Una vela, ¿y la llama?

"Hashem ha proclamado hoy que tú eres su pueblo especial, como Él te ha prometido, y que guardarás todos sus mandamientos" (Devarim / Deuteronomio 26:18)

Uno no es más o menos judío por cuantas mitzvot cumpla.
O se pertenece al Pueblo de Israel, o no… más allá de cuántos mandamientos sean acatados.
Sin embargo, de acuerdo a la Torá, el ser judío y el actuar como tal, son dos planos diferentes.
La Torá es explicita: el judío respeta su objetivo específico cuando cumple con lo que el Eterno nos ha encomendado en Su Torá.
Es decir, aquel judío que cumple una mitzvá más que otro, no tiene porque enorgullecerse, ni menospreciar al menos observante de la Torá, simplemente le corresponde saber que él con su acción está haciendo lo que debe hacer.
Al judío se lo puede considerar como una vela, cuando actúa como judío entonces la llama resplandece; en caso de no cumplir con su rol, la llama está apagada…
Y esto se aplica en todos los órdenes de la vida, en tanto seamos fieles a nosotros, a lo que corresponde, nuestra vela brindará calor y claridad, pero, si nos abandonamos… ¿qué ahuyentará a las sombras?
¿Cuándo podemos decir que la vela está cumpliendo su objetivo de existencia?

 

Profundizando esta semana:

  1. ¿De qué dependen las maldiciones y bendiciones que recaen sobre las personas y el Pueblo?

  2. ¿Quién se beneficia preservando el pacto que existe entre Dios e Israel?

Respuestas para la semana anterior:

  1. El odio congénito que nos profesa Amalek, y la necesidad de preservarnos a ultranza de su maldad
  2. La prohibición recae sobre los varones de Mohab, no sobre sus mujeres

Destellos de la parashá

El Pueblo de Israel se acerca a la culminación de su etapa como esclavos y dependientes, pues están a punto de ingresar en la Tierra de Israel. Cuando así ocurra, paulatinamente los milagros y maravillas manifiestos irán amenguando, para permitir el desarrollo del pleno potencial del Pueblo y de sus individuos. Porque, los que dependen de milagros para subsistir, están como refrenados en su desarrollo, detenidos en sus posibilidades de crecer hasta el máximo de sus posibilidades.
Sin embargo, la relación personal del Eterno con Su Pueblo, no se detendrá, nada puede quebrar el Pacto que se ha establecido a perpetuidad. Aunque en algunas ocasiones Dios aparezca lejano, como si no estuviera amorosamente atento a las vicisitudes de su Pueblo (y de los individuos), en realidad es por causa de las vallas que los hebreos ponen para apreciar la Gloria de Dios, para reconocerLo en todos los caminos.
Es decir, aunque no lo sintamos, aunque no parezca que está, aunque suframos, aunque nos atormentemos por considerarnos solitarios y abandonados, Él es Fiel y jamás nos desecha… somos nosotros lo que nos alejamos, y por eso sentimos que han caído sobre nosotros "maldiciones", que en efecto pueden ser catástrofes, pero no son más que resultados de nuestras acciones, y del resto de los factores que intervienen en nuestra realidad…¡para nada son castigos malvados de un sádico Dios!
El modo más adecuado para gozar (incluso en el pesar) es andar fielmente por los caminos del Eterno, y saber que todo, incluso lo peor, en última instancia sólo nos puede (a nosotros en particular, o a otros en general) acercar a lo que es bueno.

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