Resp. 3503 – Otros dioses

Shalom,
"¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!" (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos tu interesante misiva.

Voy a darte una respuesta que espero que sea clara, pero quizás si la lees apurado te confundas.

Sabemos que hay un solo Dios, Él solo, que es Uno y Único, nada ni nadie se le puede comparar. No tiene socios, ni partes, ni oponentes ni rivales.
Uno y Único, eterno, perfecto, incomprensible para nuestra mente enana.

Sin embargo, hay otros dioses, dioses ajenos.
Y es por eso que la Torá decreta que NO debemos creer en ellos, ni servirlos, ni adorarlos, ni dedicarles siquiera un instante de nuestra preciosa vida.
Y por eso, según tú mencionas, no expresa la Torá que ellos no existen.

Pero, ¿cómo que hay dioses ajenos, otros dioses?
¿No dijimos que hay un solo Dios, que es Uno y Único?

Lo que ocurre es que hay tantos dioses ajenos como creencias e ideas confusas quieran inventarlos.
Esos falsos dioses son reales en la mente confundida y en el corazón mareado de los que creen en ellos.
Esos dioses viven como lo que son, parásitos ilusorios de los extraviados que los adoran.
Así pues, no existen en la realidad, no tienen ninguna posiblidad de existir como deidades verdaderas, sin embargo, existen para los que creen en ellas.
Y es sumamente difícil erradicar esta peste espiritual del que está afectado por ella.
Decirle a un idólatra, (pongamos por ejemplo un falso judío mesiánico que cree en el falso dios Jesús), que su dios no existe, choca contra un muro de oscura ignorancia y/o rebelión, muy duro de penetrar. El fiel de la falsedad se revolverá animosamente en contra del que pretende traer luz y libertad a su vida, peleará, maldecirá y se aferrará a su ilusión. Es que desea tanto que su fantasía sea realidad, que para él lo es.
Así pues, desde un punto de vista estrictamente psicológico podemos admitir que esos dioses ajenos tienen existencia, repito, exclusivamente en el perturbado mundo mental/espiritual de los que los han inventado y creen en ellos.

¿Te ha quedado clara la respuesta?
Para mayor claridad, estudia el siguiente pasaje:

"El carpintero tiende la regla, hace el trazo con un marcador, labra con la gubia, traza con el compás y le da forma de hombre y de belleza humana, para colocarlo en una casa.
Corta cedros para sí; escoge una conífera o un roble y lo deja crecer entre los árboles del bosque. Planta un pino, y la lluvia lo hace crecer.
Luego se sirve de ellos para hacer fuego. Toma uno y con él se calienta; prende fuego y cuece pan. Hace, además, un dios, y se arrodilla; hace un ídolo y se postra ante él.
Quema parte del leño en el fuego y sobre él prepara carne asada, come y se sacia. Luego se calienta y dice: ‘¡Ah! Me caliento mientras contemplo el fuego.’
Después, lo que sobra lo transforma en la imagen tallada de un dios. Se postra ante él y se arrodilla, y le ruega diciendo: ‘¡Líbrame, porque tú eres mi dios!’
No conocen ni entienden; porque sus ojos están tapados para no ver; también su corazón, para no comprender.
Nadie reflexiona; nadie tiene conocimiento ni entendimiento para decir: ‘Parte de esto quemé en el fuego y sobre sus brasas cocí pan, asé carne y comí. ¿He de convertir en una abominación lo que sobra de él? ¿Me he de postrar ante un tronco de árbol?’
Se alimenta de ceniza; su corazón engañado le desvía. No libra su alma ni dice: ‘¿Acaso no es una mentira lo que tengo en mi mano derecha?’
Acuérdate de estas cosas, oh Iaacov [Jacob]; y tú, oh Israel, porque eres Mi siervo. Yo te formé; tú eres Mi siervo. Oh Israel, no me olvides"
(Ieshaiá / Isaías 44:13-21)

Si te quedan dudas pertinentes, hazlas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco