Rompiendo el hábito del rumiar ideas

De tanto dar vuelta mentalmente a las cosas se termina no haciendo nada, atorándose en ideas repetitivas y angustiantes, desgastándose emocionalmente, malgastando energía vital que termina repercutiendo también en el bienestar físico.

El rumiar esas ideas pesadas, que no es precisamente pensar, tiene mucho parecido a paralizarse, convertirse en una estatua de sal.
Esto nos lleva a un estado de sobretensión que es vivido por el organismo como estrés, lo cual resulta en la liberación de las hormonas al caso: epinefrina y cortisol.
El despliegue de dichas sustancias químicas embota aún más el proceso mental, embota la claridad, aumenta con ello la confusión y la parálisis.

Como en un ciclo negativo, nuestras reacciones automatizadas en lugar de llevarnos a resoluciones beneficiosas, nos hunden más en la celdita mental.
Nos estamos arruinando la vida, al quedarnos varados y sin acción.
Nos ponemos irritables, no logramos enfocar, la sensibilidad aumenta para determinados estímulos (que suelen ser los asociados con aumentar el estrés y la conmoción), nos llenamos de dudas innecesarias, suelen aparecer reproches y sentimientos de culpa, nos asalta la ansiedad.

Todo esto por haber dado el disparo inicial a la rumiación mental y luego no habernos dado la chance de parar la máquina y decidir un nuevo rumbo, más provechoso.

¿Qué podemos hacer?

1- Tomar conciencia del torbellino que nos está succionando hacia el caos.
Asumir que la tormenta de ideas repetitivas no son parte de ninguna solución sino que hacen al problema.
Permitirnos divergir de las ideas para que una idea diferente nos lleve a salir del bloqueo que nos metimos.

2- Pero el pensamiento probablemente no surja de en medio del pantano en que nos hundimos. La claridad no brotará de golpe ni estaremos capacitados para ordenar las ideas y redirigir provechosamente los recursos.
Por tanto, si conseguimos romper el ciclo negativo, aunque sea con alguna actividad banal pero con la suficiente fuerza para sacarnos de la órbita mortal: ¡bienvenida sea la distracción!
Mientras no se transforme en una nueva carga para nuestra vida, permitamos que el entretenimiento no tenga dedicados a no paralizarnos en la rumiación mental.

3- No luches contra las ideas que te obsesionan.
Cada vez que contradices una idea, ésta cobra centralidad y le estás dando energía.
Por cada ocasión que dices que “no pensaré en un leopardo rosa sentado en una pelota de goma” tu mente pensará en un leopardo rosa sentado en una pelota de goma. Entonces, perderás energía que puede ser usada para la creación y quedará comprometida en el derroche necesario para empobrecerte y mantenerte prisionero de la celdita mental.
Luchar es perder.

4- Como no vas a luchar pero al mismo tiempo quieres dejar esa rumiación, lo más eficiente es tomar nota de la idea, verla pasar, reconocer que está en ti, y luego dejarla que siga de largo.
No te quedas enganchando con la idea. No peleas contra ella. No le das vueltas. No te preguntas nada acerca de ella. No la analizas. No nada… solamente la ves pasar en tu mente, la saludas y sigues para donde realmente quieres ir.
No te subes al bus que pasa sino solamente si es el que te acerca a tu destino.

5- Estarás trabajando para crear un nuevo hábito que suplante al hábito negativo que te atormenta.
Por tanto deberás ser amable contigo, perdonarte si tropiezas, no condenarte si vuelves a la senda errónea, ser comprensivo. Te das cuenta que volviste al viejo hábito de rumiar tonterías, te perdonas por la caída y ya no te castigas más.
Supongamos que fuera tu compromiso por llevar una dieta saludable, pero un día te comiste una pizza entera. De nada bueno sirve castigarte, pensar cosas horrendas de ti, dejar la dieta, pensar lo torpe que eres, sentirte cargado de culpa. No sirve de nada bueno. Pero puedes decirte que estuvo rica la pizza, que está bien darse cuenta que te saliste de la dieta, que no pasa nada, y enseguida retomar con confianza y determinación el hábito saludable que estás construyendo de a poco.

6- Al aceptar que eres limitado y que el control que tienes es poco, te liberas de mucho estrés.
Te comprometes a dominar solamente aquello que puedes controlar y al resto lo dejarás fluir, sin embarcarte en ideas nocivas.
Por el contrario, pondrás tu mente a trabajar en identificar aquello que puedes controlar, hasta donde llega tu poder, y a poder resistir la tentación de creerte más poderoso de lo que eres, o más torpe de lo que puedes ser.

7- Conversar con alguien para elaborar ideas alternativas y no rumiar en grupo las ideas agobiantes es de gran ayuda.
Por eso las terapias, sesiones de coaching, o similares no debieran estar enfocadas a repetir descripciones del problema, ni hacer arqueología para hallar míticas fuentes de los sufrimientos, ni simplemente como descarga de lo desechable en un inodoro. Todo esto puede formar parte del encuentro sanador, pero no es el centro ni la sustancia.
Algo parecido las charlas con amigos, que no debieran ser cámaras de resonancia de lo que angustia, sino momentos para relajarse, divertirse, romper los círculos viciosos del ideario, descarga emocional breve y contenida para llenarse de aires renovados y de vida.

8- Rezar tiene sus efectos positivos, pero si nos quedamos en un monólogo estéril que solamente es eco de esas ideas que nos esclavizan, entonces mejor no rezar.
El rezo, además de una comunicación con el Creador, es la chance para reflexionar, es decir, vernos al espejo del alma. Encontrar lo que tenemos para agradecer, qué podemos mejorar, cuándo solicitar ayuda, hacia dónde queremos dirigirnos, que sacrificios estamos dispuestos a hacer, con qué herramientas contamos, qué vale la pena y qué no. O sea, el rezo es algo más que murmurar o gritar unas consignas mágicas, porque el Eterno no está para servirnos ni correrá a hacer lo que nos toca a cada uno que hagamos. El rezo está para ser conscientes del nexo sagrado que nunca se interrumpe y con esa consciente claridad dedicarnos a trabajar en la que es nuestra parte de la tarea. Confiando en el Creador, que siempre hace Su parte, se lo pidamos o no.

9- Darte cuenta de la gente que te rodea y que te está llevando a mantenerte encerrado en esa celdita mental. Probablemente hay parásitos emocionales afectándote, para lo cual te inoculan su veneno mental, con ideas de impotencia, con creencias de incapacidad, sometiéndote a su manipulación.
O hay personas con una irradiación negativa, que no buscan dañarte adrede pero que lo consiguen como consecuencia de su propia inestabilidad psicológica. Están enfermos y te enferman.
O hay personas que se deleitan con tu debilidad, gente perversa que goza con la destrucción de los demás.
O hay otras tipologías que colaboran en tu estado de rumiación de ideas.
Es necesario sanear las relaciones, de manera terminante y urgente.

10- Ponte sin más demoras a construir tu nuevo estado vital. No esperes hasta el lunes para hacer los cambios necesarios, no pidas que llegue un redentor, no estés aguardando un milagro, no pidas permiso, no des más excusas sino que da ese paso AHORA.
Que te da miedo, que tienes dudas, que te sientes incapaz, que parece que será empeorar las cosas, que no crees que te dé resultado positivo, que… los inventos del EGO para esclavizarte son varios, y tú estás colaborando con tu opresor.
Entonces, tírate a la piscina ni bien veas que hay un poquito de agua, nunca estás peor que ahora… ¿o sí?

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