Grados de receptividad del Bien

Algunas ideas cabalísticas que puede nos sea de provecho conocer.

El Eterno es el infinito Bien, entre otras infinitas cualidades.
Para que ese bien supremo tenga sentido el Eterno dispuso que existiesen receptores de Su bondad.
Creó el universo y dotó a ciertos seres de vida, dentro de estos hizo al ser humano quien se destaca del resto por ser también NESHAMÁ, espíritu, una chispa de la Divinidad.

Cada criatura que disfruta de lo que Él le da, está cumpliendo la misión para la cual fue creada. ¡Es su manera de alabar al Eterno!
El ser humano, al igual que el resto de las criaturas, puede y debe gozar de lo permitido de aquello que de manera constante y con inacabable bondad alcanza a su limitada existencia.

Pero,  como NESHAMÁ encarnada en este mundo, puede disfrutar de Su Merced desde otra perspectiva: siendo consciente de ser receptor de una gracia inmerecida, una dádiva generada por la Voluntad de dar del Creador y no por algún mérito propio particular.
El manifestar esa conciencia de la bondad divina a través del agradecimiento es un escalón más elevado en nuestra existencia.

La cual se puede superar al provocar la obtención de bienestar como consecuencia de actuar de acuerdo a la Voluntad Divina.
Cuando generamos méritos con nuestras acciones, el bien obtenido no es por dádiva sino por justicia.
Con esto ya el hombre se eleva aun más por sobre la pasiva recepción del animal.

E incluso puede subir un peldaño más, cuando escoge entre lo bueno y lo malo, cuando haciendo uso de su libre albedrío opta por el camino del Eterno.
En consecuencia se hace meritorio a la recompensa, es decir, la consecuencia lógica y automática de su acción constructora de SHALOM.

Y todavía tiene un piso más para ascender, cuando su elección por actuar en sintonía con la Divina Voluntad no está motivada por el deseo de obtener algún beneficio, sino solamente por estar consciente del Eterno y Su Ley para vivir de acuerdo a ella.

Y si además lo que obtiene lo comparte solidariamente, generosamente, sin esperar nada a cambio, (pero sin provocarse daños innecesarios), entonces emula en su máxima posibilidad al Eterno, al ser un canal de dar y no un mero receptor de la bondad de Arriba.

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Jonathan Ortiz

Interesante. Hace tiempo alguien me decía «no tengo por qué agradecer un favor que no pedí que me hicieran». Y sí, EGO puro pensé.

Lo comento porque en un principio pensé «si yo no pedí ser creado, por qué tengo que vivir cumpliendo la misión para la cual fui creado.» (Conste que lo hice a manera de reflexión).

Lo cierto es, la vida es solo un instante muy corto si lo ponemos desde la perspectiva de la eternidad. Y ya que estamos aquí pues hagamos que valga la pena, actuando con bondad y justicia principalmente.

Gracias Moré

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