¡Estás fuera!

Hemos referido en muchas oportunidades que el miedo básico primordial es a la impotencia, a no poder.
Este se desglosa en cinco ramas principales, de acuerdo a los cinco planos de la persona: físico, emocional, social, mental, espiritual.

La rama del miedo que corresponde al plano social la podemos reconocer como a ser rechazado, a ser dejado de lado, a ser anónimo, a no alcanzar estatus, a ser invisible o despreciable para el grupo.
No es el miedo al abandono, o la soledad, o el desamparo que corresponde al plano emocional, puesto que aquel refiere a procesos internos y a aquellos relacionados a personas significativas. Sino que el miedo en el plano social brota tano por relaciones con gente conocida como con extraños, con personas que valoramos y con aquellas que ni siquiera realmente nos importan tanto.
Piensa, por ejemplo, cuando algún “amigo” de Facebook te ha eliminado de su lista, cómo te sentiste, cómo te preguntaste qué pasó, cómo buscaste darte cuenta qué hiciste mal. En verdad, ¿ese “amigo” era un amigo? ¿Valía tanto su “amistad” como para amargarte o enojarte? Parece que sí, aunque no fuera un amigo en realidad.
O tal vez te pasó que alguno no te invito a una reunión, o el convite llegó tarde, o te dieron un asiento junto al baño en la fiesta, o… tantas cosas que te hicieron apenar por sentirte anónimo, no valorado, nadie. Cuando ni siquiera te importaba la fiesta, la gente, el motivo de la reunión, pero igualmente el miedo al rechazo estaba allí, haciendo de las suyas.

Este miedo y sus reacciones son bien conocidos por los manipuladores, por ejemplo los traficantes de la fe. Gente que emplea recursos emocionales para obligar a sus ovejas a seguirles a pesar de que racionalmente es evidente el engaño, la farsa, el caos, el mal camino. Se usa la presión de grupo, las amenazas, los amigos desaparecen, se quita el saludo, uno pasa a ser un paria, se pierde el contexto social al cual uno estaba acostumbrado, etc. Quizás a ti te ha tocado soportarlo cuando hiciste algún movimiento que resultara preocupante para el pastor de turno y su monopolio sobre sus ovejas. Tal vez cuando preguntaste algo que no le convenía, o cuando mencionaste tus dudas acerca de la verdad de esa fe teatral, o simplemente faltaste a alguna reunión de la congregación. Pronto, muy pronto te hicieron sentir el rechazo, te dejaron fuera, te infamaron. Probablemente lo has vivido, si quieres puedes compartir tus anécdotas aquí con nosotros, nos sirven para aprender y te sirve a ti para descargar lo que tienes en tu corazón.
Es un mecanismo sádico de dominación, que hábilmente manejan los traficantes de la fe, así como otros “líderes” que no cuentan con recursos saludables para mantener unido al grupo y sostener su liderazgo (jefes, patrones, políticos, cabecillas, etc.).

Así es amigo, el miedo es un instrumento muy peligroso en manos de los emisarios del EGO que se ponen a comandar las vidas de los que caen bajo su influencia.
El miedo en el plano social no queda por fuera de ser usado para someter y encasillar. De hecho, tiene una enorme influencia puesto que se replica y aumenta de acuerdo al número de integrantes del grupo.

Por ello es bueno conocer acerca de estos temas, y hasta reiterar las lecciones, aunque parezca aburrido.
Para conocernos, para entender cómo funcionamos, para ver qué acontece en nuestro entorno, para posibilitarnos ser sanos y felices.
Dios no quiere que seas una oveja de ningún pastor, de haberlo querido hubieras nacido oveja y no humano.
Así pues, toma este buen pan espiritual para hacer de tu existencia un canto sagrado eterno.
Esto es TORÁ en su bella expresión práctica, útil, beneficiosa. Sin artificios, sin trampas, sin eludir los temas que son esenciales para armonizar lo terrenal con lo espiritual.

Al sumergirse en las sensaciones producidas por el miedo, o al experimentar el rechazo realmente, la persona tiende a responder automáticamente con las herramientas del EGO: llanto, grito, pataleo y/o desconexión de la realidad, o alguno de sus derivados.
Esto, que nosotros afirmábamos desde tiempo atrás parece haber recibido soporte desde la neurociencia.
Según estudios académicos realizados recientemente (Peterson, C.K., Gravens, L.C., y Harmon-Jones, E. (2010). “Asymmetric frontal cortical activity and negative affective responses to ostracism.” ), se ha constatado que ante el rechazo se encienden dos zonas diferentes del cerebro, el lóbulo frontal izquierdo con enojo y el lóbulo frontal derecho con tristeza.

Ambas son reacciones “normales” ante el rechazo social.
Ambas son parte de las respuestas de lo que llamamos EGO, ante la impotencia o el sentimiento de la misma.

