Somos NESHAMÁ, es decir espíritu, chispa Divina, una parte del indivisible Eterno.
Eso es lo que somos, que no se modifica ni se destruye.
Esa personalidad única, pero al mismo tiempo unificada a la Unidad Cósmica.
Somos Yo Esencial.
Cuando venimos a nuestro tránsito por este mundo, portamos una identidad genética, una herencia que nos programa y construye con determinados patrones.
No tenemos control sobre esta realidad, que nos permite o cohíbe la expresión de nuestra NESHAMÁ.
Así pues, en parte somos Yo Auténtico.
Mientras ocurre el pasaje por este plano terrenal, vamos construyendo nuestra personalidad, asentando ciertas conductas hasta convertirlas en hábitos.
Vamos petrificando creencias, de manera inconsciente en su mayor parte, hasta haber formado un Sistema de Creencias, con elementos que nos imponen socialmente, con rasgos que fabricamos como podemos, con elementos ambientales que nos pautan y delimitan a la vez que permiten canalizarnos.
Nos vamos disfrazando y adjuntando máscaras, que pretenden representar esa cara que es el Yo Auténtico, aunque la mayoría de las veces lo que hacen es taparla, ocultan la cara, la niegan, la evaden, hasta que nos olvidamos de que en verdad somos Yo Esencial y no este Yo Vivido que abroquelamos como vamos pudiendo.
En combate con nuestro EGO, pero por lo general adoctrinados por él, amansados por él, sirviéndole y adorándole como una deidad.
Así pues, ahí tenemos uno de los meollos del conflicto de cada ser humano.
Porque somos Yo Esencial y nos construimos a partir del Yo Auténtico, pero nos identificamos fundamentalmente con el Yo Vivido, que no es otra cosa que una montaña de creencias, caretas, falsedades, patrañas y alguna que otra inspiración reveladora.
En este incesante conflicto es que debemos encontrar la forma de despertar la conciencia espiritual, sin caer en supersticiones ni religiones. Debemos surfear infinidad de olas para poder Ir conociendo algo de nuestro Yo Esencial y con los recursos que tenemos a mano ir direccionando nuestro Yo Vivido para que sea el mejor reflejo posible de lo que somos en esencia.
Enorme tarea que no termina nunca, aunque la mayoría de la gente la abandonó poco tiempo después de nacer y permanecen en agobiado olvido hasta que parten de este mundo para reencontrarse con sus memorias terrenales cuando ya no tienen más cuerpo ni materialidad. Cuando es el momento de toparse nuevamente con ser Yo Esencial en un mundo fuera del espacio y tiempo, de espiritualidad.
La tarea más espiritualmente inteligente que podemos asumir, es no permitir que perdamos la huella que nos lleva a hacer del Yo Vivido el reflejo terrenal del Yo Esencial.
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