Hasta acá llegamos

El hombre siente un afecto dulce y cariñoso por la mujer.
No es solamente atracción física, hay algo más que química o pasión sensual. Es como un bálsamo interior, una especie de tranquilidad como si fuera el retorno al hogar.
Sí, se siente complacido por ese combo que le llena; y se regocija al darse cuenta de que ella le responde favorablemente. Es un sentimiento mutuo. De hecho, ella habla de amor, de proyectos que los incluyen a ambos.
Están en una relación que se retroalimenta positivamente.
¿No es genial disfrutar de una experiencia así?

De pronto, o no tan sorpresivamente, él comienza a inquietarse.
Podrían ser algunas conductas imperceptibles al principio, que luego van creciendo en presencia y permanencia.
Dice que la sigue queriendo, pero se comporta cada vez más agresivamente. Tal vez no llega a agresiones físicas directas, pero no faltan insultos, burlas, ofensas, puede que incluso hasta salidas con otras mujeres o estar en postura de conquistador, a la caza de una presa. Al mismo tiempo, se vuelve irascible con su “amada”, inconformista, demandante, quejoso y suspicaz. Sospecha que ella anda en aventuras por ahí con uno o varios hombres, o al menos anda coqueteando. Le revisa su celular, husmea en el email, explora cada interacción en las redes sociales, puede incluso llegar a seguirla para ver qué hace cuando sale del trabajo, con quien conversa en el gimnasio, qué se ha puesto para atraer a otros hombres. Sí, está alterado y provocador. Él salta de una mujer a otra, en secreto o a voces, pero se victimiza con fantasías de que su mujer siquiera converse con un compañero de trabajo.

La incomodidad va en aumento, ya no hay día que termine en paz.
Las ideas de ruptura son constantes, eso si no han probado marcharse (cualquiera de los dos), para volver al rato con promesas de que las cosas van a cambiar, de que todo estará bien.
Pero las cosas, no están bien.
Ella, en verdad, no coquetea, no flirtea, no anda a la búsqueda de nada; bueno, sí de una cosa, de que él se calme, de que la relación vuelva a ser esa especie de Edén romántico o pasional que fuera en las primeras semanas. Ella quiere un poco de paz, de poder estar un día sin gritos, sin amenazas, sin miedo, sin angustias. Quiere alguien que sea su pareja, a la par.
Él dice que quiere lo mismo, pero no se queda quieto. Ahora inspecciona el Twitter de ella, mientras pone “Like” en el Tinder de otra.

Puede ser que la relación termine allí. Puede que se prolongue indefinidamente, sumando más sufrimiento al padecimiento. Puede que vayan y vuelvan. Difícilmente que se consiga establecer la armonía si no realizan un trabajo profundo de sanidad emocional.

Hasta aquí esta historia, que quizás te suene conocida, aunque varíen los sexos y alguna que otra condición de la que narramos.
Pasemos a pensar el relato.

Cuando alguien tiene miedo al abandono, que es uno de los típicos de la especie humana, ¿cuáles suelen ser las reacciones?
Podemos encontrar algunas que son típicas.

1- Dejar antes de que me dejen. Son aquellas personas que están contigo hoy, pero mañana ya están con otro “amor”. No duran sus relaciones, casi como hemos contado más arriba.
Van saltando de una a otra, dejando apresuradamente, y especialmente si las cosas van bien. Porque, cuando la otra persona comienza a ser significativa, más peligro de sufrir a causa del abandono, por tanto, ¡a terminar la relación antes de que sea demasiado tarde!

2- Provocar que el otro me deje. En esta forma de vínculo no se tiene el valor de cortar, pero se actúa de manera agresiva, despreciativa, abandónica, generando malestar en el otro para llevarlo a reaccionar abandonando. Es decir, se produce adrede pero inconscientemente el resultado tan temido. ¿Por qué hacer algo tan absurdo? Hay respuestas, pero no es el momento de compartirlas.

3- Soportar cualquier cosa con tal de no ser abandonado. Sí, cualquier cosa es eso exactamente. No es que se ignore el sufrimiento o se lo niegue, se sabe lo mal que se está pasando, pero se inventan todo tipo de justificaciones y excusas para seguir así.

4- Estoy contigo pero no lo estoy. No hay compromiso ni involucramiento emocional. El otro es parte de la vida, pero como un objeto de uso. Se niega su humanidad y su valor relativo, para que de esa forma si se produce el abandono, entonces se afirme que no se sufre. ¡Cómo llorar por alguien que decimos que no querer!

5- Tengo red de seguridad. Una variación del anterior es aquel que es infiel, sea con una o varias personas, en una o diferentes ocasiones. El asunto es tener una persona de reserva, alguien a quien correr a abrazarse si de repente uno es abandonado. Entre estos están los que siguen con su pareja, aunque quieran terminar la relación ya, pero no lo hacen hasta encontrar a aquel que ocupará el lugar de inmediato.

6- Si nunca te tengo, nunca te perderé. Esta persona sufre en soledad, la cual justifica de mil maneras poco creativas. La cuestión es no ser abandonado, por tanto no se involucra con nadie, así no podrá sufrir el abandono o desprecio. Lo triste es que vive abandonado indefinidamente. ¿Algo diferente a los anteriores?

7- ¿Que yo qué? ¡No, estás muy equivocado! Son los que no admiten su situación dolorosa, de hecho, ni siquiera alcanzan a sentirla. Están bloqueados en su conciencia. Pueden estar soportando el peso de un elefante obeso, pero dirán con total seguridad y honestamente que se sienten ligeros y livianos. ¡No están mintiendo! Es lo que realmente sienten, porque tienen perturbada su capacidad de tomar conciencia con la realidad.

8- Tenemos que hablar. Los que admiten su inseguridad, aceptan su miedo, reconocen las conductas y creencias erróneas que han sostenido y hacen algo para mejorar y no perjudicarse ni al otro.

Es importante que, si estás en alguna relación de pareja, te tomes un tiempo para interrogarte y hacer luz con sinceridad para ver tu situación y si encuentras que no estás en armonía, quizás incurras en alguna de las siete opciones que hemos señalado recién.
Si así es, ¿es hora de hacer cambios positivos?

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Jonathan Ortiz

Hoy mi esposa y yo leimos este tema e intercambiamos algunas ideas, entre ellas : – Darse cuenta que a ambos en la pareja los pueda mover el miedo, tanto al que abandona como al posible abandonado. – Ambos temen quedarse en soledad, sólo que uno abandona por miedo a, y el otro teme que lo abandonen y más se aferra a quien no quiere estar con él. Si ambos se sentaran a hablar con franqueza dirian algo asi: A: Tengo miedo que me abandones por eso te abandono primero B: Tengo miedo que me abandones por eso me aferro… Read more »

Jonathan Ortiz

Exactamente, comunicación autentica.

Jonathan Ortiz

El EGO tiene el poder de hacernos creer que tenemos el poder. Y pues no.

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