Como en una rueda gigante (también llamada rueda de la fortuna), esas de los parques de diversiones, a veces estamos arriba, otras abajo, la mayor parte del tiempo entre subidas y bajadas.
En aquellos parques suele haber un operador que de pronto detiene el movimiento, no sé muy bien el motivo; tal vez sea para darle un poco de emoción, ya que rompe la rutina y nos pone en estado de sorpresa y alerta; o quizás sea para que podamos apreciar el paisaje un rato desde donde estamos en aparente estado estático. Puede que haya otro motivo, como que a alguien le ocurrió al azar y luego en el resto de los parques se copiaron de la idea y se transformó en tradición, ¡qué sé yo!
Por supuesto que así parece ser nuestra vida, mucho tiempo pasando entre subidas y bajadas.
Un punto máximo, arriba, de con sensación de felicidad, pasión, completitud, poder.
Luego la caída, hasta el punto máximo, abajo, donde prevalece la desesperación, la amargura, la plenitud de la impotencia, el vacío.
A veces, la rutina se quiebra, algo viene a traer un corte con lo que está sucediendo de manera corriente… para bien, para mal.
Por cierto, suele ser un deseo frecuente el aferrarse a las sensaciones del punto alto, para estar allí eternamente, en la medida de lo humanamente posible.
Pero, la decepción no tarde en aparecer, porque volvemos a caer y aquel que se aferra a lo que ya no es, no tiene más remedio que sufrir.
La buena idea sería aprender que lo que nos pasa, esto que estamos siendo, NO ES lo que somos.
Pues, somos NESHAMÁ, o sea, espíritu, chispa Divina, una molécula de eternidad.
La NESHAMÁ es siempre luz, siempre abundancia, siempre Divina Presencia.
Mientras tanto, en este yo que estamos siendo, hay luces, sombras, rupturas, separaciones, malestar, alegrías, rutina, aburrimiento, esperanza, pasión, etc.
Cuando sabemos que no estamos separados de Dios, es que podemos pasar por todas las estaciones de la rueda gigante de esta vida con serenidad. Podemos aceptar el sufrimiento, podemos comprender nuestra debilidad, podemos disfrutar de lo hermoso y compartir sin temor.
Agradezcamos tener y especialmente tener conciencia espiritual, que nos permite ser realmente poderosos aún en la impotencia.
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