que entonces te animes a decidir hacer algo diferente.
Atrévete a avanzar más allá de la frontera que te supones te está rodeando.
No dejes que el miedo te siga susurrando sus mentiras, porque el miedo no es más que una fantasía, no tiene ningún poder y eso que imaginas es muy probable que nunca te suceda.
5. ¿Estás dispuesto a tropezar?
El pretender ser perfecto, el asumir que no puedes cometer errores, el no ser capaz de tropezar y caer, es una excusa para no desarrollar tu verdadero potencial.
Es necesario que tengas claro que tienes un pequeño poder, pero que lo tienes.
Que no estás en control de muchísimas cosas, pero si de algunas.
Que las cosas pueden salir de una manera diferente a las que te propusiste.
Que no eres el amo de los resultados, pero sí de hacer la parte que te corresponde.
Por tanto, que el fracaso no sea la excusa para arrugarte y no hacer tu parte.
Los golpes, las caídas, los errores, los fracasos, el esfuerzo sin resultado son parte del verdadero crecimiento, del fortalecimiento.
5. ¿Hablaste CON Dios?
Es bueno hablar con el Creador, de manera sencilla, natural, franca, sin ritualismos, sin grandes palabras que resultan molestas para un sano diálogo entre tu Padre y tú.
Habla con Él, coméntale tu miedo, pero hazlo con respeto, sin olvidar que Él es también el Rey de reyes.
Pero recuerda, no lo relates desde la tragedia, sino con mesura, con sano optimismo, con confianza en que tú harás tu parte y más allá de los límites que te ha impuesto el miedo o tu Sistema de Creencias. Y confía en Dios, porque Él siempre hace Su parte.
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