La tristeza de visita

A pesar de lo que alguna gente religiosa quiere hacer creer, la tristeza NO ES mala, ni debe ser erradicada, ni demuestra poca confianza en el Padre Celestial, ni es pecado, ni es síntoma de debilidad emocional.
La tristeza es una parte normal y en muchas ocasiones indispensable de la vida.

La tristeza surge como una de las respuestas automáticas y naturales ante situaciones de impotencia, sea éstas reales o imaginarias.
Cuando esto sucede, sea por lo real o lo imaginario, es como una alarma que comienza a sonar y tiene una finalidad muy práctica: llamarnos la atención de que está sucediendo algo que nos perturba.

Callar la alarma sin prestar atención; hacer de cuenta que no está sonando; negarla a rajatabla cuando es evidente; dar excusas sin razón para no hacerle caso; todo esto tiene en común que resulta en un aumento del dolor, un crecimiento de la impotencia, un gasto innecesario de energía de vida que se desperdicia en sostener situaciones que no son buenas para uno.

Por lo tanto, hay que tomar a la tristeza como una visita que pasa por tu casa a darte una noticia, una que probablemente no quieras escuchar pero que no deja de ser real y útil que adviertas.
Date cuenta de que ella pasa por tu hogar, respétala, no la maldigas, no la corras con palos para ahuyentarla a los golpes, no la insultes.
Además, muéstrale aprecio, aunque no sea lo que tú quisieras tener en este momento, sin embargo, no deja de ser útil y necesaria. Es una aliada para ayudarte a tomar conciencia de tu situación y hasta te puede servir para impulsarte a lograr cambios favorables.

Pero, es eso y no la dueña de tu vida.
No le permitas que se enseñoreé de tu hogar, de tu existencia.
Al rato le agradeces la visita y le muestras la puerta para que salga.
Te dedicas a ser poderoso allá en donde puedes serlo, admites tu debilidad allá en donde lo eres.

Aceptas y fluyes.
No reniegas ni peleas con imposibles.
Aceptas y vas soltando lo que no debe ser más asido.

Cuando llegue el momento de la calma, llegará.
Así como el de la alegría, y todos los otros que pasan por tu vida.

Por último, a no confundir profunda tristeza con depresión.
La depresión es una enfermedad y se precisa consultar con el especialista en salud para que dé una buena mano profesional.
Repito, a no confundirla con la tristeza.



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