Armando Walter
Argentina
Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.
¿El mecánico tiene que ser motor para conocerlo y mejorarlo?
¿El oncólogo tiene que padecer de cáncer para simpatizar con su enfermo y hacer lo que está a su alcance para curarlo?
¿El alfarero es de barro para saber como crear vasijas?
¿El zapatero es un zapato?
El Creador, el Señor de cielos y tierra, el Amo del Universo, el que es Omnsiciente (TODO lo sabe), el que es Todopoderoso,
¿tiene que hacerse humano,
hacerse carne,
para simpatizar con nosotros y conocernos y darnos una mano salvadora?
El razonamiento es obvio, ¿no?
Es ridículo suponer que el Eterno debe hacerse carne para amarnos, para conocernos, para rescatarnos.
Es absurdo y una blasfemia.
Por tanto, apreciado Armando, no permita que nunca nadie más le diga esa ofensa en contra del Eterno, y ni siquiera pierda tiempo pensando en ella y mucho menos repitiéndola.
Ahora, además del razonamiento tenemos la evidencia del Tanaj (el libro de las verdaderas revelaciones del Eterno).
Preste atención a un par de versículos, de varios que le podría mostrar:
«Y dijo el Eterno: -Ciertamente he visto la aflicción de Mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus sufrimientos.«
(Shemot / Éxodo 3:7)
El Eterno le está hablando a Moshé acerca de la situación angustiosa del Pueblo de Dios, el pueblo judío que estaba esclavizado en Egipto.
Y dice que los conoce, que sabe de ellos, que tiene plena conciencia del dolor que padecen.
¿Cómo habría ser de otra manera, si Él TODO lo sabe?
¿Precisó hacerse hombre para captar la humillación y sufrimiento de Su Pueblo?
¡Por supuesto que no!
Y el Eterno a través del profeta añade:
«Yo, el Eterno, escudriño el corazón y examino la conciencia, para dar a cada hombre según su camino y según el fruto de sus obras.«
(Irmiá / Jeremías 17:10)
Él sabe nuestros deseos y pasiones (corazón), conoce nuestros pensamientos (conciencia), sabe de nuestros motivos (caminos) y no desconoce ni olvida ninguna de nuestras acciones (obras).
¿Cómo lo hace?
¿Acaso siendo de carne?
Pues, Él lo hace porque es Dios… ¿no?
Si fuera de carne, si tuviera figura humana, si fuera hijo de mujer, NO sería Dios, sino un mero humano… vasija y no alfarero, zapato y no zapatero, enfermo y no curador, esclavo y no redentor… ¿comprende?
A tal punto el Eterno nos conoce y ama, que sufre junto a nosotros (a los que somos Sus fieles):
«En toda la angustia de Su Pueblo, Él fue angustiado«
(Ieshaiá / Isaías 63:9)
Desde la infinitud y magnanimidad de Su Ser, Él sufre junto a nosotros.
Por eso cuando me preguntan: ¿dónde estaba Dios cuando los judíos eran masacrados por los nazis en las cámaras de gas?; mi respuesta suele ser: ‘Junto a ellos, allí dentro, sufriendo sus agonías y elevando sus espíritus hasta Su Trono Celestial’.
Espero que le quede claro, por favor, para que no sea usted más víctima de esos promotores de la idolatría (seguidores y propagandistas de Jesús -en cualquiera de sus nombres-).
Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.
Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.
Moré Yehuda Ribco
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gracias Moré es un articulo que le encantó a la comunidad aqui en Margarita