El miedo al cambio, es otra manera de manifestarse el EGO.
Los cambios son inevitables, la vida es continuo fluir.
Estamos en cambio, eso es lo permanente.
Tan invariable que hasta parece que no hay cambio.
Pero existen ocasiones de cambios radicales, importantes, a veces involuntarios, a veces inesperados. Momentos o épocas de crisis. Muerte de familiares, jubilación, casamiento, nacimiento de un hijo, despido, accidente, mudanza, divorcio, ser víctima de robo, emigración, etc.
Todo cambio sentido como trastorno implica estar en situación de falta o reducción de poder, sea real o imaginariamente.
Podemos ser de aquellos que nos dejamos arrollar por el cambio catastrófico, ser llevados por la impotencia y reaccionar con las herramientas del EGO.
O podemos ser de los que generan voluntariamente el cambio por sobre el cambio que truena a la distancia, gracias al poder que contamos en esa circunstancia. A veces este cambio afirmativo es aceptar la imposibilidad de accionar, de evitar el cambio que no podemos controlar, y subirse a él, surfearlo, para que el cambio inevitable y terrible sirva para mejorar aunque haya perdidas.
El cambio, es vida. Podemos hacer que sea de felicidad o de sufrimiento.