Preparando este Pesaj y el resto del año

El cerebro es tan maravilloso que entre sus recursos cuenta con un modo de funcionamiento que busca el bajo consumo, o la eficiencia energética. Por eso a veces parece que la gente no piensa, sino que se deja llevar por sus creencias. También comprobamos que el hábito toma las riendas, evitando así complicados cálculos y gastos energéticos para tomar decisiones. Nos metemos en cajitas que nos mantienen de cierta forma protegidos, creyéndonos seguros, incómodos pero andando por un terreno más o menos conocido, fabricando excusas para seguir mal; pero esta el cerebro evitando el derroche de recursos que implica salir de las celditas mentales y volver a estructurar nuestras relaciones, redes conceptuales, procedimientos, etc.
Entonces, por pereza, por eficiencia, por torpeza, por esclavitud biológica, por lo que sea que lo explique, es que seguimos haciendo lo mismo o parecido, aunque no nos dé satisfacción, aunque nos perjudique, aunque podamos cambiar para mejor.
Como los esclavos hebreos en Egipto durante cientos de años, atormentados, maltratados, pero sintiendo que ese era su lugar, su fidelidad al faraón debía ser incuestionable.
Se auto engañaron, por eso se esclavizaron.

Luego, ni siquiera soñaban con ser libres, por toda la enorme tarea reconstructiva que implicaba.
Porque, está también el dolor que se presiente aparecerá cuando se dejan caer las vendas que nos nublan la comprensión, porque al tomar conciencia de lo desequilibrado necesariamente se quiebran ilusiones, se marchitan esperanzas, se producen conflictos, nos quedamos sin las reacciones automáticas. Tenemos que hacernos responsables, es decir, dar respuestas y asumir los errores para corregirlos. Tenemos que decidir hacia donde dirigirnos y cómo hacerlo. Todo ello conlleva un enorme gasto energético, el cual no estamos contentos de hacer. Aunque pudiéramos estar mejor, aunque mucho de lo que nos afecta ahora podría extirparse, pero “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Y con esta y otras mentiras parecidas seguimos encarcelados por la telaraña que es nuestro Sistema de Creencias.

Como vemos, cuesta perder caretas que forman el Yo Vivido.
Es que nos identificamos con ellas, aunque las intuimos extrañas a nuestro Yo Esencial, aunque entran en conflicto con nuestros verdaderos intereses; pero son lo más cercano a “yo” que conocemos.
Como si desde chicos hubiéramos sido secuestrados por una pandilla de piratas que nos disfrazan como uno de ellos, que nos hacen creer que son nuestra familia, que nos imponen sus costumbres y valores por lo que terminamos siendo uno más de la banda de atracadores. Esa es la identidad que conocemos, falsa y adulterada, pero es la que sentimos propia.
¿Cómo nos vamos a atrever a romper esos lazos familiares, esas creencias que parecen ser parte sustancial de nuestra existencia?
Y sin embargo, son de lo más ajeno a nuestro ser, en contraposición con nuestra esencia eterna y sagrada.
¡Estamos en Egipto y no en la Tierra de Promisión!
El Yo Vivido no es la patria, es solamente el lugar que estamos habitando.
La patria es el Yo Esencial, del cual venimos, con el cual nunca perdemos contacto, al cual retornamos siempre.

En la lucha con nosotros mismos a veces nos convertimos en títeres de los demás, para satisfacerlos con el ánimo de obtener alguito de aprecio o reconocimiento. Lo triste y lamentable es que con aquellos que nos desprecian, cuanto más hacemos para caerles bien, más se aprovechan de nuestra debilidad emocional y más nos desprecian. Porque se dan cuenta que cuanto más nos rechazan, más hacemos para obtener su beneplácito. Así somos manipulados por los piratas que nos secuestraron, por familiares, “amigos”, compañeros de trabajo, jefes, etc.
En una rosca tediosa y mortal por alcanzar el cariño que nunca nos darán, porque el amor no se compra de ninguna manera ni tampoco está en alquiler.
Pero estamos tan enroscados por las mentiras del EGO y las máscaras del Yo Vivido que le pertenecen, que nos hundimos en la angustia y la desesperación para ser más eso que no somos pero que estamos empeñados en ser.

Cuando aprendemos a tomar conciencia, a desconectarnos de máscaras que son inservibles, a conectarnos con porciones de nuestro Yo Esencial, a disfrutar del enlace permanente con el Creador, a confiar en Su Poder, a tomar decisiones, a ser responsables, a ser comprometidos, a trabajar con honestidad por alcanzar nuestras propias metas y no las de otros; ese día estaremos dispuestos a gastar energía para romper el lazo de la modorra cerebral y poner a funcionar la mente de manera creativa y libertadora.
En ese momento nos llevaremos la gran sorpresa de que somos más poderosos de lo que habíamos osado soñar.
Encontraremos recursos para dar un paso tras otro en la dirección de nuestra intención.
Saldremos de nuestro Egipto personal en dirección a la Tierra de Promisión.

El camino no será sencillo, habrá todo tipo de dificultades, querremos regresar a la celdita mental, a veces no sabremos qué hacer para estar bien, rogaremos al faraón que nos vuelva a tiranizar.
Pero te prometo que tras los pequeños tropezones, si eres valiente y consustanciado con la construcción de SHALOM, tarde o temprano llegarás a gozar de la leche y miel de la Tierra de Promisión.

Que tus pensamientos, palabras y acciones estén plenas de bondad y justicia.
Entonces habrá milagros en tu vida.

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