Diversos estudios científicos han venido demostrando que vivir rodeados de desorden suele producir efectos negativos en la salud de la persona, a nivel físico, emocional, social y mental.
Por ejemplo, el ruido del tránsito pesado suele relacionarse con alta presión, obesidad, diabetes adquirida, cardiopatía isquémica, mal humor, problemas para conciliar el sueño, entre otras. Y estamos hablando solamente del ruido del tránsito y no de tener que padecerlo de cuerpo y alma.
Aquellos que pasan mucho tiempo en ambientes llenos de objetos y en estado caótico, se vuelven más vulnerables al consumo excesivo de calorías, a buscar alimentos poco saludables, a la falta de concentración, al desánimo, entre otras.
Encontrarse en lugares de trabajo desarreglados, lleva como consecuencia el descenso del nivel cognitivo, distracciones, pereza, a la que se suman otras más que no favorecen el clima laboral ni las sanas relaciones interpersonales.
Cuando el caos queda por fuera de nuestro poder de resolución, es decir, cuando carecemos del control sobre el entorno inmediato, entonces los efectos tienden a ser aún más aplastantes y siniestros.
Por último, estar en contacto con personas tóxicas, que nos trastornan la estabilidad emocional, que nos perturban el orden mental, que hacen zozobrar nuestra integridad social, que nos consumen energía vital, que nos hacen peligrar la integridad física/material, que nos ponen y sostienen en estado de tensión, que nos hacen experimentar un caos existencial aparentemente incontrolable, ¿acaso no demuestran que esto es un mal que hay que evitar o extirpar de nuestras vidas?
Estos han sido unos pocos ejemplos de diversas publicaciones científicas que hemos ido encontrando y apilando en nuestra memoria para comentar aquí.
Como contraparte, otros estudios nos indican que lugares ordenados, limpios, frescos, asoleados, con vistas despejadas, el contacto con la naturaleza, la presencia de plantas, el ver paisajes naturales aunque fuera en pinturas o videos, la amabilidad, el respeto, el cuidado por el otro nos llevan a vidas plácidas, realmente cómodas, enfocadas, nutritivas, saludables.
Creo que está demás concluir con un consejo, puesto que los datos hablan por sí solos.
Para finalizar este estudio, recordemos lo que nos enseñan los Sabios al respecto de relacionarnos con personas tóxicas, precisamente en la parashá de esta semana (Koraj):
¡Ay de un hombre malo, ay de su vecino! – אוי לרשע אוי לשכינו
(Tanjuma 4)
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