Ahora, ¿qué podemos hacer para mitigar el impacto de estos sentimientos?
¿Qué hacer para no aumentar el malestar a causa de nuestras reacciones, internas (sentimientos, pensamientos, ideas) y externas (acciones, gestos, palabras)?
¿Podremos eludir las trampas del EGO para no seguir siendo dominados e impotentes?

Hemos brindado algunas pautas en numerosas ocasiones anteriores, ahora quisiera proponerte otras (tal vez no muy diferentes de cosas que ya conoces y aplicas).
Si las pones en práctica me encantaría que me lo comentaras, todos aprendemos. Gracias.

  1. No supongas intenciones.
    A veces los otros se olvidan de ti, sin intenciones negativas. Eso pasa. Tú no eres el centro del universo ni de oro como para que todos estén pendientes de ti.
    Claro que esto no le quita peso al EGO, que pretende hacerte sentir inútil, nada, nadie, a la vez que te infla y te hace subir a un pedestal de barro, para que cuando te caigas y lastimes el dolor sea mayor y su dominio sobre ti esté asegurado.
    Que sepas que se olvidaron de ti puede excusas la mala intención, pero no el sentirte “menos” de lo que te crees.
    Igualmente, no supongas.
    Si tienes la oportunidad, cuando no estés enojado ni triste, pregunta amablemente qué pasó. Si es que quieres saberlo, si es que la pregunta y la respuesta no provocará mayores conflictos.
  2. Enojo y tristeza.
    Como mencionamos, la investigaciones han confirmado que surgen dos emociones: enojo y tristeza.
    Debes aceptar ambas, no solamente una. Reconocerlas. Manejarlas de modo provechoso.
    Si admites estar enojado pero no triste, o viceversa, habrá algo que no comunicas y tarde o temprano se expresará de algún modo.
    Admitir pero NO actuarlo.
    Comunicarlo para quitarle peso.
  3. No se acaba el mundo.
    Ok, no te quieren, no te invitan, no te valoran, sigue adelante entonces.
    Que no es fácil, me dices. Que ya conoces a la gente desde hace mucho tiempo y te cuesta desprenderte de ellos, me comentas. Que para los adultos se complica iniciar nuevas amistades, ser recibido en grupos, me aseguras.
    Sí, probablemente tienes razón… ¿y qué?
    ¿Por ello te quedarás en un lugar, situación, soledad, que no te gusta ni te sirve?
    Vamos, aprovecha ahora la oportunidad para encontrar gente más sensible, más afines.
    Permanecer varado por un fracaso, no es la forma de avanzar hacia tu bienestar.
  4. Lo que crees es más catastrófico que lo que es realmente.
    Sí, en líneas generales nuestra fantasía suele ser más recargada y dolorosa que el hecho en sí mismo.
    A veces es necesario cortar los lazos viciosos, romper los bastones tóxicos, desprenderse de las relaciones enfermizas, alejarse de los grupos fanatizados.
    Supondrás muchos tremendos resultados, que probablemente ninguno serán reales.
  5. Sé amable.
    Si realmente te han hecho el vacío, si no te han tomado en cuenta, sé amable con esas personas.
    No puedes, ni debes, obligar a nadie a que te quiera, a que te invite, a que sea tu socio o amigo.
    Pero si debes respetarte y respetar al otro.
    Podrás no estar de acuerdo con su decisión, con su acción, pero igualmente sé amable (en la medida de lo que es éticamente posible).
    Los de la iglesia, que hasta ayer te llamaban hermano, hoy no te saludan… bueno… tú sé amable con ellos. Acepta que en su fanatismo ahora eres para ellos un “hereje”, un “hijo del demonio”, pero tú no eres esclavo del EGO como lo están siendo ellos. O al menos no quieres serlo. Entonces, no actúes de acuerdo a los dictados del EGO. Sé amable, en la medida de lo que es éticamente posible.
  6. Reconoce la manipulación.
    Con enojo y tristeza a cuestas no es sencillo reconocer la manipulación, pero luego, date tiempo para reflexionar.
    Mira lo que sucedió.
    Si has hecho algo que provocase el rechazo, quizás puedas disculparte, enmendar tus acciones.
    Si en realidad es decisión de los otros, por sus propias razones, no tienes nada que hacer.
    Si es una manipulación, no permitas que se te falte el respeto, que se te quiera dominar a través de estos mecanismos subversivos.
    Aprende a manejar tu vida, no admitas ser títere.
  7. Enfócate en lo que es importante.
    Las culpas del pasado no sirven para mucho.
    Las angustias hacia el futuro, tampoco.
    Enfócate en aprender, aplicar, construir Shalom.
    De dentro hacia fuera.

Bien, hasta aquí por ahora.
Me gustaría no ser invisible para ti y que tuvieras la amabilidad de agradecer este texto que te regalo, de comentarlo, de compartirlo, de difundir nuestro HOGAR de VIDA con todo el que esté a tu alcance.
Pásala bien.

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