Te prometo felicidad y paz

Sentir que las cosas no deberían ser como son, es algo familiar para muchos de nosotros.
Unas voces nos gritan desde adentro que nunca triunfamos suficiente, no nos bastan nuestras relaciones, no tenemos las cosas que deseamos, no somos los cuerpos que queremos o nos dicen que quieren y así con todo.
Esas voces pueden sonar a unas del pasado, como a la de nuestros padres, a los de antiguos familiares o allegados que nos hacían sentir los inoperantes, inútiles, inservibles, falladitos, que éramos.
A veces pueden ser voces más actuales, la nuestra, y/o de gente que nos señala los errores, verdaderos o falsos. O de los burlones que nos caen con malicia para destruirnos, así satisfacen su necedad y pobreza emocional.
Voces que nos corroen desde adentro con insatisfacción crónica, como si nunca pudiéramos estar en paz, satisfechos, alegres con lo nuestros.
Entonces, puede que miremos hacia afuera con envidia, resentimiento, avaricia, amargura, desesperación, una mezcla de sensaciones y creencias, de anhelos y pecados.
Puede que suceda eso, o puede que tengamos el suficiente poder interno como para estar en paz con nosotros mismos, a pesar del rugido de esas voces.
Pero, difícil que haya paz si nos comen el coco desde dentro todo el tiempo…

La cultura de la banalildad y el consumismo, las estrategias de marketing, la publicidad y los medios, las redes sociales (especialmente las redes sociales) empeoran el caos interior, la insatisfacción, la amargura, la decepción, el afán por lo que creemos que precisamos para ser felices y estar en paz (y realmente es dudoso que nos sirva para ser felices y estar en paz).
Nos bombardean los mensajes recordándonos que tener un estatus social por debajo del soñado es fracasar.
El cuerpo no fit, es la ruina.
Las vacaciones no espléndidas es una tortura.
La casa no impecable es un desastre.
Los amigos y la pareja espléndidos, es un «must».
Se nos exige, se nos señala, se nos interpela para que compremos, gastemos, nos sintamos en impotencia y a merced del patrón que nos quiere esclavizar.
El patrón que no es el capitalismo, menos el liberalismo; porque esto pasa en el mundo socialista, o que se hace llamar así, también.
El patrón es el EGO, que nos esclaviza sin importar lo que creamos o a qué idea política idolatremos.

Abunda la oferta para conseguir la felicidad, en forma de rabinos mágicos, pastores milagreros, santeiros sobrenaturales, políticos poderosos, compras, vínculos, posesión de bienes, variedad de productos de autoayuda…
Por todas partes nos ofrencen alegría, poder, éxito… ¡la magia al alcance de la mano!
Por lo general a cambio de un puñado de dólares, o de esclavizarse al patrón de turno.
Quienes nos hacen sentir culpables, sin remedio, destinados al horno del infierno (terrenal o post mortem) a no ser que nos adhiramos a sus mágicos brebajes, ensalmos, preceptos, reglas, etc.
Tenemos que gastar plata para mantenerlos, desperdiciar nuestras vidas en adorarlos, repetir como loros sus lemas, romper todo lo que nos puede liberar, para poder ser libres del pecado que nos hace ruines y fracasados.
Nos prometen felicidad y abundancia, salud y vida espléndida en este mundo y en la eternidad.
Para ello, nos tienen que hacer sentir devastados, inútiles, inmorales, sin salvación, «de Satanás».
Porque, si hablaran con la verdad, y nos dijeran que somos NESHAMÁ, es decir, hijos de Dios, chispa de Divinidad, destinados a la eternidad placentera sin tener que comprarla… ¿cómo harían su negocio sucio?

La propuesta es que conozcas tu identidad espiritual, QUE NO ES TU RELIGIÓN y vivas de acuerdo a ella.
Probablemente, descubrirás que es el camino del constructor de SHALOM la solución real para tus dramas.
Una vida de continuo pensamiento, acción y discurso de bondad y justicia.
Para dentro y fuera, con el cercano y el lejano.
Construir SHALOM, con ello hay mucho del trabajo realizado, sin tener que pagar un peso a los piratas de la fe, sin tener que amargarte por voces atroces que te matan desde adentro y existen porque les das vida y oportunidad de matarte.

¡Construye SHALOM!



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