Es frecuente que estemos pendiente de la mirada de los demás, para así hacer o dejar de hacer.
Nos importa lo que dicen, o dejan de decir, acerca de nosotros.
Por lo cual, muchísimas veces construimos una vida ficticia, como si fuera de un personaje de novelas para tratar de complacer a ese público… el cual probablemente nos ignora y les importamos un comino. O, por el contrario, está muy interesado en manipularnos, para obtener alguna ventaja, por más innoble que sea.
Siendo así, no resulta muy saludable desvivirse para agradar a los demás, para que tengan una opinión favorable, para que nos den sus likes y corazoncitos en las redes sociales.
Eso nos lleva a perder de vista nuestra identidad real, la espiritual, para ser solamente un títere del EGO, una máquina que intenta complacer a los que nos se complacen con nada.
Mejor es encontrar el camino para tomar conciencia de nuestra identidad espiritual, reconocer nuestra NESHAMÁ y vivir acorde a sus mandamientos.
Aferrarnos a nuestras verdaderas aspiraciones, que por supuesto siempre estarán en el marco de la ética (código espiritual), y que nos llevarán hacia el gozo sagrado, la realización, el disfrute de la bendición que el Eterno nos provee.
Es tan agradable dejar de estar pendiente del comentario de los demás…
